Vuelvo a mi niñez en Madrid de los cuarenta y aún puedo recordar que:
Con
cinco años el pequeño de los tres hermanos acudía a la escuela frente a
su casa todos los días de la semana salvo los domingos.
Se
agarraba a la mano del maestro, D. Jose Luís, para sentirse protegido,
los mayores hacian bromas por lo pequeño que era y la timidez lo
impulsaba a no participar en los juegos y peleas que constantemente se
iniciaban en los recreos.
Además,
a pesar de ser tan chico mostraba mas inteligencia y capacidad que los
otros niños, muy pronto comenzó a escribir, a leer y con menos de seis
años sabía ya las cuatro reglas aritmeticas.
Cuando
aprendió a dividir por dos cifras cercano a cumplir los siete años la
envidia que sentían por el era generalizada, y con mas frecuencia el
crio se aferraba a la mano del maestro cada vez que salían al recreo.
De
cada una de las manos del maestro colgaban los dos mas pequeños de la
clase, uno al que llamaban Angelín era incluso mas chiquito y además
gordito, con lo que las burlas eran todavia mas hirientes. Los dos
chiquillos eran amiguetes y se protegian el uno al otro de los otros
energumenos mayores que ellos.
Que
listo es este crio comentaban los padres de Emilianito, así lo
llamaban, con siete años y ya sabe dividir por dos cifras. Cuando el
escuchaba estas palabras se sentía muy orgulloso y se pavoneaba como un
pollito ante sus hermanas mas mayores que iban a un colegio de monjas y
no aprendian nada de aritmetíca o gramática.
Las monjas solo les enseñaban modales para unas niñas, rezos, a coser, y sobre todo una estricta obediencia.
Las
niñas debian acudir al colegio de las monjitas, anexo a un convento,
con ropas muy limpias, pelo bien peinado recogido en trenzas, y sobre
todo con cara y manos lavadas y frotadas hasta la saciedad.
No
se permitian pelos sueltos, lazos, ni adornos de ningún tipo si es que
hubiera habido dinero para ellos. Horquillas para sujetar el pelo, una
goma para las trenzas y nada más.
No
era extraño por entonces que piojos y pulgas proliferan en las cabezas y
cuerpos de los pequeños. La falta de agua corriente en las casas, los
viejos colchones y la proximidad a ciertos animales domésticos, burros,
perros, gatos callejeros y otras especies, hacían que cierta falta de
higiene propiciaria la aparición de todo tipo de plagas desagradables de
pulgas, piojos y demás insectos, era común ver rascarse con saña a los
mas pequeños e incluso a los adultos que pasaban bastante de la higiene.
Además
de pulgas y piojos abundaban chinches en los colchones, cucarachas en
las carboneras donde se guardaban astillas y carbon, arañas,
cortapichillas, grillos, mosquitos, y sobre todo moscas de todas clases y
tamaños.
A
los crios de les lavaba en barreños, cuando se les pillaba, y la gente
mas mayor tenía que gastar su dinero en calentar agua y comprar jabon
para asearse, siendo estos menesteres poco frecuentes cuando ni tan
siquiera había dinero para comprar pan o aceite.
En
la España de los cuarenta la limpieza no era precisamente un tema
importante. Lo primordial era comer, no pasar frio, e ir al cine a soñar
con las películas americanas siempre "censuradas" que mostraban un
mundo mucho mejor en el que vivir.
Con las bocas abiertas y los ojos como platos niños y adultos seguian las historias de heroes y heroinas Hollywoodenses.
Los
westers y las de espadachines eran las preferidas por la chiquilleria, a
los adultos les gustaban las comedias de Lubisch o musicales de Fred
Astaire y Judy Garland como "Sombrero de Copa" (Top Hat) en los que se
bailaba sin parar, se reia, se pasaba bien y se hacian cruceros de lujo
donde fiestas fastuosas y amenizaban el ocio.
