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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

domingo, 15 de octubre de 2017

HACE MUCHOS AÑOS







Hace muchos años en un lugar llamado España, vivian tres crios muy pequeños que eran hermanos. 
Dos nenas y un varon que era el niño de la mamá, y es que entonces se estimaba mucho el hecho de tener a un varón en las familias.
Aunque no había demasiados mimos, se pasaba francamente mal, hambre, privaciones, frio y falta de humor o paciencia ante tanta miseria, el pequeño era quien recibía más cariño o mímos, como decían sus hermanas mayores.

Esto tres pequeños no se enteraban de nada, vivian la vida que viven los niños siempre propicios a jugar y a hacer travesuras que sacaban de quicio a su madre quien estiraba el dinero para poder llegar a fin de mes y no solía estar de buen humor.


El padre de estos tres diablillos había nacido en 1914, primera guerra mundial, y su hijo pequeño, Emiliano, tambien nació en 1943, plena segunda guerra mundial aunque en su entorno, España, la guerra mundial no se notaba demasiado. 

Se pasaba hambre de cualquier forma, con guerra y despues de ella, mucho peor despues ya que el país quedó aislado con un bloqueo internacional por haber apoyado tácitamente a los perdedores, las fuerzas alemanas y a su sangriento dictador que previamente había ayudado al dictador español a derrotar al gobierno libremente elegido de la segunda república. 


España era un país pobre, hambriento, represivo, donde las libertades individuales o colectivas habian sido segadas o arracandas de cuajo tras una larga guerra civil que enfrentó hermanos contra hermanos, vecinos, familias, amigos y acabó con mas de un millón de muertos en batalla y fuera de ella, asesinados, masacrados, enterrados anónimamente por ambos bandos en liza.

Despues de esto hubo una gran represión por parte de los vencedores, la dictadura, que se cobro decenas de miles de vidas y ya nadie se atrevia a opinar, reunirse, o crear conflictos de ningun orden.
No existía el derecho de huelga, reunión, asociación, ni por supuesto los partidos políticos.
La polícia "secreta", la secreta como se decía entonces, pedía la documentación en cualquier lugar, más cuando se viajaba en tren o autobús pues el control era exaustivo y estricto.

La escasez era extrema, hasta el punto que se emitieron cartillas de racionamiento para los productos básicos acordes con el número de miembros de una mísma familia.

Se iba a la tienda cuando llegaban noticias de que un producto básico había llegado, aceite, patatas, azucar, harina, sal, o cualquier otro suministro vital para subsistir. 
Tampoco había carbón o leña para encender la lumbre y poder cocinar. 
La carne era producto de lujo, escaso, y el pescado no entraba a ser considerado pues la flota pesquera había desaparecido. 


Para estos crios la vida parecía grata, eran niños al fin y al cabo y no conocian otra cosa, en su casa no había casi de nada, no había teléfono, ni lavadora, tampoco nevera, ni ningún otro electrodoméstico que ayudara en las faenas domésticas.
Una radio de segunda mano, unos cuantos libros heredados de su abuelo y nada más. 

Pasaban mucho frio en invierno y se asfixiaban en verano, como todo el mundo entonces, y si querian refrescarse en verano dormian al aire libre, bebian de un botijo de barro y dormian la siesta a mediodia.
Con esto les bastaba, aunque no a sus padres que habían conocido etapas mejores.


Estos tres hermanos vivian a las afueras de Madrid, en el barrio de Tetuan de las Victorias, eran unos privilegiados, pues su padre trabajaba todo el día en dos empleos de oficina. 
No era trabajador manual, se levantaba a las seis y media de la mañana y volvia a las diez de la noche.
Cuando llegaba a casa sus hijos estaban ya acostados y el estaba demasiado cansado para intentar despertarlos.

La vida en los pueblos o pequeñas ciudades de entonces era muchísimo peor pues dificilmente había trabajo para los jornaleros cuando los campos habían sido arrasados y no había grano que segar ni tierra que sembrar.


El estraperlo y acaparamiento de alimentos era la tónica común en todos los lugares, de forma que la dictadura imperante establecíó unas aduanas o barreras en las afueras de las poblaciones que impedian el tráfico o libre circulación de cualquier alimento entre los distintos territorios.
A estos organismos se les llamaba "oficina de abastos" y se encargaban de controlar, inspeccionar, y denunciar abusos en la composición o distribución de los productos básicos.

Se aguaban la leche, el vino, se mezclaban los aceites, el azucar, no existia el café, se molía achicoria como sustituto del café y en las familias se acostumbraba a racionar el pan, el azucar, la margarina, la carne o cualquier alimento que remediera el hambre generalizada.

