A veces recibía encargos para los panteones o figuras en los cementerios y cuando un trabajo era lejos de donde vivia se marchaba y pasaba largas temporadas fuera de la convivencia con su mujer y sus hijos.
El contacto con los aldeanos labradores en la taberna tampoco era de su agrado y jamas se le veia confraternizar con ellos tomando unas pintas o unos chiquitos de vino.
Buscaba sus trabajos de cantero en recónditos lugares de la geografía del norte de Burgos, o en las provincias cercanas de Vizcaya o Alava y no era entendido por casi nadie en el lugar en el que moraba.
Por el contrario Manuela, su esposa, era una labradora de pura cepa. Lo llevaba en la sangre de sus antepasados.
Manuela, mi abuela, amaba las tierras heredadas de la familia, cuidaba del ganado, sembraba la mies, acompañaba a los segadores en verano, manejaba el trillo en la era y engordaba los cerdos para la matanza del invierno.
Era una mujer fuerte y dura como las peñas que rodeaban su aldea.
Ahorraba lo más posible para agrandar sus tierras y trabajaba de sol a sol además de parir hijos durante casi veinte años en sintonia con las estancias de su marido en la casa.
Doce hijos fueron naciendo a lo largo de los años, demasiadas
bocas que alimentar para tan poca hacienda, no había pan para todos y muy pronto las chicas mayores se vieron en la necesidad de emigrar a La Argentina para abrirse un futuro incierto en aquella tierras.
Cinco hembras y un varón se vieron abocados a emigrar y tomar pasaje en un trasatlantico que partía de Bilbao o Santander y hacer una larga travesía hasta la ciudad de Buenos Aires donde les esperaban familiares primero y luego las sucesivas hermanas que se habían establecido previamente en la gran ciudad Bonaerense, capial de La Argentina.
Angela, Emilia, Nieves, Felicitas y uno de los varones, Paco, tuvieron que emigrar de su casa igual que hacían multitud de mozos y mozas de las localidades cercanas.
Francisco, Paco familiarmente llamado, era necesario para trabajar las tierras, nunca hubiera emigrado si no hubiera tenido que salir huyendo de su casa como desertor por no ser enrolado como recluta en el ejercito Español destacado en las guerras del norte de África.
Las bajas de reclutas en aquel ejercito eran numerosas, nadie quería ser destinado a aquellas tierras Africanas, y lo que es peor se compraban con grandes sumas la exención de tener que acudir a filas, ocupando otros el puesto de los soldados exentos por dinero de acudir a la llamada del ejercito destacado en las escaramuzas Africanas.
Paco fué uno de los desgraciados llamados a ocupar el puesto de un rico del lugar, cuyo padre había pagado una gran suma para librar a su hijo del servicio militar en Africa.
Enterados de ello y con el mayor sigilo, sin despedirse de nadie en el pueblo o la familia, José y Manuela mandaron a su hijo a la Argentina con sus hermanas, sabiendo que nunca más volverian a verle por ser un desertor.
La tristeza de esos padres y de su hijo se vio compensada por la satisfacción de salvar probablemente su vida.
Ahorrando
lo mas posible y con gran pena embarcaron al hijo para siempre en uno
de los grandes barcos que partían hacia las Américas.
Seis hijos habían partido ya para Argentina, ninguno salvo Nieves volverían a ver a sus padres, que triste cometido traer hijos al mundo para verlos partir sin esperanzas de regreso.
En la casa familiar permanecían cuatro de los once hijos que vivos vinieron al mundo, una de las hijas mayores, Isabel se había casado con Goito, un mozo del pueblo con el que muy pronto tendría su primer hijo, Jose María, nieto de Jose y Manuela.
De los cuatro hijos restantes una de la hijas también decidió irse a America con sus hermanos, en el pueblo de Gayangos no veía futuro para su vida así que partió a uno de los puertos del Norte, Santander o Bilbao e inmediatamente embarcó rumbo a la Argentina, a la que nunca llegaria pues desgraciadamente el barco naufragó cercano a las costas Gallegas, lo que fue una tragedia absoluta para el Valle de Mena en Burgos, donde habían nacido la maria de las víctimas.
Nos situamos por tanto en que de una familia de trece miembros solo nos quedan ya cinco en la casa, tres hijos, Pepe, Jesús y Paquita, sus padres José y Manuela y otra hija en una casa cercana de la aldea, casada ya con Goito y con el primer nieto nacido para esta pareja de abuelos Manuela Gomez y José Perdiz.
Paquita es la menor de los once hijos nacidos vivos de esta dispar pareja formada por una labradora burgalesa y un cantero gallego que no tienen nada en común, solo amor, una casa y muchos hijos.
Por supuesto el era mayor que su mujer, distintos, dispares, con trabajos e inquietudes muy diferentes.
¿Que puedo unirles?
El amor que se profesaban simple y llanamente.
¿Como llegaron a conocerse y decidirse a fundar una familia?
Para mi, su nieto, nunca he llegado a saberlo pues José murió antes de que su hija Francisca, mi madre, conociera a su marido y se casara con el.
Mi abuela Manuela falleció siendo yo muy niño, con siete u ocho años la señora abuela muy anciana para aquellos tiempos tambien dejó de existir dejando un gran vacio entre sus nietos, mis hermanas y yo, que sentian profundo amor y respeto por ella.
Como buenos nietos siempre estabamos deseosos de que nos contara historias, nos cantara canciones que ella recordaba a la perfección y nos recitara los cuentos que los buhoneros y ciegos recitaban según iban pasando por los pueblos.
