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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

martes, 16 de diciembre de 2014

LOS JESUITAS Madrid 1952





Plaza de Castilla, Madrid, años cuarenta y cincuenta.




La actual Plaza de Castilla en Madrid, era llamada coloquialmente "Hotel del Negro" cuando Emilianito transitaba por sus alrededores.
Y el motivo era un enigma para el. ¿Hotel del Negro?, donde está el hotel, que es un hotel, se decía el pequeño, y el ¿Negro?. Quien sería el negro.





Si preguntaba por estas cuestiones el mutismo era absoluto. Con lo que sería mucho mas tarde, empezando a ser adolescente, cuando sus preguntas se vieron respondidas por los chicos de la calle.
El Hotel del Negro era una "casa de putas" durante la República, y el negro era quien lo dirigía.
¿Casa de Putas?, y eso que es, preguntó el muchacho. Jo, pareces tonto chaval, ¿no sabes lo que es eso?.
Así, lentamente y con nueve años comenzó el crio a saber los enigmas del sexo.
Hasta ese momento niños y niñas seguían jugando juntos y revueltos, sin prejuicios de ningún orden, no obstante muy pronto algunas niñas dejarían de bajar a la calle a mezclarse con los muchachos y formarían sus grupitos a parte con otras niñas de su edad.








Con ocho años al chaval lo habían sacado del instituto "Torres Garrido" y lo habían inscrito en un nuevo colegio, esta vez de Frailes Jesuitas que había en el barrio de Chamartín de la Rosa.
Lo de "La Rosa" nadie sabia el por que, posteriormente desapareció "La Rosa" y quedó solo "Chamartín" para la posteridad o el momento actual.



(Madrid, la Castellana, años cuarenta y cincuenta)




(Madrid, Paseo de la Castellana, hoy)

Con un frio helador, en invierno. empleaba media hora de larga caminata subiendo Bravo Murillo, atravesando "El Hotel del Negro" o Plaza de Castilla, y bajando por Mateo Inurría hasta el colegio-convento de los Jesuitas.
A las ocho y media cerraban la verja de entrada al recinto y nadie entraba en su interior.
Con cuatro, si cuatro, faltas no justificadas el chico era expulsado del colegio de inmediato por faltas de puntualidad o novillos.
El temor a ser expulsado era permanente pues se creía que este colegio tenía que ser muy bueno al ser regentado y propiedad de "los Frailes Jesuitas", nada mas lejos de la realidad pues para el muchacho, y sus compañeros, fue una fuente de sinsabores y torturas administradas sabia y ladinamente por sus maestros, seglares, y su director padre jesuita imbuido de un rígido espíritu de rectitud y disciplina.




Que alegría para sus progenitores, el chico va a un colegio de curas, allí le enseñaran bien todas las materias y lo educarán adecuadamente.
Y no es caro, que va, poco más de lo que reclamaban en el anterior instituto "Torres Garrido" donde olvidó todo lo que ya sabía, comentaban entre ellos.

A sus hijas las habían sacado de un colegio de monjas, "Las Adoratrices", ubicado cerca de la casa en la que vivían,  por el mismo motivo que al chico. No aprendían nada en absoluto, se pasaban el día rezando, tenían que ir muy limpias, el pelo recogido y un uniforme impoluto.

En una ocasión en la que a Paquita, la madre, no le dio tiempo a recogerles el pelo adecuadamente, las monjas pasearon a las dos hermanas por todas las clases indicando la forma en la que NO había que acudir al colegio-convento. Luego las mandaron a casa para que su madre las peinara convenientemente.

Ya no volvieron a semejante lugar, convento de "brujas", según la madre.
De inmediato hubo que buscarles un nuevo colegio, esta vez privado y de pago, donde finalmente comenzaron a aprender algo de provecho.

Pronto con nueve para diez años empezaron a estudiar lo que entonces llamaba "bachillerato" y durante cinco años o más estuvieron sometidas a la disciplina de un colegio privado seglar.
Muy caro para los bolsillos de la mayoría, y protesta continua para Paquita su madre, que mensualmente tendría que apartar una sabrosa cantidad de pesetas para el estudio de las dos muchacha.





Nuestra Señora del Recuerdo. "Los Jesuitas"   Madrid



Emilianito sería menos gravoso, empezó su bachillerato con ocho para nueve y la mensualidad que pagaba era mucho menor que la satisfecha por sus hermanas.






el gatufo

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