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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

CENSURA






Para la sociedad generada por la dictadura de Franco en los cuarenta, cincuenta e incluso sesenta, todo aparenta ser claro y verdadero.
Las ideas son escuetas e inamovibles.

Las madres solteras son chicas o mujeres descarriadas que son apartadas de la sociedad. Son fruto de cotilleos o comidillas cuando no son directamente expulsadas de casa de sus padres por ser una vergüenza para la familia.

La homosexualidad es una aberración que no tiene cabida en las costumbres cristianas o morales del Estado.
A veces es perseguida, denunciada y finalmente condenada con cárcel o palizas sabiamente administradas por la brigada político social.

Cualquier opinión o idea que se aparte de la doctrina cristiana o del glorioso Movimiento Nacional del treinta y seis, es prohibida y perseguida con saña.
Los partidos políticos están prohibidos y sancionados sus miembros.

España sufre una conspiración Judeo-Masónica inspirada por las fuerzas extranjeras enemigas de nuestro glorioso pasado y prometedor futuro.

Chicas a un lado, chicos a otro. Perfectamente diferenciados y separados los sexos en escuelas, recintos sociales e incluso en algunos actos lúdicos celebrados en pequeñas ciudades de España.

Carnavales prohibidos por decreto.

Cesura en todos los medios, cine, radio, prensa y cualquier otro boletín informativo.

El sexo está prohibido por decreto. No existe. Chicos, Chicas, Mujeres y Hombres son seres asexuados que solo sirven para procrear y dar españolitos a la Nación.

El pecado existe en cualquier sitio, permaneced siempre alerta recomiendan en pequeños panfletos repartidos en diócesis y organismos sociales.




Se prohíben bailes agarrados, besos, tocamientos impuros, revistas extranjeras y todo símbolo explicito de lubricidad.

Diferencia de derechos y obligaciones entre ambos sexos.
La mujer es madre, compañera y esposa, nada más. Mejor en casa que fuera del hogar.

Chicas que deberán aprender cocina, costura, bordado y prestaran parte de su tiempo en el Servicio Social Obligatorio si alguna vez desean trabajar fuera de sus casas.

Chicos que aprendan a jugar al futbol, balón mano o balón cesto a lo sumo. Servicio militar obligatorio y cartilla militar durante diez, quince o veinte años.




En Semana Santa se prohíben cualquier clase de espectáculo o divertimento no religioso. Música clásica en las ondas, teatros cerrados, cines con la Pasión de Cristo o peliculas de Romanos, y visitas a las Iglesias haciendo las Estaciones.
Procesiones, Rosarios, Vigilias, propiciadas y retransmitidas para toda la Nación.
Futbol, Pan, y Toros, esa es y será la norma por años.

La lista es interminable como corresponde a una dictadura férrea que se precie.
Dictadura de derechas, copiada en muchas de sus normas y maneras a las de izquierdas, salvo en lo que a la Religión se refiere.
Y la sociedad temerosa del pasado calla y acepta, en apariencia, mientas sotto voce se cuentan chistes a costa de Franco, su esposa, el gobierno y los curas.

La España de charanga y pandereta  mencionada por Machado que siempre será la misma. 

y MAS.      

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1952 CUALQUIER DIA






El invierno de 1952 iba a ser duro para el pequeño Emiliano. Cumpliría 9 años en noviembre y para esas fechas el frío de la meseta se dejaba notar en mañanas gélidas y mediodías templados.

No tengo frio, piensa el, como es posible que digan siempre lo mismo.

Que frío hace, repiten estos mayores, y yo me pregunto, ¿es que no se enteran de que en invierno hace frío y en verano calor?. 
Anda lo mas rápido que puede, lleva la mente en blanco pues no sabe lo que le espera.
¿Para que preocuparse?. Peor que estaba en el Torres Garrido no voy a estar aquí.
Espero pagar todos los meses y que no me tengan que hablar de los bocadillos que me como al desayuno.
Que pesado era ese señor repitiendo una y otra vez siempre lo mismo.
¿No se cansaría?
Y mamá me seguirá preguntando ¿Qué hacemos en el cole?. Espero que ya no, dicen que es bueno, veremos.

Con estos pensamientos el chaval atravesaba la gran plaza descampada a la que llamarían Plaza de Castilla y por la que el viento no paraba de soplar.

La Sierra de Guadarrama blanqueadas sus cumbres por las primeras nieves lanza puntazos de oxígeno que purifican la atmosfera de la gran ciudad.
También hace sentir el viento helado que acompaña a las mañanas de un Madrid aterido, sin leña ni carbón para atenuar el frío crónico de sus habitantes.
El crío no es uno de ellos, rebosa de energía hasta el punto de que nunca lleva abrigo, un jersey grueso, una bufanda y guantes de lana confeccionados por su madre, y a veces una chaqueta arreglada para el de su padre que suele llevar con desgana.
Es alto para su edad y comienza a llevar prendas adaptadas de su padre. 

No le gustan, preferiría llevar algo suyo, propio, comprado expresamente para el, pero no hay dinero para semejantes lujos y debe conformarse a regañadientes con las prendas de uniforme que a su padre le suministra el Banco Hispano por su puesto de ordenanza.


Maravilloso, piensa el, se van a partir de risa lo críos cuando me vean de semejante facha. Una chaqueta de uniforme que se ve perfectamente es de mi padre.

En cuanto pueda me la quito, pero ¿donde la guardo?, si la pierdo mi madre me mata.

Ha llegado a las verjas del colegio con diez minutos de margen. Entra y comienza a examinar a los chicos que van llegando. No sabe donde está su clase, tendrá que preguntarlo.


El barullo es impresionante, sale un profe y grita, todos al patio, rápido, ¿Qué hacéis aquí dentro?.

Formar filas de a tres por curso, los de primer año a la derecha, a su izquierda en fila los de segundo, y así sucesivamente hasta los de cuarto grado.
Quiero ver cinco filas perfectamente alineadas de menor altura a mayor, así os veo a todos, el que se mueva  va a cobrar por ser el primer día de clase.