Todas
estas películas distraian a la gente de sus cotidianos problemas de
subsistencia, combatian el frio y el hambre con sueños de un paraiso
lejano donde todos eran felices y estaban bien alimentados.
Los
indios siempre eran exterminados por la caballeria, los malos pagaban
sus culpas, los protagonistas siempre acaban juntos y en boda, pero sin
besos o escenas mínimamente eroticas.
De hecho el sexo era como si no existiera, y todo era pecado incluidos los bailes o los carnavales.
Cines
de barrio abarrotados daban calor suficiente para pasar la tarde y
estar confortables con sesiones de dos o tres películas siempre
dobladas, mutiladas y censuradas por el Regimen y la Iglesia que no
toleraban un escote pronunciado, unas faldas por encima de las rodillas,
o bañadores atrevidos.
Los personajes siempre honestos, fieles, buenos, y los malos eran malísimos que siempre pagaban muy cara su maldad.
Besos
y caricias de los protagonistas eran inexistentes, siempre estaban
cortados en sus comienzos, los silbidos o pateos en el cine eran
prolongados ante los cortes, dialogos suprimidos e incluso guiones que
nada tenían que ver con el original.
Famosa fue "Mogambo" película del año cincuenta y tres dirigida por John Ford y protagonizada por Clark Gable, Ava Gardner, Grace Kelly, Donald Sinden,
donde la historia fué cortada, dialogos cambiados, y tergiversado el
guión de forma que el matrimonio de Grace Kelly y Donald Sinden en su
versión doblada al castellano eran hermanos que dormian en la mísma
tienda, y así se evitó el adulterio del guión que protagonizaban Grace
Kelly y Clark Gable, intolerable en la época, sin caer en la cuenta que
en lugar de adulterio dieron pie al incesto y a los celos del hermano
hacia su hermana, incompresible pero que importaba si la película era
genial y se veian a los animales africanos cazados impunemente en los
safaris.
A
base de cortes algunas películas resultaban incomprensibles, sin mayor
trascendencia pues ya se sabía que la censura trabajaba sin parar, con
tal de ver espadachines, indios, vaqueros, bailes, casas de lujo y
cruceros todo era bien recibido y comentado.
Los
chicos coleccionaban con sus pequeños ahorros colecciones de cromos de
todas las películas de éxito, Mogambo, Las Minas del Rey Salomon, Los
Tres Mosqueteros, Franquenstein, Los Crimenes del Museo de Cera,
Ivanhoe, y muchas más que solían durar meses, o incluso años, en las
carteleras de los cines de La Gran Via, que entoces se llamaba Avenida
de Jose Antonio, pues muchas de las calle y avenidas de Madrid habían
cambiado de nombre.
Un
ejemplo absoluto es que el Paseo de la Castellana habia cambiado su
nombre por Av. del Generalísimo, igual que en casi todas la ciudades
españolas de entonces que se disputaban los nombres de los vencedores en
la Guerra Civil para renombrar sus principales calles o avenidas.
Todos
y cada uno de los supuestos heroes, o salvadores de la patria, desean
sus nombres en calles, plazas y sus efigies en monumentos de todo tipo.
Nada cambia bajo el sol y la vanidad humana no tiene límites.
La calle, mi calle, para los crios era la felicidad total, el paraiso de los juegos y la diversión.
Los
juguetes necesarios para participar eran, una canicas para jugar al
"gua", unos alfileres con cabezas de colores que llamaban "bonis", un
buen trozo de papel para hacer una acerico y clavar los alfileres en el,
unas chapas para jugar a las "chapas" o las carreras, una peonza de
madera y un cordel.
Tambien
unas tabas del cordero para a las "tabas", una lima o pincho para jugar
al "robaterrenos", una soga para la "comba", una pelota para el "pies
quietos" o jugar un partido, y a veces unos cromos para intercambiar o
jugar a los cromos dejándoles caer desde una altura en la parez y si
montaba uno sobre otro te quedabas con todos.
"Pares o nones" se jugaba con unas piedritas igual que a los chinos con monedas de cinco o diez céntimos.
