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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

domingo, 26 de octubre de 2014

PANICO CONTENIDO







Sigo mirando la televisión sin verla, no presto atención a lo que dice el locutor, ¿problemas técnicos?, que extraño.
¿Todas las cadenas con problemas técnicos?, no me lo creo y no digo nada para no empeorar los temores de las dos mujeres.
El niño, Pedrito o Tony?, le llamaré Tony, está acurrucado contra su madre y sigue sin hablar aunque su cara ya no muestra la tensión que tenía hace unas horas. Salgo del salón y conecto la rádio, alguna emisora habrá que diga lo que está ocurriendo, pienso, tengo suerte y así es.
Logro captar una emisora pirata donde están diciendo que el ejercito ha tomado todas las cadenas de televisión y radio, desean controlar lo que se emite para que la gente no se alarme mas de lo que ya está.
La consigna es "que no cunda el pánico" con noticias adversas.
No son conscientes de que cercenando la información la gente se alarma mucho más.
Ya hay altercados y manifestaciones en varias ciudades europeas.
En París y Londres se han reprimido con dureza manifestaciones multitudinarias y hay cientos de detenidos y varias víctimas mortales.
La gente quiere saber que está pasando y que medidas está tomando su gobierno para enfrentar el problema.

Nada mas fácil que pedir medidas para atajar el problema, pero ¿cuales?. No se me ocurren, yo soy un jubilado de 65 años que a duras penas puedo cuidar de mi esposa y llevar mi casa, que voy a saber de atajar problemas de esa índole global si ni tan siquiera puedo solventar los míos propios.
Me prejubilé de mi trabajo en un banco con 52 años. A los tres años de prejubilarme y creerme libre de tareas le diagnosticaron a Maria "esclerosis múltiple" con lo que tomé las riendas de la casa y comencé a cuidarla.

Previamente ella había cuidado de mi y de mis tres hijas. Lo había hecho con amor y dedicación total. 
La deuda de amor con ella era enorme, impagable, además, ¿quien iba a cuidar de ella mejor que yo?. Creo que nadie, y ella solo aceptaba que fuera yo quien se hiciera cargo de ella misma y de la casa. Mis hijas ya no estaban con nosotros, tenían su propia vida, y María no deseaba involucrarlas en absoluto en nuestros propios problemas.

Retomo la realidad de lo que sucede y dejo de pensar en mis asuntos que no le interesan a nadie. No se que hacer, ¿salgo a comprar más pilas?, serán necesarias si se va la luz, y también velas, cerillas, e incluso algún hornillo de alcohol o gas para hacer la comida si no puedo usar la cocina.

Es necesario hacer una lista con lo mas necesario para permanecer y aguantar en la casa el mayor tiempo posible. Medicinas también, tengo que pasar por la farmacia antes de que se les ocurra controlar los medicamentos. María no toma casi nada, un medicamento que le alivia sus dolores, es un antidepresivo "fluoxetina" pero tengo que tener receta del doctor.
¿La pedirán ahora con esta situación?, espero que no, aunque tengo otra caja para pasar casi treinta días.
En mi caso necesito análgesicos, ¿quien no?, alcohol, algún desifectante,  piensa piensa, me digo.

Haz una lista cuanto antes de todo lo necesario y sal a la calle antes de que sea demasiado tarde. Tengo que calmarme y pensar con frialdad. ¿Y el niño?, ¿que necesitará un crío de esa edad?. No recuerdo su edad si es que me lo dijo su madre, aparenta seis años, pero no lo se, tendré que preguntarle a Gloria, ella me dirá lo que el pobre precise. ¿Algún calmante?. Pero un crío pequeño como el no toma calmantes, estúpido me digo, piensa, piensa y no pierdas tu la cabeza, a ver si los calmantes los vas a necesitar tu mísmo.

No sería raro, hace dos años tuve una depresión espantosa, pensaba que no saldría de ella.
Salí, sigo tomando la medicación que toma Maria, el genérico "fluoxetina" que hace años se comercializó con la marca "Prozac", incluso se escribieron libros sobre ello.

A quien le importa eso ahora, emiliano, vuelve en tí y déjate de historias.

Salgo de mi ensimismamiento, me están llamado y no será la primera vez. Cuca, (apodo cariñoso) me dice que van a dar un comunicado oficial en diez minutos, han dicho que se ruega estén muy atentos y se sirvan difundir el comunicado a familiares, amigos, o vecinos, es muy importante que se tenga en cuenta.

Me temo lo peor, y confirmo mis sospechas cuando aparece el presidente flanqueado por los jefes militares y de la policía.
Se dirige a los españoles en una breve locución y nos comunica que de acuerdo con el gabinete de urgencia constituido en Bruselas, para toda la Unión Europea, a partir de mañana queda establecido "el toque de queda" para todos los territorios de la Unión.
Estará vigente desde las doce de la noche hasta las seis de la madrugada, solo las personas que deban trabajar por la noche o cumplir cometidos necesarios tendrán un pase especial para circular y deberán pedirlo hoy en sus empresas u organismos oficiales.
Se hace por el bien de todos, añade, y ante lo extraordinario de la situación, algunos de los derechos constituyentes de los ciudadanos quedan en suspenso hasta que tengamos pleno control de lo que está sucediendo.

El anuncio va crear el pánico que aún no estaba desatado. Mis proyectos de surtirme de lo más necesario para sobrevivir se hacen más difíciles. Hoy mismo tengo que salir si quiero traer algo de lo necesario. 

Salgo ya, le digo a Cuca y Gloria, voy a comprar algunas cosas antes de que se acaben.
Agarro mis tarjetas del banco, un puñado de billetes, mi bandolera, ¿y un arma, pienso?. No de momento, no seas exagerado, además que arma, ¿un cuchillo?
No tienes otra cosa y eres incapaz de usarlo. 
¿Te has vuelto ya loco?. 
Desisto, y salgo rápido sin esperar el ascensor que siempre se demora o me puede dejar atrapado. La gente está saliendo de sus casas, quieren acaparar lo que sea antes de que se agote, han pensado lo mismo que yo y ya nadie atenderá a razones.

No hay nadie en los cajeros de los bancos de la zona, los cajeros no suministran ningún dinero y algunos están rotos.
Tengo que apañarme con el efectivo si es que encuentro algo que comprar.