Atropelladamente y a empujones los chicos van saliendo a un enorme patio que hay en la trasera del edificio.

Desde el se ven campos sembrados, huertos y al fondo a la derecha se erigen las torres del convento de los Frailes Jesuitas que pasados unos años sería derruido, nadie sabe la razón aunque seguramente sería pura especulación al revalorizarse exponencialmente los terrenos circundantes.

Se van formando las filas mal estructuradas las de primero pues los chavales están asustados.

Las otras perfectamente sincronizadas sirven de ejemplo para los recién llegados.

Emiliano está al final de su fila, es muy alto para la media de estatura y aparenta mayor edad de la que realmente tiene. Tendrá problemas por ello, aunque eso será en su próximo futuro.





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martes, 16 de diciembre de 2014

SIN QUEJAS ´POSGUERRA







Temor es lo que siente este crio de ocho años cuando vuelve a cambiar de colegio y ahora tiene que ir a uno regentado por Jesuitas.
Hora de entrada ocho y media, a esa hora se cierra la verja.

Distancia a recorrer treinta o cuarenta minutos, al paso de un chico de ocho años.

Hora para levantarse siete y cuarto de la mañana.

Emiliano piensa que tiene que hacer ese recorrido llueva o nieve, con frio o calor, y por supuesto lo hará solo.

Nada puede hacer para evitar ese desafío. El colegio al que va ha sido un desastre y sus padres piensan que la mejor opción es este colegio de Jesuitas, llamado "Nuestra Señora del Recuerdo"  que está situado en Chamartín, una zona aneja a Madrid que pronto será un nuevo distrito de la gran ciudad.

Ocho años y un recorrido de cuarenta minutos, noche cerrada en invierno, frio, lluvia, y a un nuevo colegio en el que desconoce a sus compañeros y profesores.
La amenaza es tener mas de cuatro faltas de asistencia y ser expulsado de inmediato.

De nada sirve quejarse, no hay quejas válidas en el Madrid de los años cincuenta.
Es Octubre de 1952 y este crio de ocho años comienza el recorrido que le conducirá a pasar cinco años, medio interno, en un colegio que le marcará de por vida.

Es indudable que un colegio interno, o medio interno, a una edad temprana señala para siempre a los niños y niñas que acuden a el sin ninguna defensa, a merced de sus educadores, buenos o malos, templados o violentos, cultos o iletrados.
Y no hay queja posible, privilegiados de poder acudir a un colegio donde se les enseña, o donde se les educa que esto último puede ser mas importante.

¿Educar, en que consiste esa educación?.
Una pregunta interesante y complicada.

Depende del momento, del lugar, de las costumbres, de la religión imperante, del sistema de gobierno, de los derechos reconocidos o no hacia la infancia.

En la España del año 1952 la costumbre era patriarcal, la religión era Cristiana Apostólica y Romana sustentada por un Estado confesional, el sistema de gobierno era una dictadura, y los derechos de los niños no existían.

¿Que podía sentir un crio de ocho años de una situación semejante?.





Miedo, pavor ante lo desconocido, prevención ante sus nuevos compañeros de todas las edades rejuntados en un patio enorme donde se les soltaba media hora por la maña y otra media por la tarde.
Con frio o con calor el patio era obligado, nadie permanecía dentro de la clase y un maestro vigilaba que no hubiera declarados abusos de los mayores hacia los pequeños.

Pero los había.

En dos turnos diferenciados se juntaban niños, varones, desde los ocho años hasta los once. Posteriormente salía el segundo turno con muchachos de doce hasta los catorce o quince años de edad.

Los mayores abusaban de los pequeños de todas las formas zafias y soterradas imaginables.
Empujones, insultos, amenazas, chantajes, eran habituales, que no palizas pues el profe vigilaba las agresiones descaradas.

Con esta perspectiva educacional comienzan las clases, o el calvario, que Emiliano tendrá que recorrer a una muy temprana edad de su vida.

Solo, indefenso, minúsculo, en un entorno hostil y severo que marcará su vida para siempre.






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LOS JESUITAS Madrid 1952





Plaza de Castilla, Madrid, años cuarenta y cincuenta.




La actual Plaza de Castilla en Madrid, era llamada coloquialmente "Hotel del Negro" cuando Emilianito transitaba por sus alrededores.
Y el motivo era un enigma para el. ¿Hotel del Negro?, donde está el hotel, que es un hotel, se decía el pequeño, y el ¿Negro?. Quien sería el negro.





Si preguntaba por estas cuestiones el mutismo era absoluto. Con lo que sería mucho mas tarde, empezando a ser adolescente, cuando sus preguntas se vieron respondidas por los chicos de la calle.
El Hotel del Negro era una "casa de putas" durante la República, y el negro era quien lo dirigía.
¿Casa de Putas?, y eso que es, preguntó el muchacho. Jo, pareces tonto chaval, ¿no sabes lo que es eso?.
Así, lentamente y con nueve años comenzó el crio a saber los enigmas del sexo.
Hasta ese momento niños y niñas seguían jugando juntos y revueltos, sin prejuicios de ningún orden, no obstante muy pronto algunas niñas dejarían de bajar a la calle a mezclarse con los muchachos y formarían sus grupitos a parte con otras niñas de su edad.








Con ocho años al chaval lo habían sacado del instituto "Torres Garrido" y lo habían inscrito en un nuevo colegio, esta vez de Frailes Jesuitas que había en el barrio de Chamartín de la Rosa.
Lo de "La Rosa" nadie sabia el por que, posteriormente desapareció "La Rosa" y quedó solo "Chamartín" para la posteridad o el momento actual.