Para estos tres niños la vida parecia transcurrir llena de aventuras, no sabian de vida y las penalidades formaban parte de la rutína no ansiando un cambio de vida hacia mejor pues simplemente no sabían en que consistía eso.
Una vida mejor que la que llevaban?, que disparate, estaban casi todo el día jugando en la calle tras salir de la escuela, y se lo pasaban bien imaginando que eran heroes de los tebeos de entonces, "El Guerrero del Antifaz" o "Roberto Alcazar y Pedrín" entre muchos otros. 
De la infinidad de tebeos que se publicaban entoces los que mas les gustaban eran los de "Hazañas Bélicas" pero eran muy caros, solían mirarlos con envidia cuando los veían en cualquier quiosco del barrio en en manos de otros crios mas mayores que ellos.

Coleccionaban cromos de las películas que estrenaban entonces y para ellos todo era como de cine, al llegar a su casa era cuando volvian a la realidad de la escasez y los malos humos.

El cine de barrio era su refugio y procuraban ir al menos un día a la semana a las sesiones de infantil, donde los crios atestaban el recinto de pie, sin asiento, y que les importaba eso a ellos con tal de ver una del oeste o quedar con la boca abierta viendo las casas de los americanos en una comedia de las de entonces.


Hay una pequeña escuela frente a la casa donde viven estos tres hermanos, es similar a la de un pueblo pues solo tiene  un aula llena de pequeños bancos, una pizarra y un único water que alquien se encarga de limpiar de vez en cuando.




Hay un maestro joven que es el encargado de controlar una caterva de cuarenta o cincuenta chicos que están entre los cuatro o cinco hasta los ocho o nueve años. Todos juntos y sin niñas, no hay orden ni concierto pues algunos no saben leer y otros ya conocen las cuatro reglas aritméticas. 
Dificil misión la de D. Jose Luis enseñar algo a estos crios que solo piensan en jugar y gritar cuanto mas mejor.


El recreo consiste en salir todos a la calle vigilados por el profesor y bajar hasta un descampado donde pueden correr y jugar al fooball con una pelota de trapo la mayoria de las veces.

Han decidio en la casa, que el pequeño de los tres hermanos acuda a la escuela a pesar de ser muy chico, tiene cuatro años, solo hay que cruzar una estrecha calle de tierra, sin coches que circulen por ella, y así la madre tendrá algún momento de paz teniendo los crios ya en el colegio.

Sus hermanas han empezado a acudir a un colegio de monjas, solo para niñas, y así la madre de estos tres pequeños diablos se siente mas relajada para hacer sus cotidianas faenas estirando lo mas posible el dinero y poder llegar a fin de mes con lo suficiente al menos para comer.

El crio solo tiene cuatro años y desde el primer día se ha pegado al maestro como una lapa, está asustado entre chicos que le doblan la edad, brutos que se pelean y pegan patadas a una especie de balón formado por trapos bien apretados. Cuando salen al recreo en la calle se agarra a la mano de Don Jose Luis y no se suelta en todo momento. 
Es un crio tranquilo, sufrido, y callado que enseguida se da a querer por el profesor. Aprende muy deprisa y con menos de cinco años comienza a leer y a escribir.


A su alrededor hay otros niños que van mas avanzados, tienen un libro enciclopedia en el que aprenden un poco de todo, geografia, historia, religión, aritmetica y poco más. Demasiado trabajo para un solo profesor que atiende a decenas de chicos en distintas fases de aprendizaje.
Cuando está cansado el profesor simplemente copia unas sumas unas restas y alguna multiplicación en la pizarra, unas frases, y les dice que resuelvan las distintas cuentas y llenen una hoja de cuaderno repitiendo las frases de la pizarra con buena letra.

Las mañanas pasan sin sentir arreando algún palmetazo con la regla a los mas revoltosos.  
Es un buen maestro, comprensivo y paciente con los chicos a pesar de que algunos son brutos y reaccios a solucionar los trabajos que les pone. No aprenderán nunca lo suficiente y con muy pocos años cuando salgan de la escuela iran de pinches, aprendices o peones a alguna obra o taller de los alrededores. 

La economia de sus padres no da para más, y les necesitan para que aporten algún dinero lo antes posible, no hay leyes que regulen el trabajo de los muchachos y a veces por poco mas que el sustento los chicos trabajan en las ciudades de la España de postguerra con poco más de once o doce años. 


En los pueblos los chico y chicas empiezan a trabajar en el campo antes de los nueve o diez años. Demasiadas bocas para alimentar necesitan de muchos brazos para ganar un jornal de miseria. 


Mejor eso que nada, no hay opciones, estudian los ricos o los privilegiados que tienen padres que trabajan de sol a sol e incluso por la noche con tal de llevar el sustento y procurle estudios a su prole.


Emiliano, el padre de este crio, tambien Emiliano,  y de sus dos hemanas mayores que el, Paquita y Esther, ha nacido en una pequeña aldea de Burgos. 
Solo estudió unos pocos años en la escuela del pueblo aunque fue lo suficiente para saber lo fundamental que es tener conocimientos o estudiar cuanto mas mejor para desarrollar una profesión bien remunerada. 
Por que solo van a estudiar los ricos? se pregunta, mis hijos tambien van a tener ocasión de estudiar y formarse para obtener un buen trabajo en el que ganen lo suficiente. 
Todo su afan en trabajar tantas horas es dar lo mejor a su familia y sobre todo proporcionar a sus hijos la ocasión de estudiar, cuanto más mejor, por ello tiene unos libros en casa heredados de su tio abuelo sacerdote. 