Tumultos en todos y cada uno de los supermercados controlados por el ejército. Ya nadie hace fila y todos desean entrar a la vez, agarrando lo que puedan y sin pagar, no hay tiempo ni empleados.
Se escuchan disparos, al aire espero, y en vista del panorama me dirijo a alguna de las farmacias que me pillan cercanas.
Dos, tres, cerradas a cal y canto. 
Por fin veo una que tiene luz y algunas personas esperan fuera.
No hay tumulto como en los supermecados, pregunto y me dicen que si, despachan incluso sin receta. Cuando estoy frente al mostrador pido todo lo que se me ocurre, el joven que me atiende me dice que solo un envase de cada medicamento por persona. No más, sea usted solidario, me comenta.
O.K., joven, pero es un tratamiento crónico continuado. Necesito al menos dos o tres cajas de "fluoxetina", y también de anti inflamatorios, le digo que mi esposa padece "esclerosis múltiple", está bien señor, pero no abuse.
Me da tres envases de fluoxetina, dos de los anti inflamatorios, alcohol, agua oxigenada, vendas, dos o tres de  analgésicos, y nada más, es suficiente
comenta.
Pago lo que me pide sin pensarlo y salgo rápido no sea que se arrepienta. 
Se ha corrido la voz y empiezan a aglomerarse un gran número de personas en la puerta.
Menos mal, pienso, he llegado a tiempo gracias a Dios.

Ahora a buscar una ferretería o una tienda de todo a un euro. 
Estás últimas están en manos de la comunidad China. Confío en que alguna esté abierta y queden existencias.

Voy peregrinando de una tienda a otra, todas están sin existencias y algunas incluso saqueadas, hago memoria y recuerdo una pequeña situada en un pasadizo muy poco transitado.
Está abierta, e inmediatamente entro y voy rápidamente agarrando todo lo que pillo. 
No quedan demasiados artículos, pero tomo una linterna, varios envases de pilas, alguna herramienta, clavos grandes y un gran martillo, cerillas, velas, envases desechables, bolsas de basura, y en fin un gran stock de todo lo que se me ocurre según lo veo en los estantes medio vacíos ya. 
Compro una gran bolsa de lona e introduzco todo lo comprado en ella.
He comprado también un hacha y un machete, no quedaban nada más que dos, sin pensarlo me apodero de ellos y los llevo colgados de mi cinturón cuando salgo de la tienda. A penas queda nada, varios compradores estaban haciendo lo que yo, llevándose todo prácticamente. A buen paso y alerta me dirijo otra vez hacia mi casa.
 A salvo por hoy pienso, según abro la puerta y escucho las voces de Gloria, Cuca y el niño. 
Será posible, ya está diciendo algo el pequeño, no quiero entrar y asustarle. 
Si lo hago seguro que se callará, así que entro en silencio, agarro a Gatufo que me está esperando y me voy con el al estudio donde tengo mis cosas.
Deposito en el suelo, con cuidado, las compras e inmediatamente mi gato comienza a oler las bolsas. Siempre quiere enterarse de todo lo que entra en la casa y no parece contento teniendo un crío dentro de ella.

Me esperaba pegado a la puerta de la calle y enseguida se ha tirado al suelo para que le rasque la barriga.
Que suerte tienes Gatufo, pienso, tu no te enteras de nada de lo que está pasando ahí fuera. Pongo la radio, y trato de sintonizar alguna emisora del otro lado del Atlántico. 
Al fín, creo entender que es Saint Paul, en Minnesota, USA, están dando noticias de lo que ocurre en Canadá. 
Dicen que el desastre no ha sido tan enorme en las remotas regiones de la British Columbia, parece ser que grandes bosques de las Rocosas se están salvando hasta el momento del desastre.
Alaska también está a salvo, dicen, recomiendan que la gente permanezca en sus casas, dentro de sus ciudades,  y no se precipiten hacia las regiones que aún conservan los árboles.
Piensan que si se cuidan reservas de la floresta, posteriormente se pondrán volver a trasplantar, lo que sería una muy buena opción para intentar salvar el planeta. Buenas noticias, ¿que digo buenas? son maravillosas noticias que me suben el ánimo como nadie puede imaginar.
El mundo no se acaba hoy, Dios es misericordioso con el genero humano después de todo y no quiere borrarlo de la faz de esta tierra aunque lo merezcamos. Hace dos años mi fe había desaparecido del todo desde no recuerdo cuando, era un agnóstico convencido de años, después de pasar una severa depresión mi mente y mi espíritu dieron un giro de ciento ochenta grados y ahora si creo, o al menos lo intento con fuerza un día tras otro.

Siento que Dios está ahí y nos escucha, a pesar de que no lo creamos o no nos sintamos solidarios a este sentimiento de fe.
Escuchando esta noticia una profunda alegría se
va extendiendo dentro de mi. No todo está perdido para el hombre, ¿aprenderemos alguna vez a no maltratar esta tierra que nos acoge?. Esto será un aviso definitivo, ojala lo sea, y tengamos una segunda oportunidad.
Me esfuerzo por contener mi alegría y no dar falsas esperanzas a mi gente. 
Canadá o Alaska están muy lejos, y quien me dice que dentro de unos días ¿no estarán igual que Europa?.  
Calla, no seas pesimista, me digo,  y piensa que no va a ser el fin de todo.

Voy a ver a Cuca, Gloria y el pequeño. Se escucha la televisión y permanecen muy callados. Cuando llego veo que están dando justo la noticia. 
Hay masa forestal en algunos lugares, dicen, 
Confían que en otros remotos sitios de la tierra puedan conservarse árboles, y recomiendan que no perdamos la calma ni la esperanza. 
Es una crisis que pasará, dicen, aunque no saben cuando.

De momento el "toque de queda" sigue vigente para mañana en toda Europa y recomiendan no salir a la calle. 
Los soldados y la policía tienen órdenes precisas de no permitir circular a nadie que no tenga en regla el permiso. Si ocurre alguna urgencia recomiendan llaman por teléfono a emergencias y esperan, no salir por ningún motivo, esperaren a que alguien acuda a la llamada. Nos miramos, sonreímos con alivio y la esperanza se extiende entre nosotros como un suave y confortable manto que nos consuela.
Hasta el pequeño sonríe a su madre y la abraza con fuerza. 

Ya es hora de que tomemos algo y nos acostemos, mañana será otro día pienso, un día nuevo tras esta pesadilla.

Gloria se une a mi en la cocina y me pregunta si deseo que ella prepare la cena.
Con un infinito alivio le digo que si, que por favor ponga lo que se le ocurra y le indico donde guardo las provisiones.
No hace falta que le diga que sea austera con las raciones, nos tienen que durar lo más posible, ella lo sabe de sobra y pienso que hará lo correcto. Voy preparando la habitación para ella y su hijo, seguro que estarán muy cansados y confirmando mi pronóstico en cuanto cenamos se retiran al cuarto.

Nos quedamos solos Cuca, Gatufo y yo, el minino se me sube encima como siempre hace e inmediatamente se queda dormido encima de mis piernas.


Mi regazo o mis muslos son la mejor cama para Gatufo, ahí duerme profundamente al poco de encaramarse, y es frecuente que los dos ronquemos al unísono. Me relaja sentirle encima, emite un calor sumamente agradable que entona mis articulaciones y las relaja. Pasamos un rato en silencio antes de prepararnos para ir a la cama.
En los últimos años Cuca necesita mi ayuda para acostarse. Le ayudo a incorporarse, ir al baño, asearse, desvestirse, tumbarse en la cama y finalmente dejarle acostada antes de que yo mismo lo haga.