Quien
tuviera una vieja baraja era el sumun del placer pues había decenas de
diferente juegos de cartas en los que se apostaban cromos, tebeos,
alfileres, canicas o chapas.
Dinero
no se apostaba pues quien tenía dinero?, nadie prácticamente o si se
enteraban los padres había bronca o tortazos, eso seguro.
Para
el resto de juegos no se necesitaba nada en absoluto, inventiva,
imaginación, ganas de correr y a veces mucho frío para entrar en calor
las manos o los pies.
Viviendo
bajo una dictadura ferrea que observaba y controlaba absolutamente
todo, policia secreta de paisano que vigilaban los transportes y que en
cualquier momento podian solicitar la documentación a cualquier persona,
la delicuencia callejera era casi inexistente, los chicos campaban
libremente a su criterio sin que los padres se preocuparan de que
puediera ocurrirles algun percance, no había nada que robar y así
dificilmente podía haber atracos.
Se
ejercia mucha vigilancia por lo que se consideraban delitos de índole
sexual, incluyendo exibicionismo, homo sexualidad en hombres o mujeres,
prostitución callejera, o algún tipo de abuso o tocamiento de cualquier
índole.
Sobre todos estos asuntos se ejercía una muy estricta vigilancia
por parte de padres y vecinos.
En
verano los chicos y chicas jugaban en la calle hasta altas horas de la
madrugada, una y media o dos, no había colegío y las casas eran
auténticos hornos.
Los
vecinos, la mayoria en casas de una sola planta, salían en mitad de la
calle con sus sillas y formaban corrillos para charlar, jugar a las
cartas, o a lo que fuera. Había rivalidades y cotilleos de toda índole,
unos grupos no se hablaban con otros y no eran infrecuentes las riñas y
discusiones a voces llegando a las manos muy rara vez por temor de
acabar en la comisaria.
El
verano era la estación preferida para jugar y salir a la calle, todo el
mundo, no había televisión y la gente solo tenia la charla en grupo
para entretenerse y pasar el rato.
Se
regaba la tierra previamente para que diera fresco y a parlotear o
jugar un dominó o una cartas hasta altas horas de la madrugada.
Cuando
llegaba el fresco de la mañana, cada "mochuelo a su olivo" y a tratar
de dormir algo hasta la hora de levantarse e ir al curro.
La
chiquilleria era feliz en esas tardes, noches, madrugadas, en que el
tiempo se detenía y no había prisa para nada. Solo estar con los amigos e
inventar algún juego para pasar el rato.
Felices tiempos de escasez y pan duro, juegos de verano y de invierno.
Tardes
de radio junto al brasero si llovia o el invierno era helador, tebeos
para intercambiar, o algún juego de mesa que reunía a la familia sin
otra cosa en que pasar el tiempo.
Veranos
de mucho calor, botijo, siesta y madrugadas en la calle sin saber que
pronto cesarian estas costumbres de cuajo, una vez que la televisión
hiciera acto de presencia en todas y cada una de las ciudades y pueblos
de la España de postguerra.
Nada
mejor para jugar los crios del barrio de Tetuan que la calle en los
años cuarenta, cada una tenía su panda y por supuesto los chicos de una
calle no jugaban ni formaban alianzas con los de otra diferente.
Las
peleas eran infrecuentes, mucha tutela y vigilancia por parte de las
autoridades del Regimen Franquista para que ni tan siquiera los chicos
se pelearan entre ellos, lo más una "drea" con pequeños guijarros que
podía escalbrarte si te pegaban de lleno, nunca era una herida seria,
una pequeña brecha, un poco de sangre y a esperar que se curara.
Se
hacía acopio de pequeñas piedras que estaban previamente acordadas, se
metían en los bolsillos y con cañas flexibles se lanzaban como si fueran
catapultas a los chicos y chicas del bando opuesto.
Se fijaba un tiempo de juego y a no ser que algun rival se rindiera no había vencedores o vencidos.
