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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

martes, 16 de diciembre de 2014

LOS JESUITAS Madrid 1952





Plaza de Castilla, Madrid, años cuarenta y cincuenta.




La actual Plaza de Castilla en Madrid, era llamada coloquialmente "Hotel del Negro" cuando Emilianito transitaba por sus alrededores.
Y el motivo era un enigma para el. ¿Hotel del Negro?, donde está el hotel, que es un hotel, se decía el pequeño, y el ¿Negro?. Quien sería el negro.





Si preguntaba por estas cuestiones el mutismo era absoluto. Con lo que sería mucho mas tarde, empezando a ser adolescente, cuando sus preguntas se vieron respondidas por los chicos de la calle.
El Hotel del Negro era una "casa de putas" durante la República, y el negro era quien lo dirigía.
¿Casa de Putas?, y eso que es, preguntó el muchacho. Jo, pareces tonto chaval, ¿no sabes lo que es eso?.
Así, lentamente y con nueve años comenzó el crio a saber los enigmas del sexo.
Hasta ese momento niños y niñas seguían jugando juntos y revueltos, sin prejuicios de ningún orden, no obstante muy pronto algunas niñas dejarían de bajar a la calle a mezclarse con los muchachos y formarían sus grupitos a parte con otras niñas de su edad.








Con ocho años al chaval lo habían sacado del instituto "Torres Garrido" y lo habían inscrito en un nuevo colegio, esta vez de Frailes Jesuitas que había en el barrio de Chamartín de la Rosa.
Lo de "La Rosa" nadie sabia el por que, posteriormente desapareció "La Rosa" y quedó solo "Chamartín" para la posteridad o el momento actual.



(Madrid, la Castellana, años cuarenta y cincuenta)




(Madrid, Paseo de la Castellana, hoy)

Con un frio helador, en invierno. empleaba media hora de larga caminata subiendo Bravo Murillo, atravesando "El Hotel del Negro" o Plaza de Castilla, y bajando por Mateo Inurría hasta el colegio-convento de los Jesuitas.
A las ocho y media cerraban la verja de entrada al recinto y nadie entraba en su interior.
Con cuatro, si cuatro, faltas no justificadas el chico era expulsado del colegio de inmediato por faltas de puntualidad o novillos.
El temor a ser expulsado era permanente pues se creía que este colegio tenía que ser muy bueno al ser regentado y propiedad de "los Frailes Jesuitas", nada mas lejos de la realidad pues para el muchacho, y sus compañeros, fue una fuente de sinsabores y torturas administradas sabia y ladinamente por sus maestros, seglares, y su director padre jesuita imbuido de un rígido espíritu de rectitud y disciplina.




Que alegría para sus progenitores, el chico va a un colegio de curas, allí le enseñaran bien todas las materias y lo educarán adecuadamente.
Y no es caro, que va, poco más de lo que reclamaban en el anterior instituto "Torres Garrido" donde olvidó todo lo que ya sabía, comentaban entre ellos.

A sus hijas las habían sacado de un colegio de monjas, "Las Adoratrices", ubicado cerca de la casa en la que vivían,  por el mismo motivo que al chico. No aprendían nada en absoluto, se pasaban el día rezando, tenían que ir muy limpias, el pelo recogido y un uniforme impoluto.

En una ocasión en la que a Paquita, la madre, no le dio tiempo a recogerles el pelo adecuadamente, las monjas pasearon a las dos hermanas por todas las clases indicando la forma en la que NO había que acudir al colegio-convento. Luego las mandaron a casa para que su madre las peinara convenientemente.

Ya no volvieron a semejante lugar, convento de "brujas", según la madre.
De inmediato hubo que buscarles un nuevo colegio, esta vez privado y de pago, donde finalmente comenzaron a aprender algo de provecho.

Pronto con nueve para diez años empezaron a estudiar lo que entonces llamaba "bachillerato" y durante cinco años o más estuvieron sometidas a la disciplina de un colegio privado seglar.
Muy caro para los bolsillos de la mayoría, y protesta continua para Paquita su madre, que mensualmente tendría que apartar una sabrosa cantidad de pesetas para el estudio de las dos muchacha.





Nuestra Señora del Recuerdo. "Los Jesuitas"   Madrid



Emilianito sería menos gravoso, empezó su bachillerato con ocho para nueve y la mensualidad que pagaba era mucho menor que la satisfecha por sus hermanas.






el gatufo

POSGUERRA





Los recursos familiares eran muy limitados en los cuarenta y principios de los cincuenta.

No había suficiente dinero para pagar un colegio privado y al chaval lo inscribieron en un colegio público del barrio.

"Torres Garrido" era el nombre del instituto, cuyo aspecto exterior era pulcro, clases luminosas atestadas de críos del mismo sexo, varones, y un gran patio para jugar en los recreos.
La calefacción era inexistente por lo que nunca se sabía si el frio era mayor dentro de las aulas o fuera en el patio. Desde luego los chicos estaban mejor en el recreo por mucho frio que hiciera.
Corrían, jugaban a la pelota, se peleaban con la supervisión de algún maestro que evitaba los puñetazos o patadas administrados con saña, mas que peleas eran agarradas sembradas eso si de insultos o gestos despreciativos hacia los componentes de las distintas pandas.






Aprender no se aprendía nada, nada en absoluto, el profesor escribía una frase en la pizarra y les decía a los cuarenta o cincuenta chicos que la copiaran en su cuaderno y la repitieran una y otra vez durante una o dos horas. Luego borraba la frase, escribía otra y vuelta a empezar.

No había explicaciones de ninguna índole, ni repaso de aritmética, lo más tres o cuatro operaciones sencillas escritas en la pizarra y a copiarlas y resolverlas en los respectivos cuadernos.
Tras dos horas de clase otra hora de recreo, bocadillo si es que lo habían traído de casa, y de nuevo en la clase algún chiquillo que salía y leía algo de lo que había escrito.
No se pagaba nada por asistir al instituto pero en la práctica pedían una pequeña cantidad mensual que iría a los bolsillos del director o profesores justificando ese importe como horas de refuerzo en el estudio.

El resultado de todo se tradujo en que el pequeño fue olvidando lo que había aprendido en la anterior escuela de frente de su casa.
Olvido multiplicar, dividir, e incluso las pequeñas nociones de geografía o ciencias que había recibido de su querido maestro José Luís.
A Emilianito su padre o su madre le preguntaban; ¿Qué hacéis en el colegio?; Y el se encogía de hombros sin saber que decir, al final confesaba, escribir y leer, con lo cual no había posibilidad de entendimiento y las preguntas o respuestas se repetían una y otra vez.

¿Pero que hacéis en la clase?, le preguntaban, y el optaba ya por no responder, se encogía de hombros, fruncía el gesto y eso era todo.
Este chico parece tonto, era la respuesta a su mutismo, y como signo de protesta para el instituto público dejaron de darle la asignación que solicitaban por las clases de enseñanza extra.