(Madrid, la Castellana, años cuarenta y cincuenta)




(Madrid, Paseo de la Castellana, hoy)

Con un frio helador, en invierno. empleaba media hora de larga caminata subiendo Bravo Murillo, atravesando "El Hotel del Negro" o Plaza de Castilla, y bajando por Mateo Inurría hasta el colegio-convento de los Jesuitas.
A las ocho y media cerraban la verja de entrada al recinto y nadie entraba en su interior.
Con cuatro, si cuatro, faltas no justificadas el chico era expulsado del colegio de inmediato por faltas de puntualidad o novillos.
El temor a ser expulsado era permanente pues se creía que este colegio tenía que ser muy bueno al ser regentado y propiedad de "los Frailes Jesuitas", nada mas lejos de la realidad pues para el muchacho, y sus compañeros, fue una fuente de sinsabores y torturas administradas sabia y ladinamente por sus maestros, seglares, y su director padre jesuita imbuido de un rígido espíritu de rectitud y disciplina.




Que alegría para sus progenitores, el chico va a un colegio de curas, allí le enseñaran bien todas las materias y lo educarán adecuadamente.
Y no es caro, que va, poco más de lo que reclamaban en el anterior instituto "Torres Garrido" donde olvidó todo lo que ya sabía, comentaban entre ellos.

A sus hijas las habían sacado de un colegio de monjas, "Las Adoratrices", ubicado cerca de la casa en la que vivían,  por el mismo motivo que al chico. No aprendían nada en absoluto, se pasaban el día rezando, tenían que ir muy limpias, el pelo recogido y un uniforme impoluto.

En una ocasión en la que a Paquita, la madre, no le dio tiempo a recogerles el pelo adecuadamente, las monjas pasearon a las dos hermanas por todas las clases indicando la forma en la que NO había que acudir al colegio-convento. Luego las mandaron a casa para que su madre las peinara convenientemente.

Ya no volvieron a semejante lugar, convento de "brujas", según la madre.
De inmediato hubo que buscarles un nuevo colegio, esta vez privado y de pago, donde finalmente comenzaron a aprender algo de provecho.

Pronto con nueve para diez años empezaron a estudiar lo que entonces llamaba "bachillerato" y durante cinco años o más estuvieron sometidas a la disciplina de un colegio privado seglar.
Muy caro para los bolsillos de la mayoría, y protesta continua para Paquita su madre, que mensualmente tendría que apartar una sabrosa cantidad de pesetas para el estudio de las dos muchacha.





Nuestra Señora del Recuerdo. "Los Jesuitas"   Madrid



Emilianito sería menos gravoso, empezó su bachillerato con ocho para nueve y la mensualidad que pagaba era mucho menor que la satisfecha por sus hermanas.






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POSGUERRA





Los recursos familiares eran muy limitados en los cuarenta y principios de los cincuenta.

No había suficiente dinero para pagar un colegio privado y al chaval lo inscribieron en un colegio público del barrio.

"Torres Garrido" era el nombre del instituto, cuyo aspecto exterior era pulcro, clases luminosas atestadas de críos del mismo sexo, varones, y un gran patio para jugar en los recreos.
La calefacción era inexistente por lo que nunca se sabía si el frio era mayor dentro de las aulas o fuera en el patio. Desde luego los chicos estaban mejor en el recreo por mucho frio que hiciera.
Corrían, jugaban a la pelota, se peleaban con la supervisión de algún maestro que evitaba los puñetazos o patadas administrados con saña, mas que peleas eran agarradas sembradas eso si de insultos o gestos despreciativos hacia los componentes de las distintas pandas.






Aprender no se aprendía nada, nada en absoluto, el profesor escribía una frase en la pizarra y les decía a los cuarenta o cincuenta chicos que la copiaran en su cuaderno y la repitieran una y otra vez durante una o dos horas. Luego borraba la frase, escribía otra y vuelta a empezar.

No había explicaciones de ninguna índole, ni repaso de aritmética, lo más tres o cuatro operaciones sencillas escritas en la pizarra y a copiarlas y resolverlas en los respectivos cuadernos.
Tras dos horas de clase otra hora de recreo, bocadillo si es que lo habían traído de casa, y de nuevo en la clase algún chiquillo que salía y leía algo de lo que había escrito.
No se pagaba nada por asistir al instituto pero en la práctica pedían una pequeña cantidad mensual que iría a los bolsillos del director o profesores justificando ese importe como horas de refuerzo en el estudio.

El resultado de todo se tradujo en que el pequeño fue olvidando lo que había aprendido en la anterior escuela de frente de su casa.
Olvido multiplicar, dividir, e incluso las pequeñas nociones de geografía o ciencias que había recibido de su querido maestro José Luís.
A Emilianito su padre o su madre le preguntaban; ¿Qué hacéis en el colegio?; Y el se encogía de hombros sin saber que decir, al final confesaba, escribir y leer, con lo cual no había posibilidad de entendimiento y las preguntas o respuestas se repetían una y otra vez.

¿Pero que hacéis en la clase?, le preguntaban, y el optaba ya por no responder, se encogía de hombros, fruncía el gesto y eso era todo.
Este chico parece tonto, era la respuesta a su mutismo, y como signo de protesta para el instituto público dejaron de darle la asignación que solicitaban por las clases de enseñanza extra.

Con esa actitud paterna comenzó otro calvario para el pobre chaval, cuando el director del lugar de enseñanza le solicitaba una y otra vez el importe mensual de las inexistentes clases de refuerzo.
¡Arribas¡, decía, debes ya dos meses. Diles a tus padres que te den el importe, 25 pesetas, de la correspondiente mensualidad y ten en cuenta que se acumulan dos cuotas.
Dos, tres, cuatro y seguir sumando ya que al reclamar el crio los importes a su madre esta le respondía que no, no iba a pagar unas clases que no servían para nada.

¡Tus buenos bocadillos te metes¡, le decía el director, por falta de dinero no es, solo hay que ver las barras de pan que te comes cargadas de sardinas en aceite.
Dile a tus padres que así no puedes seguir, ya debes cinco meses y en cualquier momento estarás en la calle sin colegio y sin enseñanza.
Esto no iba a suceder, todo era un gran timo con el que los profesores mal pagados por la dictadura, trataban de compensar sus sueldos de miseria a costa de las miserias ajenas.
Un calvario para el chaval que gestaba en su interior un fondo de rebeldía hacia algo que no podía comprender. Por que no pagaban, por que el tenía que enfrentar esa situación, a que tantas preguntas, el que culpa tenía de todo ello.