Las tradicciones, las historias o los cuentos se transmitian de voz en voz, no habia en los pueblos ningun libro, ni prensa, ni radio, y las noticias, chismes o cuentos se transmitian de boca en boca.
Ella, Manuela, nos contaba cuentos tremendos sobre crimenes que habian sucedido en su época y siempre los adornaba con algo de su propia cosecha como fábulas, cuentos de brujas o duendes que figuraban en su imaginación aldeana.
Hoy que puedo entender la letra de las canciones entiendo el motivo de que mi madre riñera a mi abuela y le dijera, madre no le cante esas canciones a los niños, pero a nosotros nos encantaba escucharlas sabiendo en el fondo que habia algo prohibido en ellas.
A mi abuela le escuche decir muchas veces que ella era "una moza muy guapa" y debia de serlo para que un gallego de Pontevedra, artista y culto, decidiera casarse con ella y quedarse a vivir en una aldea del Valle de Mena en el norte de la provincia de Burgos.
Gayangos, el pueblo donde nació mi abuela y sus once hijos pertenecía y sigue perteneciendo a la Meridad de Montija, siendo alli en aquellas tierras donde se fundo lo que sería Castilla y posteriormente el Reino de España.
Las Merindades ocupan un tercio de la provincia de Burgos, situadas al norte es una región histórica de Castilla la Vieja.
Sus limites geograficos están delimitados por la comunidad de Cantabria, la provincia de Vizcaya al noroeste y al este la provincia de Alava.
En la Alta Edad Media la comarca se suma a la reconquista iniciada por Don Pelayo en Asturias.
La primera vez que se pronuncia la palabra CASTILLA aparece escrito en un documento fundacional del Monasterio de Taranco, enclavado en el Valle de Mena, y surge para referirse a un conjunto de territorios situados al norte del rio Ebro y que da origen a Castilla por la abundancia de baluarters defensivos llamados posteriormente castillos.
En el siglo X, Fernán González organiza la region y crea las Merindades como entidad político-administrativa.
A principios del siglo XI se
crea la primera Guardia de los entonces Condes de Castilla y
posteriormente los Reyes de España, que se mantendrá hasta la
actualidad, los Monteros de Espinosa, con la peculiaridad de que debían ser naturales de la villa de Espinosa de los Monteros.
El siglo XI es el de mayor esplendor para el monasterio de San Salvador de Oña, al convertirse en el primer panteón real de Castilla.
En el siglo XVI, el Doctor Mendizábal, por orden de Felipe II, otorga a Villarcayo el título de capital de las Merindades, con el propósito de que la ciudad del Condestable, Medina de Pomar, reduzca su poder.
Durante la conquista de las nuevas tierras de America destacó Juan de Salazar y Espinosa, natural de Espinosa de los Monteros,
junto a muchos otros nobles desplazados a las Americas en busca de
fortuna, y a su retorno levantaron impresionantes casonas como símbolo
de su éxito, es decir, los indianos.
Casi la mitad de la población de las Merindades fue emigrando hacia el Gran Bilbao en los años 50, 60 y 70.
Fue hacia el año 1865 cuando Manuela Gomez ve la luz por primera vez en una aldea próxima a Villacaryo de nombre Gayangos.
La
comarca de Las Merindades está compuesta por más de 360 núcleos de
población agrupados en 27 municipios y contaba en el pasado siglo con
una población total de unos 24.500 habitantes.
- los municipios son de las Merindades son:
- Alfoz de Bricia
- Alfoz de Santa Gadea
- Arija
- Berberana
- Cillaperlata
- Espinosa de los Monteros
- Frías
- Junta de Traslaloma
- Junta de Villalba de Losa
- Jurisdicción de San Zadornil
- Los Altos
- Medina de Pomar
- Merindad de Cuesta Urria
- Merindad de Montija
- Merindad de Sotoscueva
- Merindad de Valdeporres
- Merindad de Valdivielso
- Partido de la Sierra en Tobalina
- Trespaderne
- Valle de Losa
- Valle de Manzanedo
- Valle de Mena
- Valle de Tobalina
- Valle de Valdebezana
- Valle de Zamanzas
- Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja
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Manuela era una más de muchos hermanos que fueron naciendo en la frías tierras arriba mencionadas.
Se
distinguía por su belleza de cuerpo y alma pues si hubo una mujer
entregada a los demás, a los más pobres y desfavorecidos esa fue ella.
Ofrecía
frecuentemente refugio en su propia casa a los trashumantes vagabundos o
quincalleros que recorrían la región pasando hambre y frio en la
heladas noches de invierno.
Como ya he relatado antes la joven Manuela posó sus ojos y abrió su corazón a uno de los artistas trashumantes que procedente de las norteñas tierras Gallegas dedicando su arte a esculpir en piedra los blasones de los antiguos señores castellanos.
Habiendo nacido en una región cuna de antiguos canteros Celtas, Covelo de Antas (Pontevedra), José recorria las tierras del norte de Burgos, trabajando la piedra y creando figuras de santos o angelotes para las iglesias, cruces y lápidas para los cementerios.
Jose tambien creaba escudos de armas y blasones añejos para los indianos que se construían grandes casonas y querian rememorar las pasadas glorias de sus viejas familias castellanas. Mucho encanto debía tener Manuela para que el artista viajero decidiera contraer matrimonio con ella.
Nunca conocí a mi abuelo, falleció antes de que mi madre contrajera matrimonio con mi padre.
Lástima pues me hubiera gustado conocerle, y ahora viendo la foto de su familia, la mia, me dicen que tengo un mucho de su físico.
el gatufo