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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

jueves, 18 de febrero de 2016

MILES DE RECUERDOS



Vuelvo a mi niñez en Madrid de los cuarenta y aún puedo recordar que:






Con cinco años el pequeño de los tres hermanos acudía a la escuela frente a su casa todos los días de la semana salvo los domingos.
Se agarraba a la mano del maestro, D. Jose Luís, para sentirse protegido, los mayores hacian bromas  por lo pequeño que era y la timidez lo impulsaba a no participar en los juegos y peleas que constantemente se iniciaban en los recreos.

Además, a pesar de ser tan chico mostraba mas inteligencia y capacidad que los otros niños, muy pronto comenzó a escribir, a leer y con menos de seis años sabía ya las cuatro reglas aritmeticas. 
Cuando aprendió a dividir por dos cifras cercano a cumplir los   siete años la envidia que sentían por el era generalizada, y con mas frecuencia el crio se aferraba a la mano del maestro cada vez que salían al recreo.

De cada una de las manos del maestro colgaban  los dos mas pequeños de la clase, uno al que llamaban Angelín era incluso mas chiquito y además gordito, con lo que las burlas eran todavia mas hirientes. Los dos chiquillos eran amiguetes y se protegian el uno al otro de los otros energumenos mayores que ellos.

Que listo es este crio comentaban los padres de Emilianito, así lo llamaban, con siete años y ya sabe dividir por dos cifras. Cuando el escuchaba estas palabras se sentía muy orgulloso y se pavoneaba como un pollito ante sus hermanas mas mayores que iban a un colegio de monjas y no aprendian nada de aritmetíca o gramática. 
Las monjas solo les enseñaban modales para unas niñas, rezos, a coser, y sobre todo una estricta obediencia. 

Las niñas debian acudir al colegio de las monjitas, anexo a un convento, con ropas muy limpias, pelo bien peinado recogido en trenzas, y sobre todo con cara y manos lavadas y frotadas hasta la saciedad. 
No se permitian pelos sueltos, lazos, ni adornos de ningún tipo si es que hubiera habido dinero para ellos. Horquillas para sujetar el pelo, una goma para las trenzas y nada más.

No era extraño por entonces que piojos y pulgas proliferan en las cabezas y cuerpos de los pequeños. La falta de agua corriente en las casas, los viejos colchones y la proximidad a ciertos animales domésticos, burros, perros, gatos callejeros y otras especies, hacían que cierta falta de higiene propiciaria la aparición de todo tipo de plagas desagradables de pulgas, piojos y demás insectos, era común ver rascarse con saña a los mas pequeños e incluso a los adultos que pasaban bastante de la higiene.



 Además de pulgas y piojos abundaban chinches en los colchones, cucarachas en las carboneras donde se guardaban astillas y carbon, arañas, cortapichillas, grillos, mosquitos, y sobre todo moscas de todas clases y tamaños.

A los crios de les lavaba en barreños, cuando se les pillaba, y la gente mas mayor tenía que gastar su dinero en calentar agua y comprar jabon para asearse, siendo estos menesteres poco frecuentes cuando ni tan siquiera había dinero para comprar pan o aceite.

En la España de los cuarenta la limpieza no era precisamente un tema importante. Lo primordial era comer, no pasar frio, e ir al cine a soñar con las películas americanas siempre "censuradas" que mostraban un mundo mucho mejor en el que vivir. 
Con las bocas abiertas y los ojos como platos niños y adultos seguian las historias de heroes y heroinas Hollywoodenses.

Los westers y las de espadachines eran las preferidas por la chiquilleria, a los adultos les gustaban las comedias de Lubisch o musicales de Fred Astaire y Judy Garland como "Sombrero de Copa"  (Top Hat) en los que se bailaba sin parar, se reia, se pasaba bien y se hacian cruceros de lujo donde fiestas fastuosas y amenizaban el ocio.