Los crios devorarán esos libros una y otra vez en cuanto puedan leerlos y será mas pronto que tarde. Hay unos cuarenta libros en total de diferentes temas. Alguna novela "Los Ultimos dias de Pompeya", "Oliver Twist" "Los Dos Huerfanitos " y alguna de Julio Verne. Tambien un "Año Cristiano" forrado en piel repujada que es la joya de la colección. Son doce libros, uno por cada mes, y vienen la vida de todos los santos que la Iglesia Católica celebra día tras día.
Tambien una pequeña enciclopedia-diccionario en tres tomos, donde los crios se afanan en consultar todas las palabras "prohibidas" que se les ocurren, y claro está sus definiciones. 
Aprenden lo que es "ayuntamiento carnal"  "cohabitar"  "meretriz" y todas las palabras o definiciones relacionadas con lo que no se habla ni se menciona.


El tema sexual es tabu en la España de los cuarenta y nadie habla de ello, solo los muchachos próximos a la pubertad o las crias hablan en secreto de estos asuntos. 
Cuando descubren una nueva palabra o definición se la transmiten de unos a otros causando las risas solapadas y disimulando si algún mayor se interesa en sus conversaciones.

En una diminuta calle del barrio de Tetuan de las Victorias, tres pequeños hermanos se enfrentan a la trascendental decisión de

comer una onza de chocolate con su trozo de pan, duro, o gastar los centimos en un tebeo. 
Para comprar el tebeo nuevo necesitan setenta y cinco centimos y no estan conformes con comprar uno solo y repartirse la posesión del mísmo. 
No, esa no es una opción, cada uno de ellos debe sopesar la alternativa de quedarse sin desayuno, barrita de pan y onza de chocolate por una peseta, o invertir el dinero que les ha dado su madre para el desayuno en un maravilloso tebeo del "Guerrero del Antifaz", la historieta dura para siempre cavilan, y la barrita de pan con chocolate la comemos en un instante.
Al final compran dos, y se reparten la barrita de pan y dos onzas de chocolate entre los tres.
Todo en secreto claro está, su madre no puede enterarse de que no desayunan y van al colegio felices con sus tebeos y la barriga casi vacia. La vida de estos crios en una España de miseria se alimenta de sueños, heroes,  y cines de barrio. 
La sesión infantil en un cine "pipero" costaba una peseta con cincuenta centimos y era una aspiración constante para ellos que su madre les pagara semanalmente una entrada. 

Soñando y viviendo las aventuras de sus personajes gráficos la vida transcurria sin demasiados sobresaltos en un entorno de felicidad aparente, irreal, que para ellos era el mejor de los mundos.

Espadas de madera, piedras, limas para jugar al "robaterrenos" en el húmedo suelo, al truque las chicas, y a la "comba" chicos y chicas mezclados.

A su alrededor la pobreza era manifiesta, pequeñas casas como cuchitriles, sin luz o ventilación donde vivian familias enteras a veces sin agua corriente o compartiendo un retrete entre vecinos.

Estos crios se preguntaban el por que su madre y muchos de sus vecinos parecian con frecuencia enfadados. Propicios a dar una bofetada, o varias, a sus niños cuando se ponían a tiro.
A la mas mínima, zas, bofeton y a callar. 

Al siguiente segundo olvidada la bofetada volvian a su mundo de ilusión, fantasia y juegos releyendo docenas de veces las mismas historietas, intercambiando sus ídolos con los amiguetes, o procurando pillar una "perra gorda" (diez centimos de peseta) para poder cambiar el tebeo menos apreciado en el kiosko de la esquina.

Algunas veces en lugar de cambiar su preciado tesoro por otro diferente los crios del barrio podían alquilar otro milagro gráfico a otro colega mayor que poseyera una surtida colección codiciada por todos.


La exibian desplegada sobre el suelo de tierra cuando estaba seco, desplegados y sujetos con pequeños gijarros para que a todos los chavales se les hiciera la boca agua viendo las soñadas historias de sus heroes al alcance de sus ojos.

No se soñaba en pasteles o pollos, solo "Carpanta" imaginaba en sus historias pollos asados inalcanzables para el y para todos los chicos de todos los barrios.
Y pasteles?, a que sabían los pasteles?.

Ni idea, las tartas, caramelos o pasteles eran objetos no identificados en una España hambrienta y cutre donde conseguir unas barras de pan era ya casi misión imposible por precio y escasez.

Acabada la segunda guerra mundial la situación de escasez se hizo realmente insoportable, España estaba aislada, bloqueada como castigo por su apoyo a los nazis perdedores. No había institución internacional en la que fuera admitida, y el Plan Marshall de 1947 no llegó a las tierras Españolas como consecuencia de su apoyo al Regimen perdedor.