Con esa actitud paterna comenzó otro calvario para el pobre chaval, cuando el director del lugar de enseñanza le solicitaba una y otra vez el importe mensual de las inexistentes clases de refuerzo.
¡Arribas¡, decía, debes ya dos meses. Diles a tus padres que te den el importe, 25 pesetas, de la correspondiente mensualidad y ten en cuenta que se acumulan dos cuotas.
Dos, tres, cuatro y seguir sumando ya que al reclamar el crio los importes a su madre esta le respondía que no, no iba a pagar unas clases que no servían para nada.

¡Tus buenos bocadillos te metes¡, le decía el director, por falta de dinero no es, solo hay que ver las barras de pan que te comes cargadas de sardinas en aceite.
Dile a tus padres que así no puedes seguir, ya debes cinco meses y en cualquier momento estarás en la calle sin colegio y sin enseñanza.
Esto no iba a suceder, todo era un gran timo con el que los profesores mal pagados por la dictadura, trataban de compensar sus sueldos de miseria a costa de las miserias ajenas.
Un calvario para el chaval que gestaba en su interior un fondo de rebeldía hacia algo que no podía comprender. Por que no pagaban, por que el tenía que enfrentar esa situación, a que tantas preguntas, el que culpa tenía de todo ello.

Su insatisfacción se concretaba en no hacer nada durante las clases, cambiaba cromos, enseñaba boliches nuevos, hablaba con sus compañeros, se tiraban pelotillas de papel unos chicos a otros.
Eso si, el rezo puestos en pie delante del crucifijo, la canción patriótica del Cara al Sol.....con la camisa nueva, no faltaban teniendo frente a ellos colgadas de la pared las efigies de Franco y José Antonio, marrones, descoloridas, con caras de pocos amigos mirándoles con severidad.

Jose Antonio a la izquierda, el crucifijo en medio y Franco a la derecha, como es natural, fueron unas imágenes que acompañaron a cientos de miles de niños y niñas de la posguerra.
Los dos retratos se equiparaban a Jesucristo, algo que fue creando un poso de rebeldía y falta de fe a todo lo que representara, iglesia, fe, crucifijo, fascismo, dictadura, falange y demás historias representadas en esos tres símbolos de la posguerra.


el gatufo

lunes, 15 de diciembre de 2014

ESCUELA








Organismos Internacionales que fueron creados tras la Segunda Guerra Mundial fueron vetados para la España de los cuarenta y sería en Agosto del cincuenta cuando fue aceptada la candidatura española para formar parte de ONU gracias a las gestiones de los EE.UU. y algunos países de Latinoamérica.

Los embajadores habían sido retirados de la España de postguerra, ningún país quería tener nada que ver con un gobierno fascista que había apoyado a Hitler y Mussolini.

Los españolitos de entonces pagaron muy caro las veleidades de un gobierno alineado a las ideas del Nacional Socialismo.

Pero todo esto ni importaba ni se sabía por una población atemorizada y precavida tras sufrir una guerra civil.
La necesidad básica era comer, encontrar un trabajo, sobrevivir hasta fin de mes y jugar a la lotería buscando la gracia de un premio gordo.




Nada es nuevo y esa situación sería revivida sesenta y cinco años después con la mal llamada Crisis con la que algunos se han hecho inmensamente ricos y cientos de miles han perdido  su empleo, su casa, sus ahorros y sus ilusiones.

El crio recién llegado a Tetuán empezó muy pequeño a acudir a la escuela, estaba frente a la casa, y de este modo la madre no tenía que ocuparse de criar tanto pequeño a su alrededor.
No era la típica ama de casa al uso, no encajaba con las labores atribuidas a las mujeres de entonces, y a las de ahora, el criado de unos pequeños chillones, y la convivencia con un marido que todo el día trabajaba y acudía de noche cansado y con no demasiadas ganas de problemas añadidos.

Las regañinas, azotes en el trasero, y algún bofetón de vez en cuando eran la medicina habitual administrada a los pequeños de entonces.
No había problemas de malos tratos porque no se consideraban como tales los palos suministrados por padres, maestros y demás educadores.

El pequeño estaba feliz yendo a la escuela de enfrente y aprendiendo precoz a leer, las cuatro reglas y algún sencillo problema de aritmética.
Algo de Geografía, poquito sobre Ciencias y ya era mucho más que suficiente.
Con seis o siete años leía de corrido, dividía por dos cifras y era un crio tranquilo agarrado a la mano del profe cada vez que salía al recreo.

Pronto se le acabaría este tipo de vida pues sin saber como o por que se vio enrolado para asistir a otra institución docente que no le gustaría en absoluto.







el gatufo

domingo, 14 de diciembre de 2014

AÑO 1943








¿Cuantas victimas inocentes a lo largo del año 1943?. Incontables, por cientos de miles o por millones.

La segunda guerra europea continua, el exterminio de población civil, judíos, polacos, gitanos y disidentes al nazismo sigue implacable en cientos de campos de concentración y ciudades.
Nadie está a salvo de los bombardeos, fusilamientos o redadas.

En los frentes los soldados caen sin misericordia aniquilados por propios hermanos convertidos en enemigos irreconciliables y la penosa historia del hombre vuelve a repetirse una y otra vez en cualquier lugar del mundo.

No obstante nuevas vidas llegan a este universo atormentado, sumido en una guerra devastadora que dejará decenas de millones de muertos.
Un crio nace en Madrid tercero de los hijos de Paquita y Emiliano.
El matrimonio ha llegado a la capital en busca de una mejor vida para ellos y su descendencia.
Pareciera imposible que aquí en una ciudad que ha salido de una guerra civil hace cuatro años pueda esperarse cualquier clase de futuro, y costará mucho esfuerzo encontrarlo.







Paseo de la Delicias en Madrid, Noviembre, hace un frio de espanto y el pequeño Emiliano abre su boca y profiere sus primeros lloros.
Será un niño tranquilo, buenazo y comilón, aunque no hay demasiado alimento para llenar su interminable apetito.

Estará mamando muchos meses y su madre echará el resto para que no le falte leche abundante con que alimentarle.
El no recordará nada de sus primeros años en el bajo de un edificio en Paseo de las Delicias, vetusto, de varios pisos con ascensor al que su madre trata de cuidar y limpiar pues ocupa su tiempo como portera del inmueble.


El sueldo es miserable pero al menos ocupan la vivienda sin pagar ningún alquiler y eso es suficiente por el momento.

No pasará mucho tiempo en que semejante trabajo crispe los nervios de Paquita y le comente a su marido que desea cambiar de vivienda y ocuparse de sus tres hijos.

Cuando el pequeño va a cumplir los cuatro años agarran sus bártulos, los pocos muebles, colchones, ropas y utensilios de cocina y atravesando medio Madrid se establecen en su nuevo domicilio a las afueras de la capital, en el barrio de Tetuán de las Victorias que todavía no pertenece al municipio de Madrid.

Será muy pronto que engrose los distritos de la Capital, aunque las costumbres y fiestas del barrio continuarán por mucho tiempo al margen de las propias de la gran ciudad.