Todas estas películas distraian a la gente de sus cotidianos problemas de subsistencia, combatian el frio y el hambre con sueños de un paraiso lejano donde todos eran felices y estaban bien alimentados.
Los indios siempre eran exterminados por la caballeria, los malos pagaban sus culpas, los protagonistas siempre acaban juntos y en boda, pero sin besos o escenas mínimamente eroticas. 
De hecho el sexo era como si no existiera, y todo era pecado incluidos los bailes o los carnavales.

Cines de barrio abarrotados daban calor suficiente para pasar la tarde y estar confortables con sesiones de dos o tres películas siempre dobladas, mutiladas y censuradas por el Regimen y  la Iglesia que no toleraban un escote pronunciado, unas faldas por encima de las rodillas, o bañadores atrevidos.
Los personajes siempre honestos, fieles, buenos, y los malos eran malísimos que siempre pagaban muy cara su maldad.

Besos y caricias de los protagonistas eran inexistentes, siempre estaban cortados en sus comienzos, los silbidos o pateos en el cine eran prolongados ante los cortes, dialogos suprimidos e incluso guiones que nada tenían que ver con el original.


 


Famosa fue "Mogambo" película del año cincuenta y tres dirigida por John Ford y protagonizada por Clark Gable, Ava Gardner, Grace Kelly, Donald Sinden, donde la historia fué cortada, dialogos cambiados,  y tergiversado el guión de forma que el matrimonio de Grace Kelly y Donald Sinden en su versión doblada al castellano eran hermanos que dormian en la mísma tienda, y así se evitó el adulterio del guión que protagonizaban  Grace Kelly y Clark Gable, intolerable en la época, sin caer en la cuenta que en lugar de adulterio dieron pie al incesto y a los celos del hermano hacia su hermana, incompresible pero que importaba si la película era genial y se veian a los animales africanos cazados impunemente en los safaris.

A base de cortes algunas películas resultaban incomprensibles, sin mayor trascendencia pues ya se sabía que la censura trabajaba sin parar, con tal de ver espadachines, indios, vaqueros, bailes, casas de lujo y cruceros todo era bien recibido y comentado.


Los chicos coleccionaban con sus pequeños ahorros colecciones de cromos de todas las películas de éxito, Mogambo, Las Minas del Rey Salomon, Los Tres Mosqueteros, Franquenstein, Los Crimenes del Museo de Cera, Ivanhoe, y muchas más que solían durar meses, o incluso años, en las carteleras de los cines de La Gran Via, que entoces se llamaba Avenida de Jose Antonio, pues muchas de las calle y avenidas de Madrid habían cambiado de nombre.

Un ejemplo absoluto es que el Paseo de la Castellana habia cambiado su nombre por Av. del Generalísimo, igual que en casi todas la ciudades españolas de entonces que se disputaban los nombres de los vencedores en la Guerra Civil para renombrar sus principales calles o avenidas.

Todos y cada uno de los supuestos heroes, o salvadores de la patria, desean sus nombres en calles, plazas y sus efigies en monumentos de todo tipo.

Nada cambia bajo el sol y la vanidad humana no tiene límites.


 La calle, mi calle, para los crios era la felicidad total, el paraiso de los juegos y la diversión.
Los juguetes necesarios para participar eran, una canicas para jugar al "gua", unos alfileres con cabezas de colores que llamaban "bonis", un buen trozo de papel para hacer una acerico y clavar los alfileres en el, unas chapas para jugar a las "chapas" o las carreras, una peonza de madera y un cordel.

Tambien unas tabas del cordero para a las "tabas", una lima o pincho para jugar al "robaterrenos", una soga para  la "comba", una pelota para el "pies quietos" o jugar un partido, y a veces unos cromos para intercambiar o jugar a los cromos dejándoles caer desde una altura en la parez y si montaba uno sobre otro te quedabas con todos.