 El Plan Marshall (denominado oficialmente European Recovery Program o ERP) fue el plan más importante de Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo

Tras seis años de guerra, buena parte de Europa estaba devastada y millones de personas habían muerto o habían quedado lisiadas. Los combates se habían producido prácticamente por todas partes, abarcando un área mucho más grande que la que había sido afectada durante la Primera Guerra Mundial. A causa de los bombardeos aéreos, la mayor parte de las ciudades estaban muy dañadas, y en especial las áreas industriales que habían sido los objetivos principales de dichos bombardeos. Berlín y Varsovia eran montañas de escombros, y Londres y Rotterdam habían quedado muy perjudicadas. La estructura económica del continente se había quedado en nada y millones de personas se encontraban en la indigencia. Aún cuando el episodio de hambre holandesa de 1944 se pudo resolver, la devastación general de la agricultura provocó una oleada de hambre en toda Europa, agravada por el duro invierno de 1946-1947 en el noreste de Europa. También estaban destruidas las infraestructuras como, por ejemplo, las vías férreas, los puentes y las carreteras, que habían sido objetivo principal de los bombardeos aéreos, y muchos barcos de carga habían sido hundidos. Los municipios más pequeños no habían sufrido tanto los destrozos de la guerra, pero la carencia de redes de transporte los había dejado prácticamente aislados tanto física como económicamente.

A la devastación de la postguerra civil en España se sumó la hambruna Europea que castigó las exportaciones en los años de guerra en Europa.
Una vez acabada la Segunda Guerra esas pequeñas exportaciones llegaron a su fín, carente de recursos propios el hambre, la soledad, el aislamiento internacional ante un Regimen Dictatorial Fascista en España fue absoluto y total. 
Nadie comerciaba ni deseaba hacerlo con un pais apestado que había apoyado el Regimen de la Alemania Nazi, y los pobres españoles supervivientes de una Guerra Civil propia, trataban de superar la situación de las formas mas inimaginables. 

Se aprovechaba todo, no se tiraba nada, los cubos de la basura tardaban en llenarse días, y cuando el "carro  de la basura" tirado por una mula pasaba por las destartaladas calles sin pavimento alguno los chicos o las mujeres acudian prestas a la calle con el cubo en la mano para que fuera vaciado dentro del carro. 

La peste en verano era soportable porque pocos productos tenian alguna opción de pudrirse. Cualquier alimento orgánico suceptible de ser comido había desaparecido en los estomagos familiares y en realidad había muy pocas cosas susceptibles de ser arrojadas a la basura.  
Un pequeño carretón arrastrado por una o dos mulas era suficiente para cubrir las necesidades residuales de innumerables calles del barrio.
Los carros eran proporcionados por los llamados "traperos" que se encargaban de recorrer los barrios, con permiso de la autoridad, y amontonar los residuos en los llamados  "basureros" que proliferaban por  docenas en las afueras de los barrios capitalinos.

Para los chicos y chicas del barrio no había nada mas divertido que bajar la calle Amalia y meterse en el "basurero" de la pequeña zona. Allí se horganizaban fogatas y se orinaba en ellas, se rebuscaba en la basura y siempre aparecía algun objeto curioso e inservible, pues previamente los traperos ya había hecho acopio de los trapos, papel, o chatarra que le pudiera reportar algunas pesetas.

La calle, mi calle, para los crios era la felicidad total, el paraiso de los juegos y la diversión.

Los juguetes necesarios para participar eran, una canicas para jugar al "gua", unos alfileres con cabezas de colores que llamaban "bonis", un buen trozo de papel para hacer una acerico y clavar los alfileres en el, unas chapas para jugar a las "chapas" o las carreras, una peonza de madera y un cordel. 


Tambien unas tabas del cordero para a las "tabas", una lima o pincho para jugar al "robaterrenos", una soga para  la "comba", una pelota para el "pies quietos" o jugar un partido, y a veces unos cromos para intercambiar o jugar a los cromos dejándoles caer desde una altura en la parez y si montaba uno sobre otro te quedabas con todos.

"Pares o nones" se jugaba con unas piedritas igual que a los chinos con monedas de cinco o diez céntimos. 
Quien tuviera una vieja baraja era el sumun del placer pues había decenas de diferente juegos de cartas en los que se apostaban cromos, tebeos, alfileres, canicas o chapas. 
Dinero no se apostaba pues quien tenía dinero?, nadie prácticamente o si se enteraban los padres había bronca o tortazos, eso seguro.

Para el resto de juegos no se necesitaba nada en absoluto, inventiva, imaginación, ganas de correr y a veces mucho frío para entrar en calor las manos o los pies. 


Por supuesto que también habia juegos donde se fastidiaba al personal, a los vecinos chillones o antipaticos que siempre andaban detrás de los crios para reñirles o rajarles la pelota, quitarles la cuerda o quejarse siempre por el ruido, la bulla, o lo que fuera.