Tetuán y Vallecas constituyen los dos extrarradios supuestamente mas conflictivos de la capital de España, pero eso nuestro pequeño protagonista no lo sabe, el está encantado con el traslado, con el viaje encima de una destartalada camioneta desde la que va divisando la interminable sucesión de calles de un Madrid de postguerra, sumido en el hambre, el frío y la desesperanza.

Es el año 1947 la segunda guerra europea ha concluido en Mayo de 1945 con la rendición de Alemania.
El hambre y el bloqueo mundial comienza para una España cuyo gobierno dictatorial se equivocó de aliado escogiendo al Tercer Reich, consecuencia de lo cual le harán pagar un alto precio mediante bloqueo, aislamiento y falta de ayudas de cualquier índole.

¿Y que le importará al Régimen que eso suceda?. Nada en absoluto mientras se perpetúe a lo largo de decenas de años.








el gatufo






viernes, 12 de diciembre de 2014

VIVIR MORIR Y FINAL






Vuelvo a estar en casa, es lo único que importa, pues durante estos días que estuve en la calle pensé que ya nunca iba a regresar, moriría sobre el asfalto, asfixiado, asesinado o de sed e inanición.
La forma era lo de menos, la muerte estaba asegurada.

Lo peor era sentir que no vería nunca más a mi querida esposa, no saber si estaba viva o muerta, no poder decirla estoy aquí contigo, he regresado, nunca debiera haberme marchado de tu lado.
Ahora otra ver la tengo en mis brazos, la beso, la arrullo, le digo una y otra vez te quiero para lo que me quito y me pongo la máscara de oxígeno con el perjuicio que esto ocasiona en mis pulmones.

Me es igual, necesito decirle todo lo que he vivido, lo que siento, que ya nunca me alejaré de ella aunque todo es innecesario pues ella lo sabe y no hace falta que yo le diga nada.
Me han contado que Miguel llegó a casa, pudieron abrirle a tiempo, y con las mascarillas de oxígeno, agua y comida que el traía, nadie sabe de donde, pudieron sobrevivir todos estos días hasta que regresamos nosotros.
En realidad sigo aturdido, no entiendo lo que me dicen, simplemente descanso disfrutando el hecho de haber regresado y sentirme entre los míos.




Hablan de marchar, de ir hacia el norte como la única posibilidad de ponerse a salvo, a mi no me interesa, solo quiero descansar, ver a mi compañera de toda la vida. Cuidarla mientras siga vivo sin abandonarla nunca.

Sus ojos muestran la alegría que siente al verme, no dice nada dejando que hablen los demás.

Y no paran de estudiar los mapas, hacer proyectos de marcha, calcular para cuanto tiempo les durarían las mascarillas de oxígeno, la comida, el agua, sus fuerzas y así vuelta a empezar en cuanto descansan lo necesario.

Urge marchar dicen, y preparan bultos e idean formas de transportarlos.
Sobre mi esposa no dicen nada, ella no camina, está permanentemente en su silla de ruedas pues no tiene ya fuerzas de utilizar su andador. Su enfermedad ha avanzado significativamente y vuelve a incapacitarla mucho más que antes cuando quedó en la casa.

Resulta inimaginable pensar en llevarla por la calle,
¿Cómo y quien?. Nunca ha aceptado de buena gana que nadie cargue con ella y ha preferido no salir a tener que verme empujar su silla de ruedas.
Al final compramos una eléctrica ahora inservible pues no hay donde cargar sus baterías.

No hemos hablado sobre la posibilidad de marcharnos, pero se lo que ella piensa y su decisión irrevocable está tomada.
Ella desea que la dejemos en casa, que me vaya yo, que salve mi vida y que la deje a ella para abandonar una vida que le agota.

No va a ser así pero prefiero no pensar en ello, deseo abandonarme al momento feliz de haber regresado, descansar en mi cama.
Dormir al lado de mi esposa, pensar que mis hijas están a salvo y descansar.






Descansar para siempre.



FIN


el gatufo


martes, 2 de diciembre de 2014

HERIDAS





Heridas propias o ajenas, pero es necesario restañarlas para intentar curar nuestra alma, nuestro espíritu o quizás simplemente nuestra mente o la estabilidad que nos mantiene cuerdos día tras día.

Hemos sufrido, hicimos daño, nos lo han hecho, por lo cual debemos curar al amigo del perjuicio afectivo que le causamos y haciéndolo también curaremos nuestra conciencia y ganaremos en salud y tranquilidad.

No es fácil ni sencillo, pero lo bien que uno se queda cuando sin preámbulos damos un paso al frente, mandamos un mail, hacemos una llamada, o subimos a pedir disculpas por nuestro error, por el daño causado, por la incomprensión generada por una actitud incomprensible de nuestra parte.

La herida se enquista, la incomodidad crece dentro de nosotros y ya ni nos atrevemos a mirar o encontrarnos con esa persona a la que hicimos daño y que al final confundimos causa o efecto pensando que nuestra actitud era justificada y preferimos pensar en otra cosa.





Nunca vamos a curar el alma pensando que la razón está siempre de nuestra parte.
No sirve tratar de pasar página y pensar en otra cosa, la culpa corroe, la incomprensión propia se acrecienta y al final desarrollamos  un corazón de piedra incapaz de sentir empatía hacia los demás, hacia el amigo, hacia nuestro vecino, nuestro compañero de trabajo, hacia nuestra pareja.

La vida del solitario nunca llegará a ser plena, siempre le faltará la sensación de ser útil, de sentir amor, de entregarse, pedir perdón, solicitarlo, otorgarlo, ser amado.


Hagamos el esfuerzo y pongámonos en el lugar del otro, veremos entonces sus razones, comprenderemos mejor sus sentimientos, veremos como y cuando le ofendimos, entonces ha llegado el momento de pedir perdón.






Decirle lo siento, entiendo tus razones y quizás así el pueda entender mejor las tuyas y la paz, el sosiego producido al reconocer nuestro error o nuestra falta de empatía, haga el milagro de curar nuestra alma, volveremos a sentirnos en paz con nosotros mismos y habremos mejorado como personas capaces de reconocer sus errores.


Con amor.


el gatufo

viernes, 21 de noviembre de 2014

OLVIDAR







Escucho su voz, existe la gloria entre tanto dolor, me llama y vuelo atravesando la puerta de mi casa sin mirar ni ver a nadie. Corro hacia su voz que sigue llamándome sin parar.

Hola, me dice, hola amor mío. Estás aquí conmigo, gracias, gracias, estás aquí.
La veo sentada en su silla y me mira, sonríe y extiende sus brazos hacia mi. Caigo de rodillas y reclino mi cabeza sobre su regazo. Lloro, lloro como el niño que soy sobre sus senos que me acogen con calor y ternura. Sus brazos me rodean y me tranquilizan suavemente.
Estás viva, repito incesantemente, estás viva. Gracias Dios mío, estás viva.
Pues claro que lo estoy, ¿Cómo no iba a estarlo?. Te estaba esperando y no podía dejar de estar presente cuando volvieras. ¿Que hubieras pensado de mi si no me encuentras?, me dice gozosa y con el punto de ironía que siempre ronda sus palabras en situaciones comprometidas.
¿Que esperabas?, no podía marcharme sin esperarte querido mío.