Su insatisfacción se concretaba en no hacer nada durante las clases, cambiaba cromos, enseñaba boliches nuevos, hablaba con sus compañeros, se tiraban pelotillas de papel unos chicos a otros.
Eso si, el rezo puestos en pie delante del crucifijo, la canción patriótica del Cara al Sol.....con la camisa nueva, no faltaban teniendo frente a ellos colgadas de la pared las efigies de Franco y José Antonio, marrones, descoloridas, con caras de pocos amigos mirándoles con severidad.

Jose Antonio a la izquierda, el crucifijo en medio y Franco a la derecha, como es natural, fueron unas imágenes que acompañaron a cientos de miles de niños y niñas de la posguerra.
Los dos retratos se equiparaban a Jesucristo, algo que fue creando un poso de rebeldía y falta de fe a todo lo que representara, iglesia, fe, crucifijo, fascismo, dictadura, falange y demás historias representadas en esos tres símbolos de la posguerra.


el gatufo

lunes, 15 de diciembre de 2014

ESCUELA








Organismos Internacionales que fueron creados tras la Segunda Guerra Mundial fueron vetados para la España de los cuarenta y sería en Agosto del cincuenta cuando fue aceptada la candidatura española para formar parte de ONU gracias a las gestiones de los EE.UU. y algunos países de Latinoamérica.

Los embajadores habían sido retirados de la España de postguerra, ningún país quería tener nada que ver con un gobierno fascista que había apoyado a Hitler y Mussolini.

Los españolitos de entonces pagaron muy caro las veleidades de un gobierno alineado a las ideas del Nacional Socialismo.

Pero todo esto ni importaba ni se sabía por una población atemorizada y precavida tras sufrir una guerra civil.
La necesidad básica era comer, encontrar un trabajo, sobrevivir hasta fin de mes y jugar a la lotería buscando la gracia de un premio gordo.




Nada es nuevo y esa situación sería revivida sesenta y cinco años después con la mal llamada Crisis con la que algunos se han hecho inmensamente ricos y cientos de miles han perdido  su empleo, su casa, sus ahorros y sus ilusiones.

El crio recién llegado a Tetuán empezó muy pequeño a acudir a la escuela, estaba frente a la casa, y de este modo la madre no tenía que ocuparse de criar tanto pequeño a su alrededor.
No era la típica ama de casa al uso, no encajaba con las labores atribuidas a las mujeres de entonces, y a las de ahora, el criado de unos pequeños chillones, y la convivencia con un marido que todo el día trabajaba y acudía de noche cansado y con no demasiadas ganas de problemas añadidos.

Las regañinas, azotes en el trasero, y algún bofetón de vez en cuando eran la medicina habitual administrada a los pequeños de entonces.
No había problemas de malos tratos porque no se consideraban como tales los palos suministrados por padres, maestros y demás educadores.

El pequeño estaba feliz yendo a la escuela de enfrente y aprendiendo precoz a leer, las cuatro reglas y algún sencillo problema de aritmética.
Algo de Geografía, poquito sobre Ciencias y ya era mucho más que suficiente.
Con seis o siete años leía de corrido, dividía por dos cifras y era un crio tranquilo agarrado a la mano del profe cada vez que salía al recreo.

Pronto se le acabaría este tipo de vida pues sin saber como o por que se vio enrolado para asistir a otra institución docente que no le gustaría en absoluto.







el gatufo

domingo, 14 de diciembre de 2014

AÑO 1943








¿Cuantas victimas inocentes a lo largo del año 1943?. Incontables, por cientos de miles o por millones.

La segunda guerra europea continua, el exterminio de población civil, judíos, polacos, gitanos y disidentes al nazismo sigue implacable en cientos de campos de concentración y ciudades.
Nadie está a salvo de los bombardeos, fusilamientos o redadas.

En los frentes los soldados caen sin misericordia aniquilados por propios hermanos convertidos en enemigos irreconciliables y la penosa historia del hombre vuelve a repetirse una y otra vez en cualquier lugar del mundo.

No obstante nuevas vidas llegan a este universo atormentado, sumido en una guerra devastadora que dejará decenas de millones de muertos.
Un crio nace en Madrid tercero de los hijos de Paquita y Emiliano.
El matrimonio ha llegado a la capital en busca de una mejor vida para ellos y su descendencia.
Pareciera imposible que aquí en una ciudad que ha salido de una guerra civil hace cuatro años pueda esperarse cualquier clase de futuro, y costará mucho esfuerzo encontrarlo.







Paseo de la Delicias en Madrid, Noviembre, hace un frio de espanto y el pequeño Emiliano abre su boca y profiere sus primeros lloros.
Será un niño tranquilo, buenazo y comilón, aunque no hay demasiado alimento para llenar su interminable apetito.

Estará mamando muchos meses y su madre echará el resto para que no le falte leche abundante con que alimentarle.
El no recordará nada de sus primeros años en el bajo de un edificio en Paseo de las Delicias, vetusto, de varios pisos con ascensor al que su madre trata de cuidar y limpiar pues ocupa su tiempo como portera del inmueble.


El sueldo es miserable pero al menos ocupan la vivienda sin pagar ningún alquiler y eso es suficiente por el momento.

No pasará mucho tiempo en que semejante trabajo crispe los nervios de Paquita y le comente a su marido que desea cambiar de vivienda y ocuparse de sus tres hijos.

Cuando el pequeño va a cumplir los cuatro años agarran sus bártulos, los pocos muebles, colchones, ropas y utensilios de cocina y atravesando medio Madrid se establecen en su nuevo domicilio a las afueras de la capital, en el barrio de Tetuán de las Victorias que todavía no pertenece al municipio de Madrid.

Será muy pronto que engrose los distritos de la Capital, aunque las costumbres y fiestas del barrio continuarán por mucho tiempo al margen de las propias de la gran ciudad.