Gatufo siempre nos acompaña, quiere jugar y se mete por el medio, entre las piernas de ella y no la deja caminar con su andador el poco trecho que hace desde la silla de ruedas al baño o a la cama.

Nunca antes habíamos rezado juntos, tras muchos años de casados en los que ella rezaba en silencio y yo dormía de inmediato, ahora lo hacemos en voz alta. Suelo ser yo quien le pide a Dios padre que nos proteja, que cuide de nuestras hijas y amigos, perdone nuestras faltas, y siempre le agradecemos estar juntos los tres en la cama.
Gatufo siempre duerme en el medio de los dos. Primero se pone a nuestros pies y cuando pasa un rato se desliza sigiloso hacia arriba y se coloca muy comodón en el medio de nosotros. Aplasta la ropa y suele dejar destapada a Cuca pues se pega a ella.  Es nuestro rito cotidiano, una vez en la cama ya todo es paz hasta el día siguiente.
Últimamente esa paz ha desaparecido de mi cabeza. Pienso en lo que está pasando desde hace días y no concilio el sueño.

Esta noche tengo un atisbo de esperanza y empiezo a sentir que no se está acabando todo.

Lo vamos a tener más complicado siendo cuatro, habrá que administrar muy bien los alimentos, pero por otra parte voy a tener ayuda con Gloria para llevar la casa y cuidar de Cuca. 
Parece una joven fuerte y animosa, seguro que se adaptará bien con nosotros mientras dure esta crisis. Luego ya buscaremos soluciones para ella y su hijo.

Con este pensamiento logro quedarme dormido y pasar página, aunque mi sueño dura escasamente seis horas, de repente estoy despierto y deseando tirarme de la cama.
El primer pensamiento va hacia los árboles, no es posible que se hayan derrumbado, ¿lo habré soñado?.
Voy al salón y atisbo la calle a través de los cristales del mirador. Los árboles de la avenida donde vivo están tirados sobre el asfalto y la acera. 

Todas las hojas secas forman montones enormes que el viento lleva de un lado para otro, haciendo del respirar una labor penosa.
Habrá miles de millones de hojas secas revoloteando por todas las ciudades, todas a la vez y sin que nadie logré recogerlas como se hacía antes.

Que hace este gobierno a parte de vigilar, disparar y controlar los alimentos. 
Tendría que limpiar las calles de árboles caídos y ramas podridas, millones de hojas en el suelo que empolvan todo. 
Las alergias y las toses que acompañan es el denominador común a todos. Incluso los que antes no tuvieron alergia ahora la están adquiriendo y las afecciones de asma tienen que estar aumentando a limites insospechados.
¿A quien le importa con la situación que vivimos?, desde luego a las autoridades no, solo se preocupan de controlar, restringir y filtrar las noticias que llegan.
Están llamando a la puerta, no se si ir a ver quien es, no espero a nadie y no tengo el ánimo para visitas.
Insisten con más fuerza y escucho que me llaman, Emiliano abre, somos nosotros. Abre por favor, y vuelven a llamar con los nudillos. Abro de inmediato, son amigos no esperados, viven encima de nosotros y no sabía que estaban aquí.
Gatufo no se ha escondido, tendría que haberme dado cuenta de que les conoce.

Fidel, Maria, como estaís?, pasad, pasad rápido, no me gusta tener la puerta abierta. Menos ahora. Pensaba que no estabais aquí, que ha pasado?, no estabais en la playa?
No me contestan, si me preguntan.
¿Que está ocurriendo Emiliano?, ¿tienes idea?. Estabámos en casa de mi hija, regresamos antes pues Mary no se encontraba bién.
Presagiaba algo, ya sabes que es medio bruja.No se que deciros, nos hemos quedado sin árboles, una extraña enfermedad o un virus que nadie conoce ha hecho que se vayan desplomando en un corto espacio de tiempo. No queda ni uno, y no se que ocurrirá.
El mal es a nivel global, y no hay prevista ninguna alternativa a la catástrofe.

¿Y las consecuencias, cuales pueden ser Emiliano?, me pregunta Mary. Imagino que malas, muy malas en realidad.
Desde que el mundo es habitable, los árboles han estado ahí, con toda clase de animales necesitados de ellos.
Ahora se van, se derrumban y mueren, puede ser el anuncio de una tierra no habitable para ningún ser vivo, con lo que la caida de la florestas podría ser el primer paso parra erradicar la vida animal. Optimista no eres que digamos, me contesta otra vez ella, tampoco va a ser así de negro, estoy segura de que alguna solución habrá.

Ojala tengas razón querida, pero sin vegetación no hay vida, no hay lluvia, no hay agua, no hay comida, todo acabará en un periodo corto de tiempo.
Es mi opinión, absolutamente pesimista y sin mucho criterio, pero creo que a este mundo que conocimos le queda ya muy poco.

Y nuestros nietos, que pasará con ellos?, ahora es el quien me pregunta.

No lo se Fidel, ya sabéis que nosotros no tenemos nietos, nuestras hijas no han querido ser madres. En estos momentos me alegro, y es que no veo futuro para ellos en una tierra tan agostada como esta. Vale Emilliano, no sigas, tus palabras me producen escalofríos y prefiero no pensar en nada de lo que estas sugiriendo. Mejor así, vamos al salón que os tengo que presentar a una amiga y su hijito. 

Estoy sudando a chorros, no es lógico ya que esta acabando Septiembre, pero pareciera que el verano comienza de nuevo, día que pasa hace mucho mas calor. La idea me viene de inmediato, ¿será que la ausencia de árboles eleva la temperatura del planeta?, y si es así, ¿hasta que grados se irán elevando las temperaturas?.
Otro problema mas en el que pensar.
Han pasado varios días desde que salí por última vez a la calle. 
No he tenido necesidad extrema de abandonar la casa para buscar algo que necesitemos, y dudo que pudiera encontrar ya nada de lo necesario. Tenemos comida para casi un mes si la administramos. He congelado algunos platos vegetales por el tema de las vitaminas y no se si congelando verduras la vitamina C u otras seguirán en ellas.