Me levanto, la beso una y otra vez, finalmente nos fundimos en un profundo y largo beso que es eterno. Dura toda nuestra vida y no deseo separarme de ella, de sus labios, de su cara, de su cuerpo, nunca más.

Cuanto te he echado de menos la digo, solo el deseo de verte me ha permitido sobrevivir a tanto horror.

Calla, calla y sosiégate, me dice enjuagando mis lágrimas que no cesan de brotar.






De repente caigo en la cuenta de las personas que esperan abajo y trabajosamente me aparto de ella.
Debo de avisarles, me digo, aunque ya estoy escuchando pasos que se dirigen a donde estamos.

Veo a Gloria, al pequeño, y ¿a quien más?. Es Miguel, no lo puedo creer, ¿Miguel?, exclamo.
Claro, mi amigo, quien iba a ser.
¿Pensabas que me iba a olvidar de vosotros?

¿Y estos quienes son?, exclama apartándose y cediendo el paso a mi otra familia que callados, sucios, derrotados van llenando mi salón con su presencia.

Nos habías olvidado, me comenta mi amigo con una sonrisa, y mira con interés a su alrededor.

Tu eres Cuca, su esposa, dice, y se adelanta hacia ella cogiendo su mano y besándosela.
Encantado de conocerte querida Cuca, dice, estos son los invitados que tu marido se ha traído a tu casa. Espero que no te importe.

Asombrada Cuca mira a todos y cada uno de los seres que con timidez la miran a ella.
Miguel y Gloria los miran a su vez con enorme extrañeza, quienes son estos se estarán preguntando, y movido por su curiosidad comienzo a citar sus nombres para dárselos a conocer.

Es tal mi emoción que confundo los nombres y tengo que callar incapaz de pronunciar palabra.
Las lágrimas vuelven a inundar mis ojos y resbalan sin parar por mi cara.
Están vivos pienso una y otra vez, pero no puedo evitar que un insidioso pensamiento resbale entre tanta dicha.

Vivos si, ¿pero por cuanto tiempo?, lo aparto pero con insidia vuelve a resonar en lo mas profundo de mi cabeza. 


¿Por cuanto tiempo?.










continuará...


EXPLOSION GOZOSA





El corazón pareciera salir fuera de mi pecho. Los latidos tienen que ser escuchados por mis compañeros en el opresivo silencio que nos rodea. De repente siento una mano que acaricia mi rostro y una voz profunda suena en mis oídos. Tranquilo Emiliano, todo estará correcto, tranquilo, es seguro que tu mujer te espera en casa.

Aparto mis ojos de la añorada terraza, mi terraza, y veo a ¿Cuál es tu nombre? le pregunto a la mujer que nos acompaña.
Soy Lidia, y mi hijo es Carlos, te debemos la vida y estoy segura que encontrarás a quien amas viva, esperando que vuelvas cada segundo del día, no te rindas ahora. Mereces ser recompensado por tus buenas acciones igual que tu amigo Luis.

Gracias Lidia, que Dios escuche tus palabras, voy a estallar si seguimos aquí mirando la casa.

Vamos, el último esfuerzo, que ya casi hemos llegado, comenta mi amigo reanudando la marcha.
Le seguimos como sonámbulos y la angustia se abre paso de nuevo en mi pecho.

Las llaves, grito, las llaves vuelvo a repetir llevándome las manos a la cintura donde até la cartera de viaje que durante años me acompañó en mis viajes. Tanteo, palpo el contorno de mi cintura, y si, ahí está, siento la dureza de unas llaves que esperan ser utilizadas de inmediato.
Esperad, les digo, voy a sacarlas ahora mismo.

Ni se te ocurra, me comenta Luis. Espera a que estemos frente a la puerta en el portal del edificio. Si se te caen ahora resultará imposible encontrarlas sumergidas en esta masa informe de detritus y porquería que llena el pavimento.

Retengo mi ansia y seguimos caminando medio arrastrándonos por mitad de la calle.
Cuanta razón tiene mi compañero, si las llaves se me cayeran en este revoltijo enorme que hay sobre el suelo sería muy complicado encontrarlas.




Estoy llegando, Dios mío, estoy llegando. Que ella esté bien, que esté viva y el resto también, te lo pido Señor, ayúdame y concédeme la gracia de volver a ver con vida a mi querida esposa.

Me esperan rodeando el portal, todos me miran y yo voy moviendo unos pies que se niegan a dar un paso. Temo lo peor y retraso conocer lo peor. Que dure esta ilusión, pienso, deja que dure y retrasa todo lo que puedas abrir la puerta de tu casa, me dice una voz asustada.
Venzo la tentación, no puede ser tanta cobardía me digo, abre ya cuanto antes, seguro que necesitan tu ayuda de inmediato.

Apremiado por esta idea me pego al portal, aunque una mano me detiene en la acción de buscar y sacar las llaves.
Déjame a mi, tu estás demasiado alterado, y diciendo esto Luis mete sus manos por mi camisa, desata la hebilla que sujeta la cartera de trapo a mi cuerpo y cuidadosamente saca la misma a la mortecina luz de día.
Despacio con mucho sosiego abre la cremallera de la cartera y mete su mano por el hueco. Las llaves aparecen sujetas firmemente entre sus dedos. Examina el manojo y a la primera, sin dudar, inserta una en la cerradura del portal. Acierta, gira dos vueltas y abre la puerta.

Ir pasando nos dice, tu primero es tu casa y lo mereces. Así lo hacemos con sigilo y sin proferir una palabra. Una vez todos reunidos en torno a el, me entrega las llaves con cuidado para lo cual toma mi mano, la abre, deposita el manojo contra la palma y cierra mis dedos firmemente. Ten cuidado, me dice, que no se te caigan.
Tu vas a subir solo, nosotros esperamos aquí, no deseo que tu gente se asuste al vernos. Déjalo todo aquí, tómate tu tiempo y si necesitas ayuda, la que sea, me llamas. Yo subiré de inmediato a tu voz.
¿Te atreves a enfrentar la prueba mi amigo? me pregunta, y afirma.
Todo está bien, vas a encontrar a los que amas perfectamente, vete seguro de ello.

Me empuja con suavidad hacia las escalera y yo comienzo a subir refrenando mi angustia y la insana impaciencia por encontrar ¿que? me pregunto, ¿a todos muertos?.
No, Dios mío, no, que no sea así. No lo permitas.

Vivo en el segundo C, y poco a poco llego al descansillo del primero. No encuentro nada que no sea suciedad extrema. No hay nadie, ningún cuerpo de persona o animal. Tropiezo y caigo ruidosamente sobre los escalones. Se escucha el batacazo por todo el portal, Ay, puff, que daño exclamo.

De inmediato escucho el ruido de una puerta que se abre y al segundo una forma peluda se arroja contra mi pierna. Se agarra a ella mientras un largo y sonoro miaauuu, miaaauuu, se escucha en mis oídos como música del Cielo.