Tetuán y Vallecas constituyen los dos extrarradios supuestamente mas conflictivos de la capital de España, pero eso nuestro pequeño protagonista no lo sabe, el está encantado con el traslado, con el viaje encima de una destartalada camioneta desde la que va divisando la interminable sucesión de calles de un Madrid de postguerra, sumido en el hambre, el frío y la desesperanza.

Es el año 1947 la segunda guerra europea ha concluido en Mayo de 1945 con la rendición de Alemania.
El hambre y el bloqueo mundial comienza para una España cuyo gobierno dictatorial se equivocó de aliado escogiendo al Tercer Reich, consecuencia de lo cual le harán pagar un alto precio mediante bloqueo, aislamiento y falta de ayudas de cualquier índole.

¿Y que le importará al Régimen que eso suceda?. Nada en absoluto mientras se perpetúe a lo largo de decenas de años.








el gatufo






viernes, 12 de diciembre de 2014

VIVIR MORIR Y FINAL






Vuelvo a estar en casa, es lo único que importa, pues durante estos días que estuve en la calle pensé que ya nunca iba a regresar, moriría sobre el asfalto, asfixiado, asesinado o de sed e inanición.
La forma era lo de menos, la muerte estaba asegurada.

Lo peor era sentir que no vería nunca más a mi querida esposa, no saber si estaba viva o muerta, no poder decirla estoy aquí contigo, he regresado, nunca debiera haberme marchado de tu lado.
Ahora otra ver la tengo en mis brazos, la beso, la arrullo, le digo una y otra vez te quiero para lo que me quito y me pongo la máscara de oxígeno con el perjuicio que esto ocasiona en mis pulmones.

Me es igual, necesito decirle todo lo que he vivido, lo que siento, que ya nunca me alejaré de ella aunque todo es innecesario pues ella lo sabe y no hace falta que yo le diga nada.
Me han contado que Miguel llegó a casa, pudieron abrirle a tiempo, y con las mascarillas de oxígeno, agua y comida que el traía, nadie sabe de donde, pudieron sobrevivir todos estos días hasta que regresamos nosotros.
En realidad sigo aturdido, no entiendo lo que me dicen, simplemente descanso disfrutando el hecho de haber regresado y sentirme entre los míos.




Hablan de marchar, de ir hacia el norte como la única posibilidad de ponerse a salvo, a mi no me interesa, solo quiero descansar, ver a mi compañera de toda la vida. Cuidarla mientras siga vivo sin abandonarla nunca.

Sus ojos muestran la alegría que siente al verme, no dice nada dejando que hablen los demás.

Y no paran de estudiar los mapas, hacer proyectos de marcha, calcular para cuanto tiempo les durarían las mascarillas de oxígeno, la comida, el agua, sus fuerzas y así vuelta a empezar en cuanto descansan lo necesario.

Urge marchar dicen, y preparan bultos e idean formas de transportarlos.
Sobre mi esposa no dicen nada, ella no camina, está permanentemente en su silla de ruedas pues no tiene ya fuerzas de utilizar su andador. Su enfermedad ha avanzado significativamente y vuelve a incapacitarla mucho más que antes cuando quedó en la casa.

Resulta inimaginable pensar en llevarla por la calle,
¿Cómo y quien?. Nunca ha aceptado de buena gana que nadie cargue con ella y ha preferido no salir a tener que verme empujar su silla de ruedas.
Al final compramos una eléctrica ahora inservible pues no hay donde cargar sus baterías.

No hemos hablado sobre la posibilidad de marcharnos, pero se lo que ella piensa y su decisión irrevocable está tomada.
Ella desea que la dejemos en casa, que me vaya yo, que salve mi vida y que la deje a ella para abandonar una vida que le agota.

No va a ser así pero prefiero no pensar en ello, deseo abandonarme al momento feliz de haber regresado, descansar en mi cama.
Dormir al lado de mi esposa, pensar que mis hijas están a salvo y descansar.






Descansar para siempre.



FIN


el gatufo


martes, 2 de diciembre de 2014

HERIDAS





Heridas propias o ajenas, pero es necesario restañarlas para intentar curar nuestra alma, nuestro espíritu o quizás simplemente nuestra mente o la estabilidad que nos mantiene cuerdos día tras día.

Hemos sufrido, hicimos daño, nos lo han hecho, por lo cual debemos curar al amigo del perjuicio afectivo que le causamos y haciéndolo también curaremos nuestra conciencia y ganaremos en salud y tranquilidad.

No es fácil ni sencillo, pero lo bien que uno se queda cuando sin preámbulos damos un paso al frente, mandamos un mail, hacemos una llamada, o subimos a pedir disculpas por nuestro error, por el daño causado, por la incomprensión generada por una actitud incomprensible de nuestra parte.

La herida se enquista, la incomodidad crece dentro de nosotros y ya ni nos atrevemos a mirar o encontrarnos con esa persona a la que hicimos daño y que al final confundimos causa o efecto pensando que nuestra actitud era justificada y preferimos pensar en otra cosa.





Nunca vamos a curar el alma pensando que la razón está siempre de nuestra parte.
No sirve tratar de pasar página y pensar en otra cosa, la culpa corroe, la incomprensión propia se acrecienta y al final desarrollamos  un corazón de piedra incapaz de sentir empatía hacia los demás, hacia el amigo, hacia nuestro vecino, nuestro compañero de trabajo, hacia nuestra pareja.

La vida del solitario nunca llegará a ser plena, siempre le faltará la sensación de ser útil, de sentir amor, de entregarse, pedir perdón, solicitarlo, otorgarlo, ser amado.


Hagamos el esfuerzo y pongámonos en el lugar del otro, veremos entonces sus razones, comprenderemos mejor sus sentimientos, veremos como y cuando le ofendimos, entonces ha llegado el momento de pedir perdón.






Decirle lo siento, entiendo tus razones y quizás así el pueda entender mejor las tuyas y la paz, el sosiego producido al reconocer nuestro error o nuestra falta de empatía, haga el milagro de curar nuestra alma, volveremos a sentirnos en paz con nosotros mismos y habremos mejorado como personas capaces de reconocer sus errores.