No hay carencia aparente de esta vitamina en nosotros y quizá pronto aparecerán los síntomas de esa carencia. 
No tenemos fruta, ni productos frescos y posiblemente pronto empezaran problemas en las encías y otros síntomas indeseables que acompañan a la falta de vitamina C. La última compra que hice fue un grupo electrógeno y combustible que raciono al máximo para suplir los cortes de electricidad cada vez mas numerosos.
Cuando se va la luz nos quedamos totalmente desorientados, pongo el grupo para el frigorífico procurando que no se pierdan los congelados, pocos ya, y para hervir agua o cocinar algún alimento para el pequeño Pedro. Ya empieza a decir algo, le habla a su madre y a Gatufo, mi esposa y yo de momento no entramos en su mundo de silencio. Hay peleas y homicidios en las calles. La autoridad ha desaparecido prácticamente, los agentes de policía y Guardia Civil han ido dimitiendo hartos y sin aliciente para reprimir y conservar el orden. 
¿Con que fin se preguntarían muchos si no hay de nada?. ¿Reprimir, disparar, contener a las gentes que hartas y sin esperanza salen a buscarse la vida?. No, se habrán dicho, además para que nos sirven los sueldos si no hay donde gastarlos. No se acude a trabajar, las basuras y desperdicios inundan las calles con lo que el ambiente es irrespirable. Las ratas y alimañas de todo tipo pululan por doquier con lo que se hace muy difícil caminar sin ser agredido por ellas.
Nadie se fía de nadie, todos somos potenciales enemigos en las calles y quien tenía un arma la lleva consigo para defenderse o para agredir y robar a quien se descuide o se ponga a tiro. Doy por hecho que algunos acuden todavía a sus trabajos esenciales, hay luz de vez en cuando, el agua sigue fluyendo del grifo a ciertas horas, incluso la televisión hay momentos que funciona para poner programas atrasados o dar algún comunicado. También se dan noticias locales mayormente y se recomienda calma, que no se salga si no es estrictamente necesario, y también ruegan una y otra vez que no se participe en ningún tipo de protesta o manifestación pues ya no garantizan los derechos individuales de nadie.
Comienza a ser el ejército el único que patrulla las calles y no se andan con miramientos. Cuando hay alborotos o agresiones, simplemente disparan y van recogiendo y amontonando los muertos nadie sabe donde. Muchísima gente ha abandonado la ciudad de Madrid, han salido de sus casas rumbo al norte esperando llegar a algún lugar donde impere el orden y sobre todo donde no hayan desaparecido por completo los árboles. En los grandes macizos montañosos de Europa, en el Norte, en Canadá o Rusia persisten zonas boscosas donde no se ha derrumbado por completo toda la floresta arbórea y la vida tiene cierta normalidad. Esas zonas están fuertemente custodiadas, no permiten la entrada de extraños que invadan sus tierras y no se que hará todo aquel que ha abandonado su casa, su ciudad o incluso su nación aspirando a ocupar un lugar a salvo de la hecatombe. Cuanto más escucho la radio y mas noticias como estas llegan a mi conocimiento, mayor es mi desánimo. No veo una solución a este desastre ni tampoco podemos abandonar la casa. 
¿Que hacer?, me pregunto una y otra vez, aunque no deseo traslucir o llevar mis inquietudes a mi esposa, Gloria o el crío. Lo que tenga que suceder sucederá, ¿para que inquietarles o meterles el miedo en el cuerpo?. No le veo objeto, así que callo y disimulo. A Gatufo no puedo llevarle el desaliento, aunque el pobre minino está triste cuando a mi me percibe triste y preocupado.
Nada de lo relativo a mi o a la situación le pasa desapercibido a mi gato, y el no está tan juguetón como acostumbraba antes.
 No podemos casi respirar, a penas entra aire sano en nuestros pulmones. Según van pasando los días la atmósfera que rodea los territorios sin árboles ha ido perdiendo el oxigeno y las muertes de seres vivos debilitados o enfermos se han multiplicado hasta límites insospechados. Sin apenas electricidad la televisión casi no emite, sólo se leen manifiestos del gabinete de crisis en Bruselas, en el que tratan de tranquilizar a la población con comunicados absurdos pidiendo calma pues todo se va a  arreglar próximamente.
Ni ellos se creen semejante cosa, no hay esperanza cuando el aire que respiramos se agota. La extinción no va a ser por hambre, por guerras, porque se apaga el sol, o por una multitud de explosiones nucleares.
El final de los seres vivos sobre la tierra será por falta de arbolado.
Según dicen los expertos, un virus desconocido y fulminante ha atacado a toda la floresta mundial, solo los territorios cercanos al polo Sur o Norte se han librado de la catástrofe.
Tierras como Canadá, Finlandia, Rusia o Noruega se han librado de perder sus bosques.
Algo parecido ocurre en el sur de Argentina y Chile, que se sepa.
Quizás por el frió en esas latitudes el virus se ha detenido, y son los árboles de aquellas zonas los que generan el poco oxígeno que nos va quedando para respirar. No da para todos, los árboles generan menos de lo que consumen los seres vivos y será necesario una masacre generalizada de miles de millones de seres para que se equilibre la ecuación. ¿Cuantos seres vivos será necesario que mueran para equilibrar la balanza?. Nadie lo sabe, es posible que solo uno de cada cien, o mil, pueda sobrevivir.

El ejército ha hecho acopio de todos los tanques de oxígeno que había en los hospitales y las industrias.
Se lo están proporcionando a los niños y personas que piensan serán necesarios para que nuestra especie sobreviva a la debacle. Pero yo me pregunto, ¿quien decide a quien y por que?. Nada sabemos sobre esa cuestión, solo nos resta esperar y cesar por completo en nuestra actividad para consumir el menos oxigeno posible. Nos estamos asfixiando sin remedio, solo es cuestión de tiempo, y la desesperanza o el abatimiento hace mella en toda la especie humana. En casa nuestro desánimo no puede ser disimulado. El pequeño lloriquea de continuo, tose durante casi todo el día y parece una criatura asmática cuando antes nunca lo había sido.
Su madre, está desesperada y nos comenta que está dispuesta a marcharse hacia el Norte para que su hijo mejore. 
Yo trato de desanimarla porque creo que tienen muy pocas posibilidades de llegar con vida, pero no tengo argumentos para que desista, pues aquí ¿a que puede esperar?. 
¿A que mueran millones de seres para que la atmósfera sea respirable para los supervivientes?. No tiene sentido cuando ya su hijo tiene síntomas de agotamiento absoluto y el asma está haciendo presa en sus pulmones. Por la edad quizás mi esposa y yo mismo necesitamos menos oxígeno, nuestros pulmones no tienen ya la capacidad de un joven y nuestros desgastados cuerpos no necesitan tanto consumo del aire vital para sobrevivir. ¿Sigues pensando en marcharos?, le pregunto a ella. Si, no tengo mas remedio. No puedo presenciar inactiva como la vida va abandonando a mi hijo, debo de hacer algo, lo que sea. 
Aunque nos cueste a ambos la vida quiero intentarlo. No puedo decirte nada que te consuele, tampoco creo que permaneciendo aquí puedas esperar sobrevivir. Si mi esposa pudiera andar y fuéramos algo mas jóvenes nos iríamos con vosotros, así, tal y como estamos no podemos acompañarte. Lo entiendo, y no te preocupes de nosotros, tenemos posibilidades si salimos pronto, antes de que la desbandada sea general y millones de personas comiencen a moverse hacia el norte de Europa o Rusia. 
Es posible que tengamos que andar miles de kilómetros o encontremos algún medio vivo de transporte que pueda ir sorteando los obstáculos.Veré que puedo hacer para facilitaros tan largo viaje. Voy a contactar con alguno de mis amigos jóvenes a ver si puede alguno irse contigo. Habrá que buscar algún caballo o mula que pueda hacer el camino con vosotros. Será muy difícil de encontrar, y costará muchísimo dinero me comenta.
Es igual, en unos días el dinero no tendrá ningún valor suponiendo que ahora valga ya algo, cosa que dudo, habrá que pagar con oro o joyas, supongo. No tienes por que hacerlo, ya nos apañaremos. Quiero hacerlo,  y haré los posibles para que lleguéis a un lugar donde podáis  sobrevivir.Gracias, gracias, no podremos nunca olvidaros. Si mi hijo y yo misma sobrevivimos será gracias a vuestra ayuda.