El mas jugado era "llamar a las puertas" y había variedad de situaciones para llamar. 
La peor era atar con una cuerda bien fuerte el tirador de una puerta a el tirador de la puerta de enfrente, a una piedra, una lata o lo que fuera que impidiera abrir desde dentro.
Si dos puertas estaban atadas con la cuerda se llamaba a las dos y se salía corriendo muertos de la risa imaginando que ninguna puerta de ellas podría abrirse.
Este era un juego arriesgado pues si te pillaban la bofetadas o los azotes en el trasero eran seguros.
Mas inocente era llamar y correr, volver a llamar y correr otra vez hasta que el personal se enfadaba de veras.

El último juego y mas tremendo, reservado para los vecinos realmente odiosos, era arrojar un petardo por alguna de las ventanas que daban a la calle y salir corriendo como un relámpago. Era casi suicida pues si pillaban al culpable, o a los culpables, las consecuencias eran imprevisibles.


Viviendo bajo una dictadura ferrea que observaba y controlaba absolutamente todo, policia secreta de paisano que vigilaban los transportes y que en cualquier momento podian solicitar la documentación a cualquier persona, la delicuencia callejera era casi inexistente, los chicos campaban libremente a su criterio sin que los padres se preocuparan de que puediera ocurrirles algun percance, no había nada que robar  y así dificilmente podía haber atracos.


Se ejercia mucha vigilancia por lo que se consideraban delitos de índole sexual, incluyendo exibicionismo, homo sexualidad en hombres o mujeres,  prostitución callejera, o algún tipo de abuso o tocamiento de cualquier índole.

Sobre todos estos asuntos se ejercía una muy estricta vigilancia
por parte de padres y vecinos. 

En verano los chicos y chicas jugaban en la calle hasta altas horas de la madrugada, una y media o dos, no había colegío y las casas eran auténticos hornos.

Los vecinos, la mayoria en casas de una sola planta, salían en mitad de la calle con sus sillas y formaban corrillos para charlar, jugar a las cartas, o a lo que fuera. Había rivalidades y cotilleos de toda índole, unos grupos no se hablaban con otros y no eran infrecuentes las riñas y discusiones a voces llegando a las manos muy rara vez por temor de acabar en la comisaria.

El verano era la estación preferida para jugar y salir a la calle, todo el mundo, no había televisión y la gente solo tenia la charla en grupo para entretenerse y pasar el rato.

Se regaba la tierra previamente para que diera fresco y a parlotear o jugar un dominó o una cartas hasta altas horas de la madrugada. 
Cuando llegaba el fresco de la mañana, cada "mochuelo a su olivo" y a tratar de dormir algo hasta la hora de levantarse e ir al curro.

La chiquilleria era feliz en esas tardes, noches, madrugadas, en que el tiempo se detenía y no había prisa para nada. Solo estar con los amigos e inventar algún juego para pasar el rato.


Felices tiempos de escasez y pan duro, juegos de verano y de invierno. 


Tardes de radio junto al brasero si llovia o el invierno era helador, tebeos para intercambiar, o algún juego de mesa que reunía a la familia sin otra cosa en que pasar el tiempo.

Veranos de mucho calor, botijo, siesta y madrugadas en la calle sin saber que pronto cesarian estas costumbres de cuajo, una vez que la  televisión hiciera acto de presencia en todas y cada una de las ciudades y pueblos de la España de postguerra.


Con cinco años el pequeño de los tres hermanos acudía a la escuela frente a su casa todos los días de la semana salvo los domingos.

Se agarraba a la mano del maestro, D. Jose Luís, para sentirse protegido, los mayores hacian bromas  por lo pequeño que era y la timidez lo impulsaba a no participar en los juegos y peleas que constantemente se iniciaban en los recreos.

Además, a pesar de ser tan chico mostraba mas inteligencia y capacidad que los otros niños, muy pronto comenzó a escribir, a leer y con menos de seis años sabía ya las cuatro reglas aritmeticas. 
Cuando aprendió a dividir por dos cifras cercano a cumplir los   siete años la envidia que sentían por el era generalizada, y con mas frecuencia el crio se aferraba a la mano del maestro cada vez que salían al recreo.

De cada una de las manos del maestro colgaban  los dos mas pequeños de la clase, uno al que llamaban Angelín era incluso mas chiquito y además gordito, con lo que las burlas eran todavia mas hirientes. Los dos chiquillos eran amiguetes y se protegian el uno al otro de los otros energumenos mayores que ellos.

Que listo es este crio comentaban los padres de Emilianito, así lo llamaban, con siete años y ya sabe dividir por dos cifras. Cuando el escuchaba estas palabras se sentía muy orgulloso y se pavoneaba como un pollito ante sus hermanas mas mayores que iban a un colegio de monjas y no aprendian nada de aritmetíca o gramática. 
Las monjas solo les enseñaban modales para unas niñas, rezos, a coser, y sobre todo una estricta obediencia. 

Las niñas debian acudir al colegio de las monjitas, anexo a un convento, con ropas muy limpias, pelo bien peinado recogido en trenzas, y sobre todo con cara y manos lavadas y frotadas hasta la saciedad. 