Con amor.


el gatufo

viernes, 21 de noviembre de 2014

OLVIDAR







Escucho su voz, existe la gloria entre tanto dolor, me llama y vuelo atravesando la puerta de mi casa sin mirar ni ver a nadie. Corro hacia su voz que sigue llamándome sin parar.

Hola, me dice, hola amor mío. Estás aquí conmigo, gracias, gracias, estás aquí.
La veo sentada en su silla y me mira, sonríe y extiende sus brazos hacia mi. Caigo de rodillas y reclino mi cabeza sobre su regazo. Lloro, lloro como el niño que soy sobre sus senos que me acogen con calor y ternura. Sus brazos me rodean y me tranquilizan suavemente.
Estás viva, repito incesantemente, estás viva. Gracias Dios mío, estás viva.
Pues claro que lo estoy, ¿Cómo no iba a estarlo?. Te estaba esperando y no podía dejar de estar presente cuando volvieras. ¿Que hubieras pensado de mi si no me encuentras?, me dice gozosa y con el punto de ironía que siempre ronda sus palabras en situaciones comprometidas.
¿Que esperabas?, no podía marcharme sin esperarte querido mío.

Me levanto, la beso una y otra vez, finalmente nos fundimos en un profundo y largo beso que es eterno. Dura toda nuestra vida y no deseo separarme de ella, de sus labios, de su cara, de su cuerpo, nunca más.

Cuanto te he echado de menos la digo, solo el deseo de verte me ha permitido sobrevivir a tanto horror.

Calla, calla y sosiégate, me dice enjuagando mis lágrimas que no cesan de brotar.






De repente caigo en la cuenta de las personas que esperan abajo y trabajosamente me aparto de ella.
Debo de avisarles, me digo, aunque ya estoy escuchando pasos que se dirigen a donde estamos.

Veo a Gloria, al pequeño, y ¿a quien más?. Es Miguel, no lo puedo creer, ¿Miguel?, exclamo.
Claro, mi amigo, quien iba a ser.
¿Pensabas que me iba a olvidar de vosotros?

¿Y estos quienes son?, exclama apartándose y cediendo el paso a mi otra familia que callados, sucios, derrotados van llenando mi salón con su presencia.

Nos habías olvidado, me comenta mi amigo con una sonrisa, y mira con interés a su alrededor.

Tu eres Cuca, su esposa, dice, y se adelanta hacia ella cogiendo su mano y besándosela.
Encantado de conocerte querida Cuca, dice, estos son los invitados que tu marido se ha traído a tu casa. Espero que no te importe.

Asombrada Cuca mira a todos y cada uno de los seres que con timidez la miran a ella.
Miguel y Gloria los miran a su vez con enorme extrañeza, quienes son estos se estarán preguntando, y movido por su curiosidad comienzo a citar sus nombres para dárselos a conocer.

Es tal mi emoción que confundo los nombres y tengo que callar incapaz de pronunciar palabra.
Las lágrimas vuelven a inundar mis ojos y resbalan sin parar por mi cara.
Están vivos pienso una y otra vez, pero no puedo evitar que un insidioso pensamiento resbale entre tanta dicha.

Vivos si, ¿pero por cuanto tiempo?, lo aparto pero con insidia vuelve a resonar en lo mas profundo de mi cabeza. 


¿Por cuanto tiempo?.










continuará...


EXPLOSION GOZOSA





El corazón pareciera salir fuera de mi pecho. Los latidos tienen que ser escuchados por mis compañeros en el opresivo silencio que nos rodea. De repente siento una mano que acaricia mi rostro y una voz profunda suena en mis oídos. Tranquilo Emiliano, todo estará correcto, tranquilo, es seguro que tu mujer te espera en casa.

Aparto mis ojos de la añorada terraza, mi terraza, y veo a ¿Cuál es tu nombre? le pregunto a la mujer que nos acompaña.
Soy Lidia, y mi hijo es Carlos, te debemos la vida y estoy segura que encontrarás a quien amas viva, esperando que vuelvas cada segundo del día, no te rindas ahora. Mereces ser recompensado por tus buenas acciones igual que tu amigo Luis.

Gracias Lidia, que Dios escuche tus palabras, voy a estallar si seguimos aquí mirando la casa.

Vamos, el último esfuerzo, que ya casi hemos llegado, comenta mi amigo reanudando la marcha.
Le seguimos como sonámbulos y la angustia se abre paso de nuevo en mi pecho.

Las llaves, grito, las llaves vuelvo a repetir llevándome las manos a la cintura donde até la cartera de viaje que durante años me acompañó en mis viajes. Tanteo, palpo el contorno de mi cintura, y si, ahí está, siento la dureza de unas llaves que esperan ser utilizadas de inmediato.
Esperad, les digo, voy a sacarlas ahora mismo.

Ni se te ocurra, me comenta Luis. Espera a que estemos frente a la puerta en el portal del edificio. Si se te caen ahora resultará imposible encontrarlas sumergidas en esta masa informe de detritus y porquería que llena el pavimento.

Retengo mi ansia y seguimos caminando medio arrastrándonos por mitad de la calle.
Cuanta razón tiene mi compañero, si las llaves se me cayeran en este revoltijo enorme que hay sobre el suelo sería muy complicado encontrarlas.




Estoy llegando, Dios mío, estoy llegando. Que ella esté bien, que esté viva y el resto también, te lo pido Señor, ayúdame y concédeme la gracia de volver a ver con vida a mi querida esposa.

Me esperan rodeando el portal, todos me miran y yo voy moviendo unos pies que se niegan a dar un paso. Temo lo peor y retraso conocer lo peor. Que dure esta ilusión, pienso, deja que dure y retrasa todo lo que puedas abrir la puerta de tu casa, me dice una voz asustada.
Venzo la tentación, no puede ser tanta cobardía me digo, abre ya cuanto antes, seguro que necesitan tu ayuda de inmediato.