En un viaje a Alemania hace dos años, conocí a un joven que estaba con nosotros acompañando a sus progenitores. Tuve ocasión de charlar largo y seguido con el, cuando sus padres había ido a arreglar algunos asuntos al Consulado de España. 
Nuestro afecto fue instantáneo a pesar de la diferencia de edad. Me pareció una persona sensata y madura, teniendo en cuenta que aún no había cumplido los veinticinco años. El hecho de viajar con sus mayores en un tour para ancianos casi, significó para mi que estaba seguro en su proceder, sin complejo alguno por no estar entre muchachos de su edad.
Tenemos una amistad sincera y profunda aunque no nos hemos visto demasiadas veces. Estoy pensando en el posible compañero de Gloria y su hijo en el viaje de supervivencia que proyectan hacer muy pronto. Los planes de el no los conozco, es posible que ya se haya marchado con sus padres en busca de otros lugares con posibilidades de sobrevivir. Tengo que ir a su casa como sea, las comunicaciones son escasas y resulta imposible casi usar la web, sin electricidad ni linea de teléfono la mayoría de las veces.
Es un viaje arriesgado y peligroso a través de la ciudad. 
Hay toque de queda con lo que tengo que salir muy temprano y volver a casa antes de que anochezca. Intento una y otra vez utilizar el móvil, imposible, no hay cobertura o simplemente no suena cuando llamo. No tengo idea de lo que ha pasado con las conexiones o las compañías de telefonía. Dudo de comentarles algo a las mujeres, pero ¿como justifico mi salida fuera de la casa?. Quizás lo mejor sea decirles la verdad aunque seguro que se van a oponer a mi marcha.

No me lo planteo más, es noche cerrada y hemos tomado algo de cena. Antes de ir a la cama se lo comento a las dos. Mi esposa calla y reflexiona, Gloria de inmediato me dice que no, no hace falta que salgas en busca de alguien que viaje conmigo, me las puedo arreglar por mi misma.
No tienes ninguna posibilidad, le replico. 
Si este amigo está dispuesto a viajar por su cuenta y riesgo, o lo hace con sus padres, es seguro que te llevarán con ellos.
Y tengo que averiguar si es así, si se han marchado ya, o si no desean abandonar su casa y van a permanecer en Madrid.

Mi esposa me mira con amor y exclama, haz lo que debas hacer pero piensa en nosotras y ten mucho cuidado. Te estaremos esperando. Con esto me basta, ella aprueba mi decisión aunque se que le duele profundamente quedarse sola.
Para ella los demás, las personas a las que ama son siempre primero, luego en último lugar se encuentra ella. Siempre ha sentido así, y ha obrado de esta forma. Ahora desea que su amiga y el pequeño viajen seguro, le dolerá mucho que se vayan pero piensa solo en lo que más les conviene.
Igual siente hacia mi, me quiere mas que a nada en el mundo pero entiende que yo haré lo que considere mi deber y ella no va a poner trabas o inconvenientes.

Interiormente le doy las gracias por ello, aunque sabia previamente cual iba a ser su respuesta, por mucho que le doliera.

En ese ambiente tenso y doloroso nos vamos a dormir esperando que un nuevo día nos lleve a una situación distinta, y que al despertar todo haya sido producto de un mal sueño, o una pesadilla.
No es una pesadilla ni un mal sueño, estoy en la calle caminando en una agonía, me dirijo a la casa de mi joven amigo sin esperanzas de encontrarlo.
El hedor es espantoso, según salgo a la  calle la putrefacción me rodea por doquier. 
Miles de toneladas de basuras se amontonan hacia cualquier parte que mires. 
Los arboles caídos se están deshaciendo pasto de la destrucción sistemática de toda la madera que constituía el tronco y las ramas.
Las hojas han desaparecido, se han convertido en polvo negruzco que lo invade todo. La visión resulta obscena,  millones de pequeñas larvas, gusanos y otro microorganismos pululan por los troncos y ramas desgajadas que a su vez se van deshaciendo en informes montones grises y malolientes que siguen estorbando el paso.
El proceso final parece ser pura descomposición e inmundo polvo acumulado por miles de toneladas.

Todo resulta gris, opaco, no hay transparencia en el ambiente. 
La visión está limitada por unas decenas de metros sin que parezca que la luz del sol logre traspasar la barrera de polvo suspendido. Montones de formas informes yacen acumuladas sobre el suelo. 
Me acerco a observar lo que son y un horrible olor me echa para atrás. 
No deseo retroceder, tengo que ver que no es lo que estoy imaginando, y vuelvo a acercarme a una de ellas.
Lo peor se confirma. Son cuerpos amontonados de personas fallecidas en mitad de la calle. El ejercito los ha ido recogiendo y amontonando, para que?. Lo estoy viendo pues diversas fogatas se perciben en la gris luz del tremendo amanecer.
Están quemando los cuerpos cuando los montones son ingentes. Por la extensión del fuego algunos edificios que circundan las fogatas están ennegrecidos e incluso algunos quemados. ¿Y las gentes que los habitaban, donde están?. 
Desalojados o muertos también, está claro, aunque doy por hecho que cientos de miles han ido abandonando la ciudad o han muerto abatidos cuando trataban de escapar al amparo de la noche.
Muchos de ellos engrosan los montones que voy divisando, a este paso no será necesario que la asfixia de cuenta de todos nosotros. Lo harán los soldados que incesantemente circulan equipados con máscaras y armados de fusiles con bayonetas, arcos y grandes cuchillos que penden de sus cinturones.

Ahora me explico la ausencia de disparos que yo atribuía a que ya no había motines o revueltas. 

No, ya no hay disparos, nadie puede correr, administran una muerte silenciosa y efectiva.
Me fijo más y veo que el suelo está pastoso en una mezcla informe de polvo, basura y sangre. La sangre se mezcla con todo y forma una masa que va resecándose formando caprichosas e informes formas acumuladas con la basura. Resulta escalofriante imaginar en que se han convertido
las calles de la gran ciudad. Al caer la noche el infierno se desata en forma de ejecuciones sumarísimas de todo aquel que circula sin permiso especial de tránsito, o al menos es lo que supongo, aunque puede ser que esos permisos son ya inexistentes.