Es mi gato, es Gatufo, no me lo puedo creer. Ha salido como un rayo hacia mi cuando alguien ha abierto la puerta de mi casa al escuchar mi queja.
Estáis vivos, estais vivo, grito sin poder contenerme y salgo impulsando hacia arriba llevando a Gatufo en mis brazos.





Querido, mi querido Gatufo, está vivo repito una y otra vez mientras las lágrimas y los sollozos no paran de repetirse fuera de mi alborozada alma.
Gracias, gracias, estáis vivos vuelvo a exclamar como un loco poseso.

Una alegría inmensa inunda todo mi cuerpo que galopa hacia arriba sin ver donde pongo los pies.



continuara...........




jueves, 20 de noviembre de 2014

POLVO Y SUCIEDAD





Mi barrio al fin.
Lo que veo y voy pisando, no me impide pensar que estoy cerca de casa, mi casa como diría ET,  mi corazón se acelera según la distancia se acorta.

Ansío con todas mis fuerzas abrazar y besar a mi esposa, pero el temor me atenaza cuando pienso en las pocas posibilidades que hay de encontrarla viva.

¿Y la muchacha?, ¿se habrá marchado con su hijo sin esperarme?. Cuando sopeso sus posibilidades constato que son nulas. Imposible atravesar la ciudad sin perecer en el intento.

Nunca el barrio fue agradable o limpio, pero ahora no puedo apreciar la diferencia con los que he ido atravesando.
Todos son inmundos e inhabitables.

El polvo y la suciedad lo cubre todo, los cuerpos se amontonan por doquier, coches aplastados obstaculizan el paso al igual que troncos y ramas podridas de los árboles.
Infinidad de ratas proliferan entre los cadáveres, la mayoría muertas y mordisqueadas por sus congéneres que se mueven entre ellas.
Resulta asqueroso y fascinante ver semejante espectáculo, no es una película de terror, es tu barrio, es tu mundo, es la realidad de un entorno que agoniza.

El ser humano no tiene sitio, otras especies lucharán por sobrevivir y el alimento no les va a faltar.
Tampoco carecerán de oxigeno pues una vez exterminados los grandes mamíferos, incluidos los humanos, el aire restante será suficiente para insectos y alimañas que a miles corretean ante mis ojos.

Pisamos cucarachas por cientos, otras suben por las piernas y llegan hasta nuestro rostro. 
Ocupadas las manos no podemos sacudírnoslas de encima.
A estas alturas ya no me importan, siempre me fueron repugnantes y aterradoras, pero ahora todo es mas horripilante que cualquier insecto vivo que repte por mi cara o piernas.
Ni tan siquiera tendría fuerzas para espantarlas en el caso de que pudiera hacerlo.


Les comento, solo nos queda llegar al final de esta calle que encontramos  a la derecha, otro giro a la izquierda y estaremos frente a los bloques donde está mi casa.

Genial, en pocos minutos estaremos allí, me responde Luis que camina con soltura arrastrando el pesado carro lleno de comida y armas.
Como se las ingenia el para caminar de esa forma para mi es un misterio. Sortea obstáculos con una agilidad pasmosa, levantando casi en  vilo a las criaturas que lleva cogidas de su otra mano.

Escuchamos voces y ruidos de pisadas amortiguadas por la masa informe que cubre el suelo.
Son renegados me susurra, tenemos que escondernos, pero ¿donde?. No hay escondite a la vista, solo pegarnos a la fachada y esperar que no giren la calle continuando recto.

Si enfilan la calle en la que estamos, casi en la esquina, nos verán sin remedio.

Me alarga una pistola a la que miro con asombro. Es la primera vez que tengo un arma en la mano.
Apunta firme y dispara, me dice, es fácil, he quitado el seguro. Solo tienes que apretar el gatillo según enfiles el arma hacia el sujeto al que quieras abatir.

Se acercan, no son muchos, tres o cuatro por el ruido y la conversación que llevan. Ríen y se jactan de sus proezas. Han liquidado a una pareja que llevaba caretas y provisiones. Tienen cuerda para varios días gracias al botín que engorda en su poder. Parece que satisfechos disfrutando con el dolor ajeno.

De donde ha salido esta caterva de desalmados que siembran todavía mas terror entre los pobres supervivientes.
Ni tan siquiera serán soldados renegados, visten sus uniformes arrancados una vez muertos su propietarios e incluso alguno se ríe de ello, de lo listos que son confundiendo al personal que piensa llegan en su ayuda.
Se acercan y los matan sin disparar un solo tiro apropiándose de las pertenencias que les interesan. Máscaras, botes de oxigeno, armas y provisiones. El dinero ya no les sirve, solo joyas o adornos semejantes tienen valor para ellos.

Están doblando la esquina. El estruendo de un disparo me saca del estupor que me embarga. Uno de ellos salta hacia atrás impelido por la fuerza de la bala que lo atraviesa en el pecho. La sangre salta en un chorro incontenible tiñendo de rojo la sucia camisa verde y queda tendido boca arriba en el suelo. De inmediato suena otro disparo y el segundo sujeto se tambalea y cae de bruces sobre la pared. Se escurre y de rodillas queda quieto sin proferir ninguna exclamación.
Dispara Emiliano, me gritan, y sin pensarlo apunto al más próximo y aprieto el gatillo. Una flor roja brota en el hombro y gira sobre si mismo como una peonza hasta que se derrumba.

El otro sujeto trata de sacar un arma inútilmente, suena el cuarto disparo que le destroza la frente e impulsado se estampa contra un árbol derruido sobre la acera.
En un instante cuatro cuerpos más engrosan el montón de muertos.
Estoy mudo y horrorizado. He matado un ser humano sin dudarlo. Primera y última vez, pienso, pero estoy equivocado y pronto tendré ocasión de comprobarlo.



continuara.......

martes, 18 de noviembre de 2014

ULISES Y LAS SIRENAS







Ulises no se dejó seducir por los cantos de sirena cuando regresaba en barco a su casa en Itaca donde le esperaba su amada Penelope.
El ordenó a sus amigos que le ATARAN y que se pusieran tapones para no escuchar los halagos y las maravillosas voces de las sirenas, instándoles a navegar hacia su Isla.

Es tan viejo emitir esos cantos que a lo largo de milenios se han venido cantando en todas y cada una de las religiones y movimientos políticos sociales que el ser humano ha ido viviendo.

En esencia no cambiamos, somos los mismos de hace dos, tres, o cinco mil años. Fáciles de engatusar y seducir cuando escuchamos lo que nuestros oídos y nuestras mentes desean.

A los esclavos se les prometía la libertad e incluso el cielo e igualdad con sus antiguos amos, somos iguales les dijeron y el Paraíso os espera si cumplís una serie de reglas o normas.
E incluso si os martirizan o morís en el empeño iréis directo a la Gloria.

Si no las cumplían se les amenazaba con las penas infernales en la otra vida.

Aunque no seas feliz en esta vida lo serás en la otra y no te imaginas como y cuanto de Feliz.