La
"drea", o tirachinas, siempre se jugaba en los descampados que
tuvieran arboles o bloques de piedra donde esconderse, y era frecuente
encontrarlos pues cerca de la zona había un sitio donde pulían los
bloques para ornamento de casas o sepulturas.
El
invierno o el otoño aprovechando el frio y la ausencia de gente por los
descampados era una buena época para echar unas "dreas! o unas
"pedreas", aunque estas últimas solían ser mas peligrosas pues los
guijarros eran mayores.
No
todos los chicos o chicas participaban en ellas pues alguno tenían
auténtico miedo de resultar escalabrados y que luego en sus casas
recibieran una buena tunda de su madre.
De
los tres hemanos, la mediana y el pequeño eran los que participaban en
las "dreas" que no en las "pedreas" pues tenían cierto temor a las
consecuencias si resultaban descalabrados.
"Alza
la Maya" era otro de los juegos muy propicios para el invierno en las
tardes de frio, igual que "El Rescate" el "Escondite" o "Policias y
Ladrones". En cada lugar de España se les llamaba de forma diferente
pero en esencia eran muy similares.
Las reglas del "Rescate" o el "Escondite" eran:
El Rescate
El que la ligaba se echaba a suertes y tenía que contar hasta
cien para que así a los demás les diera tiempo a esconderse. Según iba
encontrando a sus compañeros escondidos tenía que decir cogido/a y
llevarlos a un lugar. El que la ligaba, según iba buscando a los demás
escondidos lo tendría que hacer con cuidado, ya que alguien podría salir
de su escondite y correr al lugar donde estaban sus compañeros y
gritar: ¡salvado! De esta manera, salvaba a sus compañeros que tendrían
que volver a esconderse.
Y para "Alza la Maya"
“un
juego de muchachos en la provincia de Álava: consiste en esconderse
todos, menos uno que queda al cuidado de un objeto, generalmente una
piedra, al cual se da el nombre de maya. El lance está en llegar a la
maya antes que el encargado de cuidarla, cuando éste se separa de ella
para descubrir a los escondidos”.
Cuando la maya o el objeto se tocaba sin ser visto y nombrado por el que buscaba a los escondidos el chico o la chica estaban salvados y entre los que restaban si uno era descubierto le tocaria custodiar la maya.
Cuando
se divisaba a un escondido eñ vigilante buscador tenía que llegar a la
piedra u objeto antes que el descibierto, tocar la maya u objeto y
gritar: Alza la Maya por Pepe, o Carmen, y ese sería el que cuidaria la
maya y buscaría a los escondidos en el siguiente turno.
Nada
mejor ni mas divertido para estos crios que tener una pandilla en la
mísma calle y salir a jugar todos mezclados, chicos y chicas, a los muy
diferentes juegos que a falta de otros entretenimientos se practicaban
en plena calle.
Y si me remonto a mis cuatro años es curioso que la memoria
saque de la noche de los tiempos que:
Hay
una pequeña escuela frente a la casa donde viven estos tres hermanos,
es similar a la de un pueblo pues solo tiene un aula llena de pequeños
bancos, una pizarra y un único water que alquien se encarga de limpiar
de vez en cuando.
Hay
un maestro joven que es el encargado de controlar una caterva de
cuarenta o cincuenta chicos que están entre los cuatro o cinco hasta los
ocho o nueve años. Todos juntos y sin niñas, no hay orden ni concierto
pues algunos no saben leer y otros ya conocen las cuatro reglas
aritméticas.
Dificil misión la de D. Jose Luis enseñar algo a estos crios que solo piensan en jugar y gritar cuanto mas mejor.
El
recreo consiste en salir todos a la calle vigilados por el profesor y
bajar hasta un descampado donde pueden correr y jugar al fooball con una
pelota de trapo la mayoria de las veces.
