Datos personales

Mi foto
Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

sábado, 6 de octubre de 2018

ADOLESCENCIA Y SEXUALIDAD

La España de los 50




CHISPITAS




Adolescencia y sexualidad, dos factores que multiplican por diez la sensibilidad de los críos que se acercan a la pubertad y Emiliano no es la excepción. Con nueve años todo lo relativo al sexo comienza a interesarle y aún no ha empezado a madurar. 

Nunca el concepto de pecado había sido significativo para el, ahora todo comienza a cambiar y cada vez se siente mas indefenso ante las fuerzas de lo que entonces se consideraba "el mal" es decir el "sexo solitario" perseguido y penado con las llamas del infierno. 

Las horribles y tremebundas historias que se leían en misa o a la hora de comer todas trataban de lo mismo, pecado y condenación, y el terror de morir en pecado por cometer actos llamados "impuros" iba haciendo presa en el animo y espíritu de los pequeños pre-adolescentes. 


En voz baja comentaban sus descubrimientos sexuales, que si hombres y mujeres hacían "eso", el acto, y no solo una vez para encargar los niños. Lo hacían en muchas ocasiones y era muy placentero. ¿Cómo lo hacían? Pues ya sabes, hay que introducir la "cosa" dentro de las mujeres y luego, bueno... luego nadie lo sabía pues la experiencia era nula.
Que asco, comentaban algunos, "la cosa dentro de su cosa", ¿y eso puede gustar?. Es seguro que gusta, comentaban los mas mayores, pues cuando los novios se casan y van de "luna de miel" están muy contentos y por eso se llama "de miel" por que tiene que ser muy dulce practicar eso, el sexo. 


Chismes y comentarios de esta índole corrían de boca en boca de los críos, sazonados con auto tocamientos de investigación prematura. ¿La cosa dentro? y ¿como?, si es tan blandita y pequeña pensaban los pequeños. Blandita y pequeña la tenéis ahora que sois un críos pequeñajos, les decían los expertos o tempraneros, ya veréis lo que pasa dentro de poco una vez que os manipuléis lo suficiente. ¿Y eso como se hace?, preguntaban una y otra vez los de nueve o diez años a el menor descuido. Pues eso, silencio, hay que manipular, tocar, mover la mano, y zas ocurre.
Con estas explicaciones el crio no se enteraba de nada y a el, de momento, estos temas le daban extrema vergüenza. No le gustaba hablar de eso pues con dos hermanas en casa le daba pudor pensar en esas cuestiones de chicos y chicas.


En la calle jugaban todos juntos, chicos y chicas revueltos, aunque si había juegos exclusivos de muchachos y otros de chicas. Por lo demás todos eran considerados compañeros de juego y a veces las peleas o puñetazos se repartían sin distinción de sexo alguno. 


En el colegio todo era diferente, al ser solo chicos las conversaciones maliciosas proliferaban por los corrillos. Cuando se divisiva algún profe cerca, o el rector, se cambiaba de inmediato el tono o la conversación y salía a relucir los partidos de futbol, el Real Madrid, o cualquier otra cosa que sucediera en ese momento. 


En voz baja también hablaban de los que habían expulsado por faltas a clase o por alguna otra pequeña-gran falta castigada con la expulsión inmediata. Hablar en misa o el rosario iba acumulando pequeñas faltas que una vez sumadas constituían faltas severas. A las cinco también se castigaba con la expulsión y no había recurso posible. 


Se acercaban las Navidades del año 1952 que no cambiarían nada en la vida del pequeño muchacho que acababa de cumplir los nueve años. Inmaduro, inocente, indefenso casi, pronto iría desarrollando un espíritu de superviviente que le acompañaría durante toda su vida.


El insulto o los motes eran lo habitual en el mundo infantil del colegio, pues a casi nadie se le conocia por su auténtico nombre.

El gafotas, el gordo, el enano, el pelota, el sucio, el malnacido, el hijo de cuarenta padres, e infinidad de apelativos mas era lo corriente. A el a veces le llamaba perrito o perrita y no sabía el motivo. 
Quizás fuera por su edad, por ser pequeño y ¿de aparente inocencia?.
quien sabe, no lo sabe tampoco le gusta el mote, pero nada puede hacer parar quitarlo de la mente de alguno de sus compañeros que disfrutan haciendo pullas de cualquiera que no fuera ellos mismos.






el gatufo

No hay comentarios:

Publicar un comentario