No se permitian pelos sueltos, lazos, ni adornos de ningún tipo si es que hubiera habido dinero para ellos. Horquillas para sujetar el pelo, una goma para las trenzas y nada más.

No era extraño por entonces que piojos y pulgas proliferan en las cabezas y cuerpos de los pequeños. La falta de agua corriente en las casas, los viejos colchones y la proximidad a ciertos animales domésticos, burros, perros, gatos callejeros y otras especies, hacían que cierta falta de higiene propiciaria la aparición de todo tipo de plagas desagradables de pulgas, piojos y demás insectos, era común ver rascarse con saña a los mas pequeños e incluso a los adultos que pasaban bastante de la higiene.


Además de pulgas y piojos abundaban chinches en los colchones, cucarachas en las carboneras donde se guardaban astillas y carbon, arañas, cortapichillas, grillos, mosquitos, y sobre todo moscas de todas clases y tamaños.

A los crios de les lavaba en barreños, cuando se les pillaba, y la gente mas mayor tenía que gastar su dinero en calentar agua y comprar jabon para asearse, siendo estos menesteres poco frecuentes cuando ni tan siquiera había dinero para comprar pan o aceite.

En la España de los cuarenta la limpieza no era precisamente un tema importante. Lo primordial era comer, no pasar frio, e ir al cine a soñar con las películas americanas siempre "censuradas" que mostraban un mundo mucho mejor en el que vivir. 
Con las bocas abiertas y los ojos como platos niños y adultos seguian las historias de heroes y heroinas Hollywoodenses.

Los westers y las de espadachines eran las preferidas por la chiquilleria, a los adultos les gustaban las comedias de Lubisch o musicales de Fred Astaire y Judy Garland como "Sombrero de Copa"  (Top Hat) en los que se bailaba sin parar, se reia, se pasaba bien y se hacian cruceros de lujo donde fiestas fastuosas y amenizaban el ocio.

Todas estas películas distraian a la gente de sus cotidianos problemas de subsistencia, combatian el frio y el hambre con sueños de un paraiso lejano donde todos eran felices y estaban bien alimentados.

Los indios siempre eran exterminados por la caballeria, los malos pagaban sus culpas, los protagonistas siempre acaban juntos y en boda, pero sin besos o escenas mínimamente eroticas. 
De hecho el sexo era como si no existiera, y todo era pecado incluidos los bailes o los carnavales.

Cines de barrio abarrotados daban calor suficiente para pasar la tarde y estar confortables con sesiones de dos o tres películas siempre dobladas, mutiladas y censuradas por el Regimen y  la Iglesia que no toleraban un escote pronunciado, unas faldas por encima de las rodillas, o bañadores atrevidos.
Los personajes siempre honestos, fieles, buenos, y los malos eran malísimos que siempre pagaban muy cara su maldad.

Besos y caricias de los protagonistas eran inexistentes, siempre estaban cortados en sus comienzos, los silbidos o pateos en el cine eran prolongados ante los cortes, dialogos suprimidos e incluso guiones que nada tenían que ver con el original. 

Famosa fue "Mogambo" película del año cincuenta y tres dirigida por John Ford y protagonizada por Clark Gable, Ava Gardner, Grace Kelly, Donald Sinden, donde la historia fué cortada, dialogos cambiados,  y tergiversado el guión de forma que el matrimonio de Grace Kelly y Donald Sinden en su versión doblada al castellano eran hermanos que dormian en la mísma tienda, y así se evitó el adulterio del guión que protagonizaban  Grace Kelly y Clark Gable, intolerable en la época, sin caer en la cuenta que en lugar de adulterio dieron pie al incesto y a los celos del hermano hacia su hermana, incompresible pero que importaba si la película era genial y se veian a los animales africanos cazados impunemente en los safaris.

A base de cortes algunas películas resultaban incomprensibles, sin mayor trascendencia pues ya se sabía que la censura trabajaba sin parar, con tal de ver espadachines, indios, vaqueros, bailes, casas de lujo y cruceros todo era bien recibido y comentado.

Los chicos coleccionaban con sus pequeños ahorros colecciones de cromos de todas las películas de éxito, Mogambo, Las Minas del Rey Salomon, Los Tres Mosqueteros, Franquenstein, Los Crimenes del Museo de Cera, Ivanhoe, y muchas más que solían durar meses, o incluso años, en las carteleras de los cines de La Gran Via, que entoces se llamaba Avenida de Jose Antonio, pues muchas de las calle y avenidas de Madrid habían cambiado de nombre.

Un ejemplo absoluto es que el Paseo de la Castellana habia cambiado su nombre por Av. del Generalísimo, igual que en casi todas la ciudades españolas de entonces que se disputaban los nombres de los vencedores en la Guerra Civil para renombrar sus principales calles o avenidas. 

Todos y cada uno de los supuestos heroes, o salvadores de la patria, desean sus nombres en calles, plazas y sus efigies en monumentos de todo tipo.

Nada cambia bajo el sol y la vanidad humana no tiene límites.