Han
decidio en la casa, que el pequeño de los tres hermanos acuda a la
escuela a pesar de ser muy chico, tiene cuatro años, solo hay que cruzar
una estrecha calle de tierra, sin coches que circulen por ella, y así
la madre tendrá algún momento de paz teniendo los crios ya en el
colegio.
Sus
hermanas han empezado a acudir a un colegio de monjas, solo para niñas,
y así la madre de estos tres pequeños diablos se siente mas relajada
para hacer sus cotidianas faenas estirando lo mas posible el dinero y
poder llegar a fin de mes con lo suficiente al menos para comer.
El
crio solo tiene cuatro años y desde el primer día se ha pegado al
maestro como una lapa, está asustado entre chicos que le doblan la edad,
brutos que se pelean y pegan patadas a una especie de balón formado por
trapos bien apretados. Cuando salen al recreo en la calle se agarra a
la mano de Don Jose Luis y no se suelta en todo momento.
Es
un crio tranquilo, sufrido, y callado que enseguida se da a querer por
el profesor. Aprende muy deprisa y con menos de cinco años comienza a
leer y a escribir.
A
su alrededor hay otros niños que van mas avanzados, tienen un libro
enciclopedia en el que aprenden un poco de todo, geografia, historia,
religión, aritmetica y poco más. Demasiado trabajo para un solo profesor
que atiende a decenas de chicos en distintas fases de aprendizaje.
Cuando
está cansado el profesor simplemente copia unas sumas unas restas y
alguna multiplicación en la pizarra, unas frases, y les dice que
resuelvan las distintas cuentas y llenen una hoja de cuaderno repitiendo
las frases de la pizarra con buena letra.
Las mañanas pasan sin sentir arreando algún palmetazo con la regla a los mas revoltosos.
Es
un buen maestro, comprensivo y paciente con los chicos a pesar de que
algunos son brutos y reaccios a solucionar los trabajos que les pone. No
aprenderán nunca lo suficiente y con muy pocos años cuando salgan de la
escuela iran de pinches, aprendices o peones a alguna obra o taller de
los alrededores.
La
economia de sus padres no da para más, y les necesitan para que aporten
algún dinero lo antes posible, no hay leyes que regulen el trabajo de
los muchachos y a veces por poco mas que el sustento los chicos trabajan
en las ciudades de la España de postguerra con poco más de once o doce
años.
En
los pueblos los chico y chicas empiezan a trabajar en el campo antes de
los nueve o diez años. Demasiadas bocas para alimentar necesitan de
muchos brazos para ganar un jornal de miseria.
Mejor
eso que nada, no hay opciones, estudian los ricos o los privilegiados
que tienen padres que trabajan de sol a sol e incluso por la noche con
tal de llevar el sustento y procurle estudios a su prole.
Emiliano,
el padre de este crio, tambien Emiliano, y de sus dos hemanas mayores
que el, Paquita y Esther, ha nacido en una pequeña aldea de Burgos.
Solo
estudió unos pocos años en la escuela del pueblo aunque fue lo
suficiente para saber lo fundamental que es tener conocimientos o
estudiar cuanto mas mejor para desarrollar una profesión bien
remunerada.
Por
que solo van a estudiar los ricos? se pregunta, mis hijos tambien van a
tener ocasión de estudiar y formarse para obtener un buen trabajo en el
que ganen lo suficiente.
Todo
su afan en trabajar tantas horas es dar lo mejor a su familia y sobre
todo proporcionar a sus hijos la ocasión de estudiar, cuanto más mejor,
por ello tiene unos libros en casa heredados de su tio abuelo
sacerdote.
Los
crios devorarán esos libros una y otra vez en cuanto puedan leerlos y
será mas pronto que tarde. Hay unos cuarenta libros en total de
diferentes temas. Alguna novela "Los Ultimos dias de Pompeya", "Oliver
Twist" "Los Dos Huerfanitos " y alguna de Julio Verne. Tambien un "Año
Cristiano" forrado en piel repujada que es la joya de la colección. Son
doce libros, uno por cada mes, y vienen la vida de todos los santos que
la Iglesia Católica celebra día tras día.