"Pares o nones" se jugaba con unas piedritas igual que a los chinos con monedas de cinco o diez céntimos. 
Quien tuviera una vieja baraja era el sumun del placer pues había decenas de diferente juegos de cartas en los que se apostaban cromos, tebeos, alfileres, canicas o chapas. 
Dinero no se apostaba pues quien tenía dinero?, nadie prácticamente o si se enteraban los padres había bronca o tortazos, eso seguro.

Para el resto de juegos no se necesitaba nada en absoluto, inventiva, imaginación, ganas de correr y a veces mucho frío para entrar en calor las manos o los pies.

 Viviendo bajo una dictadura ferrea que observaba y controlaba absolutamente todo, policia secreta de paisano que vigilaban los transportes y que en cualquier momento podian solicitar la documentación a cualquier persona, la delicuencia callejera era casi inexistente, los chicos campaban libremente a su criterio sin que los padres se preocuparan de que puediera ocurrirles algun percance, no había nada que robar  y así dificilmente podía haber atracos.

Se ejercia mucha vigilancia por lo que se consideraban delitos de índole sexual, incluyendo exibicionismo, homo sexualidad en hombres o mujeres,  prostitución callejera, o algún tipo de abuso o tocamiento de cualquier índole.

Sobre todos estos asuntos se ejercía una muy estricta vigilancia
por parte de padres y vecinos. 

En verano los chicos y chicas jugaban en la calle hasta altas horas de la madrugada, una y media o dos, no había colegío y las casas eran auténticos hornos.


Los vecinos, la mayoria en casas de una sola planta, salían en mitad de la calle con sus sillas y formaban corrillos para charlar, jugar a las cartas, o a lo que fuera. Había rivalidades y cotilleos de toda índole, unos grupos no se hablaban con otros y no eran infrecuentes las riñas y discusiones a voces llegando a las manos muy rara vez por temor de acabar en la comisaria.

El verano era la estación preferida para jugar y salir a la calle, todo el mundo, no había televisión y la gente solo tenia la charla en grupo para entretenerse y pasar el rato.

Se regaba la tierra previamente para que diera fresco y a parlotear o jugar un dominó o una cartas hasta altas horas de la madrugada. 
Cuando llegaba el fresco de la mañana, cada "mochuelo a su olivo" y a tratar de dormir algo hasta la hora de levantarse e ir al curro.

La chiquilleria era feliz en esas tardes, noches, madrugadas, en que el tiempo se detenía y no había prisa para nada. Solo estar con los amigos e inventar algún juego para pasar el rato.

Felices tiempos de escasez y pan duro, juegos de verano y de invierno. 

Tardes de radio junto al brasero si llovia o el invierno era helador, tebeos para intercambiar, o algún juego de mesa que reunía a la familia sin otra cosa en que pasar el tiempo.

Veranos de mucho calor, botijo, siesta y madrugadas en la calle sin saber que pronto cesarian estas costumbres de cuajo, una vez que la  televisión hiciera acto de presencia en todas y cada una de las ciudades y pueblos de la España de postguerra.

Nada mejor para jugar los crios del barrio de Tetuan que la calle en los años cuarenta, cada una tenía su panda y por supuesto los chicos de una calle no jugaban ni formaban alianzas con los de otra diferente.

Las peleas eran infrecuentes, mucha tutela y vigilancia por parte de las autoridades del Regimen Franquista para que ni tan siquiera los chicos se pelearan entre ellos, lo más una "drea" con pequeños guijarros que podía escalbrarte si te pegaban de lleno, nunca era una herida seria, una pequeña brecha, un poco de sangre y a esperar que se curara.

Se hacía acopio de pequeñas piedras que estaban previamente acordadas, se metían en los bolsillos y con cañas flexibles se lanzaban como si fueran catapultas a los chicos y chicas del bando opuesto. 
Se fijaba un tiempo de juego y a no ser que algun rival se rindiera no había vencedores o vencidos.