Si los hubiera, ¿quien los tiene y para que se emiten?, me pregunto.

Informes figuras van apareciendo de los edificios, que en silencio y arrastrando algunas pertenencias caminan en silencio, nadie sabe hacia donde o con que intenciones. 
Las puedo imaginar, huyen arriesgándose a que la noche les pille al descubierto y pasen a formar parte de los montones de muertos que se hacinan por doquier esperando ser incinerados. No hay compasión alguna pienso, cae la noche y todo aquel sorprendido fuera de las casas es ejecutado sin piedad, cuando no tiene permiso de paso. Lo estoy imaginando, pero será lo que ocurre cuando veo las decenas de cuerpos que se amontonan cada cien o doscientos metros.

La visión de todo mi entorno es horrible, aunque la peste indescriptible que agrede mis sentidos hace casi imposible imaginar algo que no sea seguir, dar un paso tras otro, no preguntar, no hablar, no pensar.

Un paso más, y otro, no mires, no pienses, continua tu camino hasta que llegues a tu destino y logres entrar en un refugio seguro, si es que ya existe en alguna parte.

Mi casa es segura todavía, pienso, pero ¿por cuanto tiempo?. 

El cansancio me invade, voy a caer de un momento a otro, y será el final de todo. La idea me tienta, déjate llevar, túmbate en el suelo y espera tu final me digo. Todo será mas fácil así, acabarán tus angustias, pondrás fin a esta pesadilla interminable que no lleva a ningún sitio.
Me dejo caer, me dejo caer, la idea es atractiva y estoy a punto de apoyarme en una pared y deslizarme hasta el suelo cuando una forma minúscula que camina agarrada a la mano de otra forma mas grande invade mi vista.
Es un pequeño arrastrado casi por la mano de su madre o su padre, no hay forma de saberlo. El recuerdo del pequeño que vive en casa llena mi mente y me impide caer allí mismo. Debes de seguir, me digo, no abandones, sería imperdonable que lo hicieras. Ellos tienen alguna posibilidad aún, tu no. Ya te dejarás morir cuando llegue el momento y estés en casa.

La idea de casa, de mi cama, de tumbarme y esperar el final me llega como bálsamo que alivia el cansancio. Mas aún la esperanza de proporcionar una oportunidad de salvación para Gloria y su pequeño me hace mover los pies, uno tras otro, otro paso más, y así poco a poco tras horas de caminar diviso la casa que busco. Habrá alguien en ella o todo este esfuerzo no ha servido para nada.

No es una pesadilla ni un mal sueño, estoy en la calle caminando en una agonía, me dirijo a la casa de mi joven amigo sin esperanzas de encontrarlo.
El hedor es espantoso, según salgo a la  calle la putrefacción me rodea por doquier. 
Miles de toneladas de basuras se amontonan hacia cualquier parte que mires. 
Los arboles caídos se están deshaciendo pasto de la destrucción sistemática de toda la madera que constituía el tronco y las ramas.
Las hojas han desaparecido, se han convertido en polvo negruzco que lo invade todo.

La visión resulta obscena,  millones de pequeñas larvas, gusanos y otro microorganismos pululan por los troncos y ramas desgajadas que a su vez se van deshaciendo en informes montones grises y malolientes que siguen estorbando el paso.
El proceso final parece ser pura descomposición e inmundo polvo acumulado por miles de toneladas.

Todo resulta gris, opaco, no hay transparencia en el ambiente. 
La visión está limitada por unas decenas de metros sin que parezca que la luz del sol logre traspasar la barrera de polvo suspendido.

Montones de formas informes yacen acumuladas sobre el suelo. 
Me acerco a observar lo que son y un horrible olor me echa para atrás. 
No deseo retroceder, tengo que ver que no es lo que estoy imaginando, y vuelvo a acercarme a una de ellas.
Lo peor se confirma. Son cuerpos amontonados de personas fallecidas en mitad de la calle. El ejercito los ha ido recogiendo y amontonando, para que?. 

Lo estoy viendo pues diversas fogatas se perciben en la gris luz del tremendo amanecer.
Están quemando los cuerpos cuando los montones son ingentes. Por la extensión del fuego algunos edificios que circundan las fogatas están ennegrecidos e incluso algunos quemados. ¿Y las gentes que los habitaban, donde están?. 
Desalojados o muertos también, está claro, aunque doy por hecho que cientos de miles han ido abandonando la ciudad o han muerto abatidos cuando trataban de escapar al amparo de la noche.
Muchos de ellos engrosan los montones que voy divisando, a este paso no será necesario que la asfixia de cuenta de todos nosotros.

Lo harán los soldados que incesantemente circulan equipados con máscaras y armados de fusiles con bayonetas, arcos y grandes cuchillos que penden de sus cinturones.

Ahora me explico la ausencia de disparos que yo atribuía a que ya no había motines o revueltas. 

No, ya no hay disparos, nadie puede correr, administran una muerte silenciosa y efectiva.
Me fijo más y veo que el suelo está pastoso en una mezcla informe de polvo, basura y sangre.

La sangre se mezcla con todo y forma una masa que va resecándose formando caprichosas e informes formas acumuladas con la basura.

Resulta escalofriante imaginar en que se han convertido
las calles de la gran ciudad. 

Al caer la noche el infierno se desata en forma de ejecuciones sumarísimas de todo aquel que circula sin permiso especial de tránsito, o al menos es lo que supongo, aunque puede ser que esos permisos son ya inexistentes.

Si los hubiera, ¿quien los tiene y para que se emiten?, me pregunto.

Informes figuras van apareciendo de los edificios, que en silencio y arrastrando algunas pertenencias caminan en silencio, nadie sabe hacia donde o con que intenciones. 

Las puedo imaginar, huyen arriesgándose a que la noche les pille al descubierto y pasen a formar parte de los montones de muertos que se hacinan por doquier esperando ser incinerados.

No hay compasión alguna pienso, cae la noche y todo aquel sorprendido fuera de las casas es ejecutado sin piedad, cuando no tiene permiso de paso.

Lo estoy imaginando, pero será lo que ocurre cuando veo las decenas de cuerpos que se amontonan cada cien o doscientos metros.

La visión de todo mi entorno es horrible, aunque la peste indescriptible que agrede mis sentidos hace casi imposible imaginar algo que no sea seguir, dar un paso tras otro, no preguntar, no hablar, no pensar.

Un paso más, y otro, no mires, no pienses, continua tu camino hasta que llegues a tu destino y logres entrar en un refugio seguro, si es que ya existe en alguna parte.

Mi casa es segura todavía, pienso, pero ¿por cuanto tiempo?. 

El cansancio me invade, voy a caer de un momento a otro, y será el final de todo.