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En diciembre de 1941 el ataque japones a Pearl Harbor, por sorpresa, hace que los Estados Unidos participen en la confrontación y la II Guerra Europea se hace mundial.
Salvo en America se combate en todos los continentes del mundo para el año 1942.

La segunda hija de Emiliano y Paquita, Esther, nace en abril de ese mísmo año. España goza de una aparente calma chicha, cuando por el contrario cualquier ciudad Peninsular puede y es un nido de espias.

Los partisanos que resisten en las sierras y pueblos de la geografia Española confian en que los aliados invadan el territorio Nacional y derroquen la Dictadura Franquista. 
La caza del hombre está desatada, los juicios son sumarísimos y las carceles están llenas ante el temor de que la guerra pueda extenderse por las tierras y pueblos de España.

No es así afortunadamente, apesar de que Hitler y Musolini se han entrevistado con el Dictador y han solicitado la entrada de España en la guerra, 23 octubre 1940 en Hendaya Franco y Hitler, y el 12 de febrero de 1941 Franco con Mussolini en Bordighera, Italia, sin resultado, pues el Dictador se niega a participar alegando la incapacidad logística y economica de una España depauperada por su anterior contienda.

El pais estuvo en un tris de ser invadido por los las tropas del III Reich que deseaban atacar Gibraltar desde dentro de la propia Península y controlar por tanto el Estrecho de Gibraltar.

Transcurre el año 1942 y el matrimonio de Emiliano y Paquita junto a sus dos pequeñas, se traslada a Madrid para empezar una nueva etapa en su vida.


Es dificil imaginar la vida de esta pareja en la capital, recien llegados de un pueblo, sin conocer las calle ni la vida en esta ciudad semidestruida por la Guerra Civial, donde escasea todo, no hay carbón, ni leña o astillas para prender las cocinas, no hay carne, ni azucar, ni leche, escasea hasta el pan, se forman largas colas de mujeres en cuanto hay noticias de que en tal o cual establecimiento están vendiendo judias, lentejas, jabon o cualquier otro producto necesario para subsistir. 


No entra absolutamente nada por las fronteras, el comercio es inexistente y la economia es de guerra, no obstante la vida sigue y la gente no presta demasiado atención a lo que ocurre mas alla de los Pirineos, su preocupación constante es comer y vivir un día más.



En el Rastro Madrileño la actividad es incesante, se compra y vende de todo lo usado que imaginarse pueda, con tal de comer la gente vende lo que de valor haya en las casas y siempre hay alguien que tiene lo suficiente para comprarlo.
La acumulación de alimentos y el estraperlo está a la orden del día, se hacen grandes fortunas comerciando y especulando con lo más necesario. Pequeñas protestas por la escasez de pan o el precio desmesurado del mísmo son reprimidas con extrema dureza por el Regimen.

No hay trigo y el pan se fabrica nadie sabe con que. Se usa la harina de almorta con unas consecuencias que están y estaban perfectamente documentadas:


La harina de almorta ha combatido el hambre en las guerras pero también ha provocado innumerables casos de parálisis. La almorta, legumbre que proporciona una harina con la que se elaboran las gachas manchegas y otros platos camperos en regiones como Andalucía o Castilla y León, dejará de estar prohibida en los próximos meses. 

Francisco de Goya dedicó a la almorta uno de los grabados de sus 'Desastres de la Guerra', porque esta legumbre libró del hambre a muchos madrileños en 1811. 
Un siglo más tarde, la almorta volvió a ser la salvación durante la Guerra Civil y la posguerra por ser el único alimento que miles de personas se echaron a la boca día tras día.

Lo que todos desconocían es que la harina de almorta consumida de forma permanente acaba provocando 'latirismo', una enfermedad que se manifiesta en inmovilidad de las articulaciones, deformaciones de la columna vertebral y parálisis. De hecho, la denominación de esta dolencia procede del nombre científico de esta planta -lathyrus sativus- que contiene sustancias neurotóxicas, -sobre todo alcaloides- que dañan el sistema nervioso.

Las autoridades españolas lo descubrieron en 1941 y decidieron prohibir su comercialización para consumo humano en 1944.

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Las "gachas" es el alimento que combate el hambre de postguerra aún sabiendo que el consumo continuado produce parálisis y latirismo, pero mejor morir a largo plazo que de hambre cotidiana.


Gachas con harina de almortas, boniatos y castañas, fueron alimentos cotidianos de los españoles a principios de los cuarenta.

A estos tres crios que vivian en Madrid, barrio de Tetuan de las Victorias, se les ocurrio nacer cuando el mundo estaba en guerra.

Millones de almas perdian sus vidas en los campos de batalla, en los bombardeos de  ciudades, en las aldeas, en los campos de exterminio, mientras que nuevos seres nacian y ocupaban las vacantes dejadas por millones de muertos.

Ironica o macabra ley de vida y de muerte, unos se van y otros ocupan los sitios que han ido dejando los desaparecidos.
El ser humano destruye y procrea simultaneamente, es lo que le preserva de la extinción segura en tiempos de tribulación, guerra y exterminio.