Apremiado por esta idea me pego al portal, aunque una mano me detiene en la acción de buscar y sacar las llaves.
Déjame a mi, tu estás demasiado alterado, y diciendo esto Luis mete sus manos por mi camisa, desata la hebilla que sujeta la cartera de trapo a mi cuerpo y cuidadosamente saca la misma a la mortecina luz de día.
Despacio con mucho sosiego abre la cremallera de la cartera y mete su mano por el hueco. Las llaves aparecen sujetas firmemente entre sus dedos. Examina el manojo y a la primera, sin dudar, inserta una en la cerradura del portal. Acierta, gira dos vueltas y abre la puerta.

Ir pasando nos dice, tu primero es tu casa y lo mereces. Así lo hacemos con sigilo y sin proferir una palabra. Una vez todos reunidos en torno a el, me entrega las llaves con cuidado para lo cual toma mi mano, la abre, deposita el manojo contra la palma y cierra mis dedos firmemente. Ten cuidado, me dice, que no se te caigan.
Tu vas a subir solo, nosotros esperamos aquí, no deseo que tu gente se asuste al vernos. Déjalo todo aquí, tómate tu tiempo y si necesitas ayuda, la que sea, me llamas. Yo subiré de inmediato a tu voz.
¿Te atreves a enfrentar la prueba mi amigo? me pregunta, y afirma.
Todo está bien, vas a encontrar a los que amas perfectamente, vete seguro de ello.

Me empuja con suavidad hacia las escalera y yo comienzo a subir refrenando mi angustia y la insana impaciencia por encontrar ¿que? me pregunto, ¿a todos muertos?.
No, Dios mío, no, que no sea así. No lo permitas.

Vivo en el segundo C, y poco a poco llego al descansillo del primero. No encuentro nada que no sea suciedad extrema. No hay nadie, ningún cuerpo de persona o animal. Tropiezo y caigo ruidosamente sobre los escalones. Se escucha el batacazo por todo el portal, Ay, puff, que daño exclamo.

De inmediato escucho el ruido de una puerta que se abre y al segundo una forma peluda se arroja contra mi pierna. Se agarra a ella mientras un largo y sonoro miaauuu, miaaauuu, se escucha en mis oídos como música del Cielo.

Es mi gato, es Gatufo, no me lo puedo creer. Ha salido como un rayo hacia mi cuando alguien ha abierto la puerta de mi casa al escuchar mi queja.
Estáis vivos, estais vivo, grito sin poder contenerme y salgo impulsando hacia arriba llevando a Gatufo en mis brazos.





Querido, mi querido Gatufo, está vivo repito una y otra vez mientras las lágrimas y los sollozos no paran de repetirse fuera de mi alborozada alma.
Gracias, gracias, estáis vivos vuelvo a exclamar como un loco poseso.

Una alegría inmensa inunda todo mi cuerpo que galopa hacia arriba sin ver donde pongo los pies.



continuara...........




jueves, 20 de noviembre de 2014

POLVO Y SUCIEDAD





Mi barrio al fin.
Lo que veo y voy pisando, no me impide pensar que estoy cerca de casa, mi casa como diría ET,  mi corazón se acelera según la distancia se acorta.

Ansío con todas mis fuerzas abrazar y besar a mi esposa, pero el temor me atenaza cuando pienso en las pocas posibilidades que hay de encontrarla viva.

¿Y la muchacha?, ¿se habrá marchado con su hijo sin esperarme?. Cuando sopeso sus posibilidades constato que son nulas. Imposible atravesar la ciudad sin perecer en el intento.

Nunca el barrio fue agradable o limpio, pero ahora no puedo apreciar la diferencia con los que he ido atravesando.
Todos son inmundos e inhabitables.

El polvo y la suciedad lo cubre todo, los cuerpos se amontonan por doquier, coches aplastados obstaculizan el paso al igual que troncos y ramas podridas de los árboles.
Infinidad de ratas proliferan entre los cadáveres, la mayoría muertas y mordisqueadas por sus congéneres que se mueven entre ellas.
Resulta asqueroso y fascinante ver semejante espectáculo, no es una película de terror, es tu barrio, es tu mundo, es la realidad de un entorno que agoniza.

El ser humano no tiene sitio, otras especies lucharán por sobrevivir y el alimento no les va a faltar.
Tampoco carecerán de oxigeno pues una vez exterminados los grandes mamíferos, incluidos los humanos, el aire restante será suficiente para insectos y alimañas que a miles corretean ante mis ojos.

Pisamos cucarachas por cientos, otras suben por las piernas y llegan hasta nuestro rostro. 
Ocupadas las manos no podemos sacudírnoslas de encima.
A estas alturas ya no me importan, siempre me fueron repugnantes y aterradoras, pero ahora todo es mas horripilante que cualquier insecto vivo que repte por mi cara o piernas.
Ni tan siquiera tendría fuerzas para espantarlas en el caso de que pudiera hacerlo.


Les comento, solo nos queda llegar al final de esta calle que encontramos  a la derecha, otro giro a la izquierda y estaremos frente a los bloques donde está mi casa.

Genial, en pocos minutos estaremos allí, me responde Luis que camina con soltura arrastrando el pesado carro lleno de comida y armas.
Como se las ingenia el para caminar de esa forma para mi es un misterio. Sortea obstáculos con una agilidad pasmosa, levantando casi en  vilo a las criaturas que lleva cogidas de su otra mano.

Escuchamos voces y ruidos de pisadas amortiguadas por la masa informe que cubre el suelo.
Son renegados me susurra, tenemos que escondernos, pero ¿donde?. No hay escondite a la vista, solo pegarnos a la fachada y esperar que no giren la calle continuando recto.

Si enfilan la calle en la que estamos, casi en la esquina, nos verán sin remedio.

Me alarga una pistola a la que miro con asombro. Es la primera vez que tengo un arma en la mano.
Apunta firme y dispara, me dice, es fácil, he quitado el seguro. Solo tienes que apretar el gatillo según enfiles el arma hacia el sujeto al que quieras abatir.

Se acercan, no son muchos, tres o cuatro por el ruido y la conversación que llevan. Ríen y se jactan de sus proezas. Han liquidado a una pareja que llevaba caretas y provisiones. Tienen cuerda para varios días gracias al botín que engorda en su poder. Parece que satisfechos disfrutando con el dolor ajeno.

