A las seis y media toca levantarse e ir al servicio pues los años no pasan en balde y a cierta edad la próstata no respeta al durmiente.
Y cuesta orinar pues no hay relajación donde debiera haberla, hay que esperar a que todo llegue a su normalidad y repose flácido para desaguar al menos lo suficiente para recuperar otra vez mi cama.
No acude ya el sueño y estoy inquieto por levantarme y comenzar el día.
Si no duermo no aguanto la cama, la radio no me sujeta a seguir tumbado, mi gato está pegado a mi cuerpo y deja que le acaricie para relajar mi mente.
No se mueve, su respiración acompasada es un sedante, lo siento vivo bajo mi mano y su vitalidad es un talismán cotidiano que me anima a tirarme del lecho sin ninguna pereza.
Para que me levanto tan temprano si en teoría no tengo absolutamente nada que me obligue a salir de entre las sábanas.
Se está bien aquí, me digo, calentito.
Cuca sigue dormida a mi izquierda y a vece me comenta entre sueños que siga acostado, que se está muy bien ahí escuchando las noticias y comentarios sobre el tráfico, la temperatura, y las novedades informativas del nuevo día.
Esta mañana hice el propósito de permanecer mas tiempo acostado, y pasaron las siete, las ocho, y fue mi gato quien se tiró de la cama extrañado de no ver que me levantaba.
Fue a su caja, removió la tierra, orinó, se aseó, y al rato vuelve a subirse en la cama, se coloca a mi lado y comienza a darme golpes con sus patas como diciéndome, ya vale, es la hora de empezar tu jornada.
Le obedezco y me levanto presto para que una vez frente al monitor del ordenador, el salte sobre mi pecho y aterrizando con sus patas se coloque entre mis piernas y comience su nuevo sueño matutino.
Gatufo es animal de costumbres, incluso mas que yo mismo, y su reloj mental funciona a la perfección.
Llega la hora de que me levante y si no lo hago es el quien me empuja a no permanecer acostado.
Este inteligente bicho, mi gato, sabe que no me conviene estar en cama mas de lo necesario y si me retraso se encarga de recordármelo activamente.
Tengo que estarle agradecido.
el gatufo
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