Tambien
una pequeña enciclopedia-diccionario en tres tomos, donde los crios se
afanan en consultar todas las palabras "prohibidas" que se les ocurren, y
claro está sus definiciones.
Aprenden
lo que es "ayuntamiento carnal" "cohabitar" "meretriz" y todas las
palabras o definiciones relacionadas con lo que no se habla ni se
menciona.
El
tema sexual es tabu en la España de los cuarenta y nadie habla de ello,
solo los muchachos próximos a la pubertad o las crias hablan en secreto
de estos asuntos.
Cuando
descubren una nueva palabra o definición se la transmiten de unos a
otros causando las risas solapadas y disimulando si algún mayor se
interesa en sus conversaciones.
La nuestra era una casilla en una diminuta calle del barrio de Tetuan de las Victorias, tres pequeños hermanos se enfrentan a la trascendental decisión de comer una onza de chocolate con su trozo de pan, duro, o gastar los centimos en un tebeo.
Para
comprar el tebeo nuevo necesitan setenta y cinco centimos y no estan
conformes con comprar uno solo y repartirse la posesión del mísmo.
No,
esa no es una opción, cada uno de ellos debe sopesar la alternativa de
quedarse sin desayuno, barrita de pan y onza de chocolate por una
peseta, o invertir el dinero que les ha dado su madre para el desayuno
en un maravilloso tebeo del "Guerrero del Antifaz", la historieta dura
para siempre cavilan, y la barrita de pan con chocolate la comemos en un
instante.
Al final compran dos, y se reparten la barrita de pan y dos onzas de chocolate entre los tres.
Todo
en secreto claro está, su madre no puede enterarse de que no desayunan y
van al colegio felices con sus tebeos y la barriga casi vacia.
La vida de estos crios en una España de miseria se alimenta de sueños, heroes, y cines de barrio.
La
sesión infantil en un cine "pipero" costaba una peseta con cincuenta
centimos y era una aspiración constante para ellos que su madre les
pagara semanalmente una entrada.
Soñando
y viviendo las aventuras de sus personajes gráficos la vida transcurria
sin demasiados sobresaltos en un entorno de felicidad aparente, irreal,
que para ellos era el mejor de los mundos.
Espadas
de madera, piedras, limas para jugar al "robaterrenos" en el húmedo
suelo, al truque las chicas, y a la "comba" chicos y chicas mezclados.
A
su alrededor la pobreza era manifiesta, pequeñas casas como
cuchitriles, sin luz o ventilación donde vivian familias enteras a veces
sin agua corriente o compartiendo un retrete entre vecinos.
Estos
crios se preguntaban el por que su madre y muchos de sus vecinos
parecian con frecuencia enfadados. Propicios a dar una bofetada, o
varias, a sus niños cuando se ponían a tiro.
A la mas mínima, zas, bofeton y a callar.
Al
siguiente segundo olvidada la bofetada volvian a su mundo de ilusión,
fantasia y juegos releyendo docenas de veces las mismas historietas,
intercambiando sus ídolos con los amiguetes, o procurando pillar una
"perra gorda" (diez centimos de peseta) para poder cambiar el tebeo
menos apreciado en el kiosko de la esquina.
Algunas
veces en lugar de cambiar su preciado tesoro por otro diferente los
crios del barrio podían alquilar otro milagro gráfico a otro colega
mayor que poseyera una surtida colección codiciada por todos.
La
exibian desplegada sobre el suelo de tierra cuando estaba seco,
desplegados y sujetos con pequeños gijarros para que a todos los
chavales se les hiciera la boca agua viendo las soñadas historias de sus
heroes al alcance de sus ojos.
No
se soñaba en pasteles o pollos, solo "Carpanta" imaginaba en sus
historias pollos asados inalcanzables para el y para todos los chicos de
todos los barrios.
Y pasteles?, a que sabían los pasteles?.