Decenas de millones de muertos dejarían grandes huecos en las ciudades y campos de una Europa destruida sistematicamente por una hecatombe mayor incluso que la anterior ocurrida unos pocos años antes.
Un mundo convulso y apocaliptico sumido en la segunda guerra mundial, fué el que les vino a recibir sin que ellos fueran conscientes de lo que se les venía encima.


La mayor, Paquita, había nacido en 1940 cuando el ejercito aleman invadía naciones y ciudades en una operación relampago que pareciera cambiaria las fronteras y el destino de naciones enteras en la Europa de esos años.

La niña vino al mundo recien comenzado un crudo invierno que diezmaba cuerpos famelicos de millones de españoles hambrientos y ateridos de frio, año y medio despues de acabada la guerra civil en España.


Burgos fué y es una tierra gloriosa y austera, forjadora de Castilla, cuna del Cid Campeador y otros heroes a lo largo de su historia.
Tambien es una tierra fria donde las haya, con inviernos que pueden helarte la sangre, y este de 1940 en el que nació la pequeña fué particularmente frio con grandes y abundantes nevadas.

Salas de los Infantes donde nació la pequeña era la ciudad donde sus padres habían establecido su casa que hacia las veces de casino, salón de baile y cafeteria. 
Los padres contrajeron matrimonio una vez acabada la contienda civil el 12 de Octubre de 1939.

Superviviente de la guerra y tras años de estar en el frente luchando, Emiliano, decidió que era llegada la ocasión de desposar a su novia de años.

Podía haber perdido su vida en primera linea innumerables veces, no fué así y tras cinco años o mas de relación a distancia decidió que ya era hora de formar una familia y concretar su relacion en una boda que se celebró en la mencionada ciudad, donde nacería la primera de sus hijas.

Estaban locos o que? 

Traer al mundo una criatura en circunstancias tan adversas?
Sin presente, con un futuro incierto, una guerra que asolaba Europa y una España desangrada y miserable donde la gente huía de las grandes ciudades escapando del hambre.


Conscientes o no de su responsabilidad, esta pareja establecida en Salas sintió lo que todos los padres primerizos experimentan, alegría, cariño y gozo contenido al ver una criatura godita y preciosa que habia costado a su madre grandes esfuerzos para poder parirla.

El doctor tuvo que llegar montando una mula y atravesando campos con mas de medio metro de nieve. Costó pero nació, y berreaba como una loca dejando a todos sin dormir en la gran casa que llamaban "El Casino".


Nadie elige el momento de nacer y esta criatura desde luego no eligio el suyo. 


Le esperaban tiempo dificiles, hambre y necesidades extremas en una España de postguerra, cercada por los combatientes en Europa, y con grandes purgas efectuadas por el Regimen de los vencedores en la pasada contienda Civil.

El primerizo padre, abrumado por las circunstacians y con su mujer debilitada por un parto dificil, tuvo la feliz idea de llamar a su familia, madre, padre y hermanas, que vivian en un pueblo cercano.
Pensó, iluso, que su madre y hermanas podrían ayudar a la parturienta cosa que muy pronto vió había sido una muy desgraciada idea.

Tras unos meses de convivencia en la gran casa, al final tuve que pedirles se fueran por donde habían venido pues ya no eran necesarias y las tensiones de su reciente esposa con su familia,  eran sonadas y cotidianas.

Aquí dejamos a esta pareja de 26 años cumplidos, una pequeña, dos gatos, una criada traida de otro pueblo burgalés, un Casino que regentar y toda una vida por delante para traer mas hijos al mundo y vivir años despues en Madrid, la gran ciudad capital de una España a la que restaban decenas de años de penalidades y penurias que durarian hasta finales  de los cincuenta.
El presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower visitó España en diciciembre 1959 buscando alianzas y situar sus bases de armamento, aviones y misiles, en mitad de la "Guerra Fria" contra la Unión Sovietica.


Franco, deseoso de ser admitido en los foros internacionales, abrió de par en par las puertas de la nación a los nuevos salvadores de Europa, los norteamericanos que deseaban establecer sus bases de combate en diferentes puntos del viejo continente y en particular cerca de diversas ciudades españolas consideradas estratégicas para sus fines.


Contener el comunismo imperante en las naciones del Este sometidas a la tutela de la Rusia Sovietica era una prioridad, y a España se le abrieron nuevamente algunos foros internacionales vedados para su Regimen dictatorial y represivo vencedor de la contienda civil.
Pan, leche en polvo, queso americano y Coca Cola  a cambio de bases militares en Torrejon (Madrid), Zaragoza, Rota y algunos puntos estrategicos mas.

"Bienvenido Mr. Marshall", fué la tónica a finales  de los cincuenta principios de los sesenta, llegan los americanos con las manos llenas de regalos, chocolatinas, margarina y sobre todo Coca Cola y Pepsi Cola,   abramos nuestras puertas a la nueva civilización allende los mares.








continuará....

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