Igualmente los líderes que en el mundo hay y han habido vienen o han venido haciendo justo lo mismo que los sacerdotes o predicadores antiguos. Me votas, mis ideas son la mejores, hay que derrocar, hay que hacer una revolución, etc.

Nace la democracia, la tiranía, los reinos, la república, y los movimientos obreros que reivindican derechos para los trabajadores o esclavos sometidos a horarios arbitrarios y extenuantes.

El comunismo, liberalismo, dictadura, democracia, socialismo, nacionalismo, etc. 

Todos dicen lo que millones desean escuchar, prometen, prometen, y prometen más todavía.

Cantos de sirena a cual mas bello y prometedor.
En esta vida, claro, esa es y ha sido la diferencia con los sacerdotes.

Escuchamos ahora en España los cantos de sirena del llamado "populismo" emitidos por una nueva fuerza social y política que nos habla de una especie de utopía donde no habrá pobres, ni desempleados, se repartirá la riqueza de la forma mas justa imaginada, y el ciudadano/a tendrá todos los derechos habidos y por haber.

¿Obligaciones?, se les han olvidado mencionarlas, aunque doy por hecho que para obtener todo eso que nos prometen habrá que votarles a ellos, comulgar con sus ideas y así todos seremos felices, imperara la justicia, la paz, y la igualdad de la mayoría de nosotros.

Mientras, algunos se han colocado en puestos que relumbran y les proporcionan unos sueldos de escándalo.
Bueno, de eso no se habla, no van a renunciar a las decenas de miles de euros mensuales que han comenzado a ganar.

Tu vas a la obra, al banco, al tajo,.....y yo me gano diez o quince mil euros mensuales yendo a Bruselas en primera clase.
No obstante esto es provisional, mas adelante igualaremos los sueldos y tu ganarás lo mismo que yo. 







Y voy yo y me lo creo, no pienso que siempre a lo largo de milenios han dicho justo eso, me votas, sigues mis enseñanzas o mis políticas (son las mejores)  y todo cambiará a bien para ti, y para mi, ya está cambiando pero mejor no te lo cuento.

No se cansan, repiten la misma seductora canción que las sirenas de Ulises.

Halagan nuestros oídos diciéndonos con voz educada, seductora, bien timbrada y profunda, justo lo que deseamos escuchar en estos momentos de penuria y miseria para millones que como es lógico se dejaran seducir por los cantos de sirena, y si no al tiempo.

Que bonito suena cuando se escucha en la cuatro o en la sexta, e incluso otros les siguen el juego y se hacen eco de los cantos.

Vale, estupendo, pero YO NO ME LO CREO, y por si hubiera peligro de seducción me pongo los tapones y no sintonizo las cadenas de tv., donde inexplicablemente se emiten estos cantos una y otra vez no se muy bien los fines.
¿ Ganar dinero a base de nuestra credulidad ?.
Todo esto que está sucediendo en España es demasiado viejo y los libros y la historia, cuando la leemos, me sirven y me han servido para ser un escéptico a lo largo de mi vida.









gatufo 


sábado, 15 de noviembre de 2014

AMANECE









Mis sentidos están saturados, ya no distingo el hedor de la muerte de otros olores igual de repugnantes.
Con tres cadáveres dentro de la casa lo inimaginable es pasar la noche profundamente dormido, como ha sucedido, igual que han hecho mis otros compañeros. El cansancio es devastador y el sueño es inevitable y muy bien venido.

Hemos procurado turnarnos, peor que bien, para vigilar que nada ni nadie nos de una desagradable sorpresa.
No las ha habido, el silencio es sepulcral, solo lo rompe algún tremendo alarido de muerte cuando algunos de los que escapan amparados por la noche son vilmente cazados y exterminados al momento.
¿Qué objeto tiene asesinar a quien ya está sentenciado?.
¿Robarle?.
¿Para que?, me pregunto, si ya casi nada tiene valor en un mundo infernal que se destruye a si mismo y a todo ser que respira.

Está amaneciendo y estamos preparados para abandonar la casa.
Llevamos máscaras, armas, trajes especiales y provisiones cargadas en tres carritos.
Pesan como el plomo y han bajado danto tumbos por las escaleras con riesgo de romperse y desparramar todo su contenido por los escalones.

A pesar del estruendo nadie ha salido por puertas cerradas y silenciosas. No parece haber nadie dentro de los pisos o sus ocupantes yacen muertos ya sin remedio.

El aire es irrespirable creo, no me atrevo a comprobarlo tapadas mi nariz y mi boca por una confortable máscara que me da la vida.
Todos llevamos una con sus respectivos depósitos de oxigeno vital.
Aceleramos el ritmo esperando llegar a mi casa en un par de horas a lo sumo.
El entorno es irreconocible y a penas puedo orientarme. Sorteamos árboles caídos putrefactos ya al igual que los montones de cadáveres o cuerpos diseminados por todos los sitios.


Caminad, no entreteneros, no mirar, procurar no resbalar con esa mugre infame que cubre el suelo, nos va diciendo nuestro amigo mientras arrastra el carro mas pesado y lleva a los dos hermanos enganchados a su otro brazo.
La mujer joven increíblemente recuperada arrastra otro carro ayudada por su hijo.
Yo arrastro el menos pesado aunque para mi resulta cargado con plomo.


Estamos llegando ya, mi corazón salta alborozado pensando en abrazar a mi esposa. No deseo pensar en que pueden no haber sobrevivido.
Una voz me dice que es imposible encontrarlas vivas, pero no la escucho, la esperanza sigue viva y me permite seguir moviendo mis piernas.






el gatufo









domingo, 9 de noviembre de 2014

FARSA Y DEBILIDAD







Una FARSA consentida puede quitar muchos votos a un partido que sustenta el Gobierno de España.

En el caso de actual gobierno de la Nación que consiente el simulacro hecho y fomentado por otro gobierno autonómico, que es y debe ser constitucional y acatar las leyes por tanto, es muy probable que le cueste, al partido en el poder, muchos más en votos de los que ellos suponen.

Españoles, entre los que me cuento, se sienten defraudados cuando en innumerables ocasiones hemos escuchado al Sr. Presidente que esto no iba a suceder. Y ha sucedido y porque ha sido consentido.

Votantes y ciudadanos españoles se preguntan, yo por ejemplo, como es posible que esta fantochada o simulacro de referéndum se este produciendo en tierras españolas sin que el gobierno de la Nación lo haya evitado.
Es una absoluta falta de respeto para todos los Españoles y para lo que significa una votación limpia, democrática, y constitucional.
Además es un mal precedente.

Da cierto dolor a quienes nos consideramos españoles, de diversas ideologías, ver como en una región nuestra se produce semejante circo, y el partido en el poder que debiera haberlo evitado simplemente se limita a decir muchas palabras, muchos discursos, y nada para abortar este simulacro.

Los españoles que nos sentimos como tales, estamos hartos y enfadados Señor Presidente, y Vd. no ha hecho nada para suprimir de raíz este hecho, que seguro se repetirá porque Vd. y su gobierno han evitado mojarse, y recurrir a lo que está en su poder y dominio para retirar de la circulación, urnas de cartón, voluntarios y desafíos soberanistas diversos.