Ni
idea, las tartas, caramelos o pasteles eran objetos no identificados en
una España hambrienta y cutre donde conseguir unas barras de pan era ya
casi misión imposible por precio y escasez.
Acabada
la segunda guerra mundial la situación de escasez se hizo realmente
insoportable, España estaba aislada, bloqueada como castigo por su apoyo
a los nazis perdedores. No había institución internacional en la que
fuera admitida, y el Plan Marshall de 1947 no llegó a las tierras
Españolas como consecuencia de su apoyo al Regimen perdedor.
++++
El Plan Marshall (denominado oficialmente European Recovery Program o ERP) fue el plan más importante de Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo.
Tras seis años de guerra, buena parte de Europa
estaba devastada y millones de personas habían muerto o habían quedado
lisiadas. Los combates se habían producido prácticamente por todas
partes, abarcando un área mucho más grande que la que había sido
afectada durante la Primera Guerra Mundial.
A causa de los bombardeos aéreos, la mayor parte de las ciudades
estaban muy dañadas, y en especial las áreas industriales que habían
sido los objetivos principales de dichos bombardeos. Berlín y Varsovia eran montañas de escombros, y Londres y Rotterdam
habían quedado muy perjudicadas. La estructura económica del continente
se había quedado en nada y millones de personas se encontraban en la
indigencia. Aún cuando el episodio de hambre holandesa de 1944
se pudo resolver, la devastación general de la agricultura provocó una
oleada de hambre en toda Europa, agravada por el duro invierno de 1946-1947 en el noreste de Europa. También estaban destruidas las infraestructuras como, por ejemplo, las vías férreas, los puentes y las carreteras, que habían sido objetivo principal de los bombardeos aéreos, y muchos barcos
de carga habían sido hundidos. Los municipios más pequeños no habían
sufrido tanto los destrozos de la guerra, pero la carencia de redes de
transporte los había dejado prácticamente aislados tanto física como
económicamente.
++++++
A
la devastación de la postguerra civil en España se sumó la hambruna
Europea que castigó las exportaciones en los años de guerra en Europa.
Una
vez acabada la Segunda Guerra esas pequeñas exportaciones llegaron a su
fín, carente de recursos propios el hambre, la soledad, el aislamiento
internacional ante un Regimen Dictatorial Fascista en España fue
absoluto y total.
Nadie
comerciaba ni deseaba hacerlo con un pais apestado que había apoyado el
Regimen de la Alemania Nazi, y los pobres españoles supervivientes de
una Guerra Civil propia, trataban de superar la situación de las formas
mas inimaginables.
Se
aprovechaba todo, no se tiraba nada, los cubos de la basura tardaban en
llenarse días, y cuando el "carro de la basura" tirado por una mula
pasaba por las destartaladas calles sin pavimento alguno los chicos o
las mujeres acudian prestas a la calle con el cubo en la mano para que
fuera vaciado dentro del carro.
La
peste en verano era soportable porque pocos productos tenian alguna
opción de pudrirse. Cualquier alimento orgánico suceptible de ser comido
había desaparecido en los estomagos familiares y en realidad había muy
pocas cosas susceptibles de ser arrojadas a la basura.
Un
pequeño carretón arrastrado por una o dos mulas era suficiente para
cubrir las necesidades residuales de innumerables calles del barrio.
Los
carros eran proporcionados por los llamados "traperos" que se
encargaban de recorrer los barrios, con permiso de la autoridad, y
amontonar los residuos en los llamados "basureros" que proliferaban
por docenas en las afueras de los barrios capitalinos.
Para
los chicos y chicas del barrio no había nada mas divertido que bajar la
calle Amalia y meterse en el "basurero" de la pequeña zona. Allí se organizaban fogatas y se orinaba en ellas, se rebuscaba en la basura y
siempre aparecía algun objeto curioso e inservible, pues previamente los
traperos ya había hecho acopio de los trapos, papel, o chatarra que le
pudiera reportar algunas pesetas.
continuará...................................................................
el gatufo