De donde ha salido esta caterva de desalmados que siembran todavía mas terror entre los pobres supervivientes.
Ni tan siquiera serán soldados renegados, visten sus uniformes arrancados una vez muertos su propietarios e incluso alguno se ríe de ello, de lo listos que son confundiendo al personal que piensa llegan en su ayuda.
Se acercan y los matan sin disparar un solo tiro apropiándose de las pertenencias que les interesan. Máscaras, botes de oxigeno, armas y provisiones. El dinero ya no les sirve, solo joyas o adornos semejantes tienen valor para ellos.

Están doblando la esquina. El estruendo de un disparo me saca del estupor que me embarga. Uno de ellos salta hacia atrás impelido por la fuerza de la bala que lo atraviesa en el pecho. La sangre salta en un chorro incontenible tiñendo de rojo la sucia camisa verde y queda tendido boca arriba en el suelo. De inmediato suena otro disparo y el segundo sujeto se tambalea y cae de bruces sobre la pared. Se escurre y de rodillas queda quieto sin proferir ninguna exclamación.
Dispara Emiliano, me gritan, y sin pensarlo apunto al más próximo y aprieto el gatillo. Una flor roja brota en el hombro y gira sobre si mismo como una peonza hasta que se derrumba.

El otro sujeto trata de sacar un arma inútilmente, suena el cuarto disparo que le destroza la frente e impulsado se estampa contra un árbol derruido sobre la acera.
En un instante cuatro cuerpos más engrosan el montón de muertos.
Estoy mudo y horrorizado. He matado un ser humano sin dudarlo. Primera y última vez, pienso, pero estoy equivocado y pronto tendré ocasión de comprobarlo.



continuara.......

martes, 18 de noviembre de 2014

ULISES Y LAS SIRENAS







Ulises no se dejó seducir por los cantos de sirena cuando regresaba en barco a su casa en Itaca donde le esperaba su amada Penelope.
El ordenó a sus amigos que le ATARAN y que se pusieran tapones para no escuchar los halagos y las maravillosas voces de las sirenas, instándoles a navegar hacia su Isla.

Es tan viejo emitir esos cantos que a lo largo de milenios se han venido cantando en todas y cada una de las religiones y movimientos políticos sociales que el ser humano ha ido viviendo.

En esencia no cambiamos, somos los mismos de hace dos, tres, o cinco mil años. Fáciles de engatusar y seducir cuando escuchamos lo que nuestros oídos y nuestras mentes desean.

A los esclavos se les prometía la libertad e incluso el cielo e igualdad con sus antiguos amos, somos iguales les dijeron y el Paraíso os espera si cumplís una serie de reglas o normas.
E incluso si os martirizan o morís en el empeño iréis directo a la Gloria.

Si no las cumplían se les amenazaba con las penas infernales en la otra vida.

Aunque no seas feliz en esta vida lo serás en la otra y no te imaginas como y cuanto de Feliz.

Igualmente los líderes que en el mundo hay y han habido vienen o han venido haciendo justo lo mismo que los sacerdotes o predicadores antiguos. Me votas, mis ideas son la mejores, hay que derrocar, hay que hacer una revolución, etc.

Nace la democracia, la tiranía, los reinos, la república, y los movimientos obreros que reivindican derechos para los trabajadores o esclavos sometidos a horarios arbitrarios y extenuantes.

El comunismo, liberalismo, dictadura, democracia, socialismo, nacionalismo, etc. 

Todos dicen lo que millones desean escuchar, prometen, prometen, y prometen más todavía.

Cantos de sirena a cual mas bello y prometedor.
En esta vida, claro, esa es y ha sido la diferencia con los sacerdotes.

Escuchamos ahora en España los cantos de sirena del llamado "populismo" emitidos por una nueva fuerza social y política que nos habla de una especie de utopía donde no habrá pobres, ni desempleados, se repartirá la riqueza de la forma mas justa imaginada, y el ciudadano/a tendrá todos los derechos habidos y por haber.

¿Obligaciones?, se les han olvidado mencionarlas, aunque doy por hecho que para obtener todo eso que nos prometen habrá que votarles a ellos, comulgar con sus ideas y así todos seremos felices, imperara la justicia, la paz, y la igualdad de la mayoría de nosotros.

Mientras, algunos se han colocado en puestos que relumbran y les proporcionan unos sueldos de escándalo.
Bueno, de eso no se habla, no van a renunciar a las decenas de miles de euros mensuales que han comenzado a ganar.

Tu vas a la obra, al banco, al tajo,.....y yo me gano diez o quince mil euros mensuales yendo a Bruselas en primera clase.
No obstante esto es provisional, mas adelante igualaremos los sueldos y tu ganarás lo mismo que yo. 







Y voy yo y me lo creo, no pienso que siempre a lo largo de milenios han dicho justo eso, me votas, sigues mis enseñanzas o mis políticas (son las mejores)  y todo cambiará a bien para ti, y para mi, ya está cambiando pero mejor no te lo cuento.

No se cansan, repiten la misma seductora canción que las sirenas de Ulises.

Halagan nuestros oídos diciéndonos con voz educada, seductora, bien timbrada y profunda, justo lo que deseamos escuchar en estos momentos de penuria y miseria para millones que como es lógico se dejaran seducir por los cantos de sirena, y si no al tiempo.

Que bonito suena cuando se escucha en la cuatro o en la sexta, e incluso otros les siguen el juego y se hacen eco de los cantos.

Vale, estupendo, pero YO NO ME LO CREO, y por si hubiera peligro de seducción me pongo los tapones y no sintonizo las cadenas de tv., donde inexplicablemente se emiten estos cantos una y otra vez no se muy bien los fines.
¿ Ganar dinero a base de nuestra credulidad ?.
Todo esto que está sucediendo en España es demasiado viejo y los libros y la historia, cuando la leemos, me sirven y me han servido para ser un escéptico a lo largo de mi vida.









gatufo