Siento pena, vergüenza y lástima por lo que hoy está ocurriendo en unas tierras que forman parte del patrimonio
y la historia de todos los Españoles.

Que no supongan algunos de los habitantes que viven, pueblan o han nacido en esa región, repito, que no piensen que es suya y pueden hacer lo que quieran.

Nada mas lejos de la realidad señores y señoras que participan en el simulacro.

NO es suya, NO lo es, esa región de España es de TODOS LOS ESPAÑOLES, mía también.

Vergüenza y decepción por la falta de medidas que hubieran evitado esta farsa que algunos identificaran como buena.
Sin ir mas lejos el New York Times ya publica, hoy lunes, que los catalanes han votado mayoritariamente de forma aplastante por su independencia de España.

Explíquenles a esos periodistas, al mundo desinformado, que esto ha sido un simulacro ilegal permitido y consentido, luego está visto que la ilegalidad se autoriza y no se castiga.

UN MUY MAL EJEMPLO, señores gobernantes.







el gatufo






sábado, 8 de noviembre de 2014

EL NORTE





Estoy leyendo la carta de un desconocido que yace muerto tumbado en una cama de un apartamento extraño.

Esta dirigida a persona o personas de buena voluntad y les pide que se hagan cargo de sus nietos y traten de salvarlos de un mundo que agoniza.

"A quien puede leer esta carta le suplico se haga cargo de mis dos nietos y trate de salvarse junto a ellos.
Aquí ya no hay esperanza, el gobierno junto al gabinete de crisis no existe. Han abandonado sus puestos y han huido junto a sus familias tratando de llegar al Norte.
Desde Bruselas les han sugerido hacerlo y formar un gobierno central en el norte de Europa que trate de coordinar el éxodo de decenas de miles de europeos que abandonan sus países y tratan de llegar a zonas boscosas como sea.
No hay víveres ni mascarillas de oxigeno para todos, ni tan siquiera para uno de cada mil ciudadanos.
Han muerto cientos de millones de personas refugiadas en sus casas o en mitad de las calles.
Nada se puede hacer para remediarlo o aliviar el sufrimiento de estas personas.
El mundo que conocíamos se acaba. Esperemos un nuevo resurgir del ser humano mas consciente de respetar el entorno en el que vive.
Posiblemente la población del planeta quede reducida a unos pocos millones o incluso menos de seres humano.
Mi esperanza es que TU que lees esta carta puedas sobrevivir y conducir a mis dos nietos junto a ti para que ambos forméis parte de los supervivientes.





Dejo diez mascarillas y unas decenas de recipientes de oxígeno, junto a suficientes víveres para sobrevivir al menos un mes.
También he hecho un plano de los lugares a los que podréis acudir en busca de cobijo o ayuda. 
Espero que sigan funcionando.

Soy militar y biólogo, formaba parte del Gabinete de Crisis de este país, al quedar desecho he acudido a casa de mi hijo demasiado tarde, y le encuentro muerto.
Habían dejado las reservas a sus hijos con la esperanza de que yo acudiera a rescatarles.

No puedo soportar mas este infierno, además estoy sentenciado con un cáncer que acabará con mi vida en un lapso muy pequeño de tiempo.

Yo no puedo salvarles.
A quien lea esta carta le ruego salve a mis nietos, ellos igual que otro pequeños pueden ser la esperanza de un mundo nuevo".

Estoy emocionado y aterrorizado por lo que describe este hombre que ha dejado su última esperanza en manos de desconocidos.

El universo que conocíamos está sentenciado. No hay gobierno, ni orden, ni esperanza para los que permanezcan en este país.
Lo sospechaba, pero no hasta este grado, sigo soñando despierto una pesadilla que no acaba.

Salvar a los niños pide, ¿como?. Ha dejado planos con indicaciones de los lugares a los que acudir en un teórico éxodo hacia el Norte, y me pregunto si quedara alguien en ellos o solo es una esperanza que ya se ha desvanecido.

Vamos, vamos, hay que marcharse me comenta mi compañero. Todos estamos preparados para abandonar la casa cuanto antes.
Iremos primero a tu casa, recogeremos a todos y pondremos rumbo al Norte tratando de salvar nuestras vidas.

Las vuestras, pienso, pero callo y me incorporo de inmediato.
Me han alimentado, he descansado, he respirado aire sano, sigo haciéndolo y pareciera que he recuperado parte de mis fuerzas.
En breve tiempo estaré viendo y abrazando a mi querida esposa, es lo único que deseo en estos momentos.






continuará.....



  

viernes, 7 de noviembre de 2014

CAOS





Vuelvo a tener una familia a la que cuidar, la idea se abre paso en mi cansado cerebro y reaviva sentimientos ya pasados.
Veo a mis tres hijas de pequeñas rodeándome esperando jugar a "pies quietos" y me embarga la felicidad ya pasada.

Ya son mujeres adultas con una vida plena de satisfacciones personales. Eligieron su lugar de residencia acorde con sus trabajos y ahora afortunadamente para ellas no residían en Madrid.
Todo este tiempo he confiado en que estén vivas, a salvo, alejadas de estas enormes megalópolis en las que sobrevivir se había convertido en una dura labor.

La mas joven reside en una capital del Norte de Europa, muy cerca de los bosques que siguen en pie proporcionando el necesario oxígeno que nos llega a cuenta gotas. 

Fue allí porque no le gustaba el trabajo que estaba haciendo en Madrid y ahora trabaja en una universidad Danesa de bióloga.
Es posible que la hayan contratado para estudiar el fenómeno genético que destruye toda la flora y esté a salvo con otro staff de biólogos y científicos empeñados en desentrañar el enigma que asola nuestro mundo.

La mayor abandonó Madrid después de casarse por un motivo semejante. Ni a su chico, ni a ella misma, les gustaba la vida en la gran ciudad y hace casi veinte años cambió su vida ciudadana por otra mas tranquila en una isla poco poblada con un paisaje y una vida natural impresionante.

Nada se sabe de lo ocurrido allí, es posible que esta contaminación pestilente no les haya alcanzado y puedan sobrevivir al cataclismo general de una civilización tecnológica irrespetuosa con su medio ambiente.

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Me zarandean, despierto y escucho que me llaman, despierto de mi duerme vela y caigo en la cuenta de que no estoy en casa.
Comienzo a recordar la pesadilla en la que se ha convertido mi vida y escudriño a las personas que me rodean.

Dos pequeños y una casi adolescente, un joven alto, fuerte, decidido, y una mujer desconocida que me observa con atención.
¿Quien es esta joven que me mira con descaro y un cierto agradecimiento en su mirada?.

No puede ser la mujer astrosa y sucia que me tocó cuando estaba sentado en el banco de madera esperando a mi nuevo amigo. ¿O si lo es?.

No se como lo han hecho pero la suciedad ha desaparecido de su rostro y ha cambiado sus vestidos por otros impecables. El nauseabundo olor que le rodeaba tampoco está y su aspecto es el de una joven muy delgada, famélica casi pero atractiva.