La idea me tienta, déjate llevar, túmbate en el suelo y espera tu final me digo. Todo será mas fácil así, acabarán tus angustias, pondrás fin a esta pesadilla interminable que no lleva a ningún sitio.
Me dejo caer, me dejo caer, la idea es atractiva y estoy a punto de apoyarme en una pared y deslizarme hasta el suelo cuando una forma minúscula que camina agarrada a la mano de otra forma mas grande invade mi vista.
Es un pequeño arrastrado casi por la mano de su madre o su padre, no hay forma de saberlo.

El recuerdo del pequeño que vive en casa llena mi mente y me impide caer allí mismo. Debes de seguir, me digo, no abandones, sería imperdonable que lo hicieras. Ellos tienen alguna posibilidad aún, tu no. Ya te dejarás morir cuando llegue el momento y estés en casa.


La idea de casa, de mi cama, de tumbarme y esperar el final me llega como bálsamo que alivia el cansancio. Mas aún la esperanza de proporcionar una oportunidad de salvación para Gloria y su pequeño me hace mover los pies, uno tras otro, otro paso más, y así poco a poco tras horas de caminar diviso la casa que busco.

Habrá alguien en ella o todo este esfuerzo no ha servido para nada.

Soy un estúpido, me repito una y otra vez, como has podido cometer un error de ésta índole.
¿No piensas?
Es indudable que estás sobrepasado por los acontecimientos, te impiden pensar, parece mentira que hace años fueras un buen jugador de ajedrez.

No es para menos. Llevo dos horas acechando la puerta de los apartamentos de mi amigo, esperando que alguien entre o salga para colarme dentro, y nadie ha aparecido en ella o ha intentado abrirla desde fuera.
El edificio parece estar muerto, no hay movimiento, no hay luz, ¿como iba haber luz, estúpido?, nadie entra o sale y yo idiota como pensaba contactar con Miguel. ¿Llamando a un timbre que no suena?. No hay linea de teléfono, no hay electricidad, no puedo llamar a su puerta pues dos cancelas de hierro impiden el acceso. Alguien tiene que abrirte o utilizar la llave para acceder al edificio. Llevo aquí dos horas, está casi anocheciendo, no se si mi amigo o su familia están en la casa o se han marchado, se hace casi de noche y muy pronto el toque de queda impedirá estar en la calle.
¿Que hago?.
Morirte, estúpido, me llamo nuevamente. 
Vas a perder la vida inútilmente, has cometido un error de bulto, ¿como sales de tu casa sin haber avisado de que vas?, que estén alerta para franquearte el paso. 
Pensabas que ibas a llegar, llamabas con el portero automático, te abrirían o no dependiendo si estaban en la casa o ya se habían marchado.
¿Y la electricidad?, majadero, ¿donde dejas la electricidad para que funcione el portero?.

Cálmate y piensa, me digo, no consigues nada insultándote. 
Piensa, piensa, en que puedes hacer para salvar tu vida.

Busca un refugio antes de que sea demasiado tarde. Te quedas en el, sin moverte ni rechistar, y esperas a que pase la noche.
Mañana ya verás lo que haces.

Un refugio, ¿donde?, piensa, piensa.

Se me hace la luz en un flash, busca una salida del metro. 
Hay una cerca, y aunque los trenes ya no funcionan desde hace tiempo, quizás puedas entrar en el túnel y guarecerte en el.

Dicho y hecho, me incorporo, voy sorteando obstáculos y pisando toda clase de bichos e inmundicias. No atiendo a los sonidos que hacen mis botas en el suelo, mejor no ver lo que mis pies pisotean. 
Procuro no escurrirme pues si caigo ya no me levanto. Hay montones de cuerpos calcinados aquí y allá, el olor es una barrera física que me impide andar o respirar. Tengo un dolor horrible en la garganta y pulmones. Estoy tragando el humo, el polvo, las inmundicias que hay en el aire, y a penas asimilo el oxígeno suficiente para poder moverme.
Cada paso que doy requiere una firme voluntad de no tirarme al suelo y dejarme morir sobre el, tragando inmundicias o asfixiarme directamente con el lodo indescriptible que inunda las calles.

Estoy frente a la boca del metro.

Gracias Dios mío, pienso, está abierta aunque un montón de cuerpos  semi tronchados impiden casi el acceso. 
Debo pisotearlos y trepar sobre ellos para poder entrar.

Están podridos y llenos de gusanos que corren por mis manos y brazos cuando me agarro a algún cuerpo. Pero debo contener las nauseas y el asco que revuelve mis tripas. El miedo a permanecer fuera hace que trepe la montaña de cuerpos y baje reptando por ella.

Cuando estoy abajo sacudo mis ropas, manos y pies procurando que todos los bichos asquerosos caigan al suelo.
Está muy oscuro, la luz de fuera va menguando y los cuerpos que obstruyen la entrada impiden que entre el menor atisbo de claridad.

Ando unos diez metros agarrándome a las paredes como un ciego, tropezando con cuerpos y objetos que no veo, hasta que al final doblo a la derecha por otro pasillo. Tropiezo y caigo de bruces contra una masa blanda que parece moverse ante mi peso.

Ten cuidado joder, me dice una voz ronca que sale de la obscuridad, te has caído encima de mi.
Lo siento, lo siento, no veo nada.

Ya te acostumbrarás a la obscuridad y podrás distinguir las formas y los obstáculos.

¿Quien eres?. ¿Por que has venido a este infierno de muerte?. 

Tengo que pasar la noche fuera de mi casa, he venido a buscar a un amigo y no puedo entrar en el edificio. No se si está o no, pues lógicamente el portero automático no
funciona y nadie entra o sale por el portal.

Estás loco saliendo de tu casa, la calle es un lugar de muerte, robos, dolor y asesinatos. Te lo digo yo que llevo sobreviviendo varios días y he visto de todo. 
Mi casa se incendió cuando hicieron una gran hoguera con cientos de cuerpos putrefactos y tuve que salir a escape.
Vivía solo, estaba estudiando en Madrid cuando todo esto empezó, mi familia vive al sur de los Pirineos y no tengo medios para irme con ellos.
Estoy atrapado en esta ciudad maldita y no se me ocurre la forma de escapar. 
Por el día voy atravesando la ciudad hacia el norte, cuando se acerca la noche busco una boca de metro y me atrinchero en ella esperando otra vez la luz para seguir andando. 
Quiero escapar de aquí como sea.

Mi nombre el Luís, tengo veintitrés años, y tu como te llamas.
Soy Emiliano, ya paso de los sesenta y cinco, estoy retirado y me gustaba escribir en un blog.

¿En un blog?, que original, no conozco a nadie que lo hiciera.

Aquí tienes uno, llevo casi tres años haciéndolo.

¿Y de que trata tu blog si puede saberse?

De todo un poco, de mis pensamientos, experiencias, mi familia, mi gato "Gatufo", a veces de política o historia, y así voy de tema en tema, escribo lo primero que se me ocurre y desembucho fuera de mi cuerpo y de mi mente, las preocupaciones o sentimientos que pasan por mi cabeza.