La "drea", o tirachinas,  siempre se jugaba en los descampados que tuvieran arboles o bloques de piedra donde esconderse, y era frecuente encontrarlos pues cerca de la zona había un sitio donde pulían los bloques para ornamento de casas o sepulturas.
El invierno o el otoño aprovechando el frio y la ausencia de gente por los descampados era una buena época para echar unas "dreas! o unas "pedreas", aunque estas últimas solían ser mas peligrosas pues los guijarros eran mayores. 
No todos los chicos o chicas participaban en ellas pues alguno tenían auténtico miedo de resultar escalabrados y que luego en sus casas recibieran una buena tunda de su madre.

De los tres hemanos, la mediana y el pequeño eran los que participaban en las "dreas" que no en las "pedreas" pues tenían cierto temor a las consecuencias si resultaban descalabrados. 

"Alza la Maya" era otro de los juegos muy propicios para el invierno en las tardes de frio, igual que "El Rescate"  el "Escondite" o "Policias y Ladrones". En cada lugar de España se les llamaba de forma diferente pero en esencia eran muy similares.
Las reglas del "Rescate" o el "Escondite" eran:

El Rescate
El que la ligaba se echaba a suertes y tenía que contar hasta cien para que así a los demás les diera tiempo a esconderse. Según iba encontrando a sus compañeros escondidos tenía que decir cogido/a y llevarlos a un lugar. El que la ligaba, según iba buscando a los demás escondidos lo tendría que hacer con cuidado, ya que alguien podría salir de su escondite y correr al lugar donde estaban sus compañeros y gritar: ¡salvado! De esta manera, salvaba a sus compañeros que tendrían que volver a esconderse.


Y para "Alza la Maya"

 
un juego de muchachos en la provincia de Álava: consiste en esconderse todos, menos uno que queda al cuidado de un objeto, generalmente una piedra, al cual se da el nombre de maya. El lance está en llegar a la maya antes que el encargado de cuidarla, cuando éste se separa de ella para descubrir a los escondidos”.

Cuando la maya o el objeto se tocaba sin ser visto y nombrado por el que buscaba a los escondidos el chico o la chica estaban salvados y entre los que restaban si uno era descubierto le tocaria custodiar la maya.
Cuando se divisaba a un escondido eñ vigilante buscador tenía que llegar a la piedra u objeto antes que el descibierto, tocar la maya u objeto y gritar:  Alza la Maya por Pepe, o Carmen, y ese sería el que cuidaria la maya y buscaría a los escondidos en el siguiente turno.

Nada mejor ni mas divertido para estos crios que tener una pandilla en la mísma calle y salir a jugar todos mezclados, chicos y chicas, a los muy diferentes juegos que a falta de otros entretenimientos se practicaban en plena calle.


Y si me remonto a mis cuatro años es curioso que la memoria
saque de la noche de los tiempos que:



Hay una pequeña escuela frente a la casa donde viven estos tres hermanos, es similar a la de un pueblo pues solo tiene  un aula llena de pequeños bancos, una pizarra y un único water que alquien se encarga de limpiar de vez en cuando.

Hay un maestro joven que es el encargado de controlar una caterva de cuarenta o cincuenta chicos que están entre los cuatro o cinco hasta los ocho o nueve años. Todos juntos y sin niñas, no hay orden ni concierto pues algunos no saben leer y otros ya conocen las cuatro reglas aritméticas. 
Dificil misión la de D. Jose Luis enseñar algo a estos crios que solo piensan en jugar y gritar cuanto mas mejor.

El recreo consiste en salir todos a la calle vigilados por el profesor y bajar hasta un descampado donde pueden correr y jugar al fooball con una pelota de trapo la mayoria de las veces.

Han decidio en la casa, que el pequeño de los tres hermanos acuda a la escuela a pesar de ser muy chico, tiene cuatro años, solo hay que cruzar una estrecha calle de tierra, sin coches que circulen por ella, y así la madre