Pongo atención a lo que dicen.

¿Hola como estás?. Soy Lucía y te agradezco lo que has hecho por mi hijo.

¿Que he hecho?

Nada en realidad, arrastrarle con gran esfuerzo de una mano y conducirle aquí, donde estamos ahora, y ¿donde estamos?.

Voy tomando conciencia de la realidad, del lugar donde he estado dormido, de los cuerpos que hay en el dormitorio, del grandísimo dolor de mis pulmones, de mi necesidad de respirar, de comer, de beber, y sobre todo mi absoluto deseo de ver a mi esposa, abrazarla, besarla, decirle que la quiero mas que a nada en el mundo, y no separarme jamás de su lado.

El deseo de verla, cuanto antes, se abre paso sobre todas la carencias que atormentan mi cuerpo y mi espíritu.

¿Cuando nos vamos?, pregunto y trato de incorporarme inútilmente, caigo en el sofá de nuevo y la desesperación me inunda al sentir un cuerpo viejo y desgastado que ya no sirve para casi nada.

Tranquilo, descansa, vas a comer y beber algo para recuperar tus fuerzas, tenemos oxígeno de sobra para purificar nuestros pulmones.

¿Como crees que has podido dormir varias horas?
Si no hubiera sido por el oxigeno que el abuelo de estos niños trajo para ellos, todos estaríamos ya muertos.

El estaba muy enfermo, cuando vio a su hijo muerto junta a su nuera prefirió abandonar, dejo una carta que luego puedes leer, resulta muy descriptiva del caos y da pistas para escapar de esta ciudad.


continuará.......





lunes, 3 de noviembre de 2014

UNA FAMILIA








Estoy en el Infierno pienso, no puede ser peor que esto por lo que todos estamos pasando, mis pulmones arden. Pareciera que respiro pimienta pues toso sin parar y seguro que ya están en carne viva igual que el de todos.

El pobre niño del que estoy tirando se niega a andar y no puedo cargarle encima pues me faltan fuerzas. Ni tan siquiera llora, jadea, jadea, tose y vuelva a jadear.

Vamos, vamos, amigos que ya queda muy poco dice Luis. ¿Amigos?, que yo sepa soy yo solo pues el crio no se entera de nada y la mujer está desmayada encima de el.

Llegamos a un edificio creo, se acerca al portal y aplasta el botón del portero automático que lógicamente no suena, la costumbre, no obstante vemos que una niña de unos diez o quizás once años está acurrucada próxima a la puerta. Lleva 
una máscara de oxígeno y se incorpora nada más vernos.
Abre la puerta trabajosamente y con un suave empujón de mi amigo franqueamos la entrada.
Tiene que elevar al pequeño que se niega a seguir andando y prácticamente llevo arrastrando.
Seguimos a la niña y comienza el calvario de subir escalones echando los hígados fuera.

Ella anda ligera, lleva su máscara, pero nosotros no podemos seguir su paso y tras largos descansos alcanzamos por último la planta donde está la vivienda. No se cuantos pisos hemos subido, ni me importa, caigo redondo al suelo tras pasar el umbral de la puerta.
Me arrastran y cierran la puerta. De inmediato una mascarilla de oxígeno cubre mi boca y me reanima, gateo hasta mas alla de la puerta, estoy dentro de la vivienda.

Alguien me coloca sobre un sofá, estoy rendido y duermo, estoy fuera ya de este mundo porque sigo respirando sin que mis pulmones quemen, pero no, la dicha dura poco y abro los ojos enfocando la habitación y a la gente que ocupa las sillas.

No está la mujer la pobre mujer astrosa ni tampoco su hijo, ¿lo habré soñado?. Parece que no lo he soñado pues mi amigo me informa que están tumbados en otra habitación con una buena ración de oxígeno en sus pulmones y algo de alimento en sus estómagos.

Enfrente tengo a la niña de diez años y otro crío que parece su hermano, tendrá cinco o de seis años y se les ve saludables. Pálidos pero no en demasiado mal estado.

Según me entero han perdido a sus padres y a su abuelo, están solos y desean abandonar la casa.

Espera, espera, amigo. No me entero de nada, vuelve a empezar por favor le contesto a Luis.

Que te lo cuente la niña, Emiliano, me replica Luís. Mejor aún Laura, dále la mano y le llevas tu sabes donde para que tome conciencia de la situación.

Dicho y hecho, me incorporo, toma mi mano y me lleva a una habitación donde tres adultos están tumbados en la cama. Muertos, y bien muertos por su color y por el olor que inunda la habitación.
La niña no se inmuta, ha visto y sufrido demasiado, ha estado sola con su hermanito con este panorama en casa.
Salimos de inmediato, yo no puedo resistir la vista de esos cuerpos que empiezan a descomponerse y ella me va contando que son sus papás, y su abuelo.

Sus papas decidieron dejar las reservas de oxígeno a sus hijos, esperaban que llegara su abuelo que traería más asi como alimentos. Deseaban abandonar la casa y la ciudad cuanto antes.
El abuelo era un coronel que sabía donde encontrar provisiones, máscaras, oxigeno, armas, y un plano que pudiera guiarles para atravesar Madrid y el resto de España, parando en sitios donde hubiera algún tipo de orden, restos de un gobierno, y soldados que acataran las ordenes de sus superiores.

Se retrasó mi abuelo demasiado, dice la niña, y mis papás decidieron darnos las mascarillas que previamente habían recibido de el, de mi abuelo, se tumbaron en la cama y ahí están, quietos sin moverse.
El abuelo llegó muy enfermo, no sabemos que le pasaba, nos dijo que esperaramos aquí protegidos, con mas mascarillas, que saliéramos a la terraza y atrajeramos la atención de alguien que pudiera ayudarnos a salir de aquí. Nos escribió un papel para dar a la persona que subiera y que seguramente nos ayudaría a salir de aquí, con las provisiones y con las mascarillas que el traía.
Se tumbó en la cama tosiendo, escupiendo sangre, y ahí se quedó dormido al poco tiempo.

Mi hermanito y yo nos hemos quedado solos, nuestros padres no despiertan, están muertos, nos encontramos muy tristes y esperamos que vosotros podrías ayudarnos
tal y como no dijo mi abuelo.

Callo y escucho a la niña, parece lista y confiada en unos extraños que acaba de conocer, me maravilla su sangre fría al contar unos hechos que a cualquier otro niño le hubieran sumido en el silencio y desesperación.
A ella no, desea sobrevivir, tiene claro que tiene que salvar a su hermanito, se siente responsable de el y ese sentimiento le otorga madurez.

¿Que años tienes? le pregunto, y ella me dice que once para doce en seis meses.

Es una mocita menuda y flacucha, pero si, puede que sean sus años por la calma que aparenta.

Mi hermano tiene seis, me dice, antes de que yo le pregunte.

Maravilloso, pienso, ya somos familia numerosa y me siento de inmediato a descansar en cuanto veo una silla propicia para aguantar mi peso.


continuara...............