Majo, pues si sobrevives a esta y las cosas vuelven a su normalidad vas a tener un montón de experiencias que relatar.
Ja, ja, va a ser bueno leerte una vez que pase todo este caos.

Luis, me encanta que pienses así, que digas "cuando pase todo esto", ¿de verdad crees que pasará?.

Si, lo creo, el ser humano se ha visto en peores circunstancias. ¿Has oido hablar de la peste bubónica?.

Si claro, quien no, liquidó casi a la mitad de la población en Europa y Asia.

Toma nota Emiliano, esto pasará y quedarán vivos los mas fuertes o los mas preparados. 
Dos tercios o más de la población desaparecerá, es una limpieza necesaria a toda la podredumbre en la que se habían convertido los hombres. 
La naturaleza, la tierra se defiende así, y está bien que lo haga. 
Antes o después tenía que pasar algo parecido.

Es noche cerrada, Luis duerme yo no, es imposible dormir a oscuras por completo, sumergido en unos hedores nauseabundos, con bichos que recorren mi cuerpo y que trato de apartar a manotazos.
Mis manos arden, húmedas de aplastar tantas sabandijas que prefiero no imaginar, y el olor que marea no se mitiga ni por un segundo.
Se escuchan gritos, ordenes, lamentos, carreras y finalmente algún alarido segado por un espeluznante barboteo y el golpe seco de un cuerpo que se derrumba.

Es imposible conciliar el sueño rodeado de semejante pesadilla, temiendo que en algún momento nos descubran agazapados y sumergidos entre la amalgama de cuerpos, objetos, alimañas, y otras criaturas que proliferan por doquier.
Si entran soldados nos haremos los muertos por lo que nos hemos embadurnado con todo tipo de desechos, sangre, polvo, suciedad y bichos aplastados contra nuestro cuerpo.

Tras horas de vigilia y de profundas arcadas,  mi mente vaga con recuerdos de niñez que nunca antes había rememorado. 
Imágenes de la España de los cuarenta inundan mis pensamientos y me recreo en ellas.

++++

Me crié en un mundo austero de posguerra donde carecíamos de todo.

España era un país pobre, hambriento, represivo, donde las libertades individuales o colectivas habían sido segadas o arrancadas de cuajo tras una larga guerra civil que enfrentó hermanos contra hermanos, vecinos, familias, amigos y acabó con mas de un millón de muertos en batalla y fuera de ella, asesinados, masacrados, enterrados anónima mente por ambos bandos en liza.

Una gran represión por parte de los vencedores, y la dictadura que se cobro decenas de miles de vidas.
No existía el derecho de huelga, reunión, asociación, ni por supuesto los partidos políticos.

La polícia "secreta", la secreta como se decía entonces, pedía la documentación en cualquier lugar, más aún cuando se viajaba en tren o autobús pues el control era exhaustivo y estricto.

La escasez era extrema, hasta el punto que se emitieron cartillas de racionamiento para los productos básicos acordes con el número de miembros de una misma familia.

Se iba a la tienda cuando llegaban noticias de que un producto  había llegado, aceite, patatas, azúcar, harina, sal, o cualquier otro suministro vital para subsistir.

La carne era artículo de lujo, escaso, y el pescado no entraba a ser considerado como alimento pues la flota pesquera había desaparecido.

Dos nenas y un varón que era el niño de la mamá, esa era mi familia de niño, y aunque no había demasiados mimos, y se pasara francamente mal, el pequeño era quien recibía más cariño.

Cambio mi postura, me duele todo y pienso en aquellos pequeños, yo mismo y mis dos hermanas, en la realidad de entonces que no influía en esos pequeños, no se enteraban de nada, vivían la vida que viven los críos siempre propicios a jugar y a hacer travesuras.

++++

Salgo de mi duermevela sobresaltado por una luz que hace retroceder las tinieblas que nos rodean. 
Alguien arrastra sus pies portando una linterna
y rebusca algo entre los muertos amontonados a la entrada del túnel, son varios y están moviendo los cuerpos, los arrastran, los registran, se escuchan palabrotas y gritos de júbilo cuando encuentran algo. 
Están rebuscando entre el montón de cadáveres y se entretienen en actos horrendos que trato de adivinar. 

Les arrancan los anillos de oro, cortan dedos o brazos, arrancan las cadenas del cuello, rebuscan entre las pertenencias esparcidas por el suelo y escuchamos maldiciones, gritos, juramentos, que duran casi media hora.
Oro, oro, es el metal preciado que van buscando cadáver tras cadáver, y no hay ningún escrúpulo para saquear a los muertos.

Luis está despierto, escucho su respiración, y aterrado como estoy no muevo un músculo de mi cuerpo, sigo petrificado y el espantoso dolor que siento no me hace tratar de acomodarme mejor, el terror me paraliza.

Es interminable, cuando acabará esta tortura me pregunto.
Se escuchan órdenes, y finalmente el resplandor se aleja con voces ahogadas que hablan del botín conseguido.

Luis está en guardia, le noto tenso pegado a mi, preparado para cualquier emergencia. 
No hablamos, solo un susurro para comentar, se han ido, e inmediatamente escucho el sonido acompasado de su respiración. 
Es increíble su facilidad para conciliar el sueño. En un segundo pasa de la vigilia al sueño, maravillosa juventud la suya que se adapta a todo.

Sin darme cuenta vuelvo a recordar mis años de niño en una España postrada por las consecuencias de la guerra civil.

Se pasaba hambre de cualquier forma, con guerra, la segunda mundial, y después de ella. 

Mucho peor cuando acabó la guerra en Europa, según me contaron después, pues España quedó aislada con un bloqueo internacional por haber apoyado tácitamente a los perdedores, las fuerzas alemanas y a su sangriento dictador.


No obstante para mis hermanas y yo mismo,  la vida parecía grata, eramos niños al fin y al cabo y no conocíamos otra cosa, en casa no había casi de nada, no había teléfono, ni lavadora, tampoco nevera, ningún otro electrodoméstico que ayudara en las faenas domésticas. 

Una radio de segunda mano, unos cuantos libros heredados de nuestro abuelo y nada más. 
Algún tebeo viejo y sobado, y pipas de calabaza para matar el hambre permanente.

Pasábamos mucho frío, y nos asfixiábamos en verano, igual que todos, si queríamos refrescarnos teníamos el botijo y la fuente pública frente a nuestra calle.
Se dormía la siesta en verano y a jugar por la tarde. 

La calle era nuestra escuela.

Vivíamos a las afueras de Madrid, en el barrio de Tetuan de las Victorias, y eramos unos privilegiados en relación con nuestros vecinos, mi padre trabajaba todo el día con dos empleos de oficina.

+++

Voy cayendo en un reconfortante sueño y los recuerdos de mi niñez se quedan atrás.
De alguna disparatada forma la escasez y miseria de ahora me trae a la memoria otra época de escaseces vivida hace muchos años.

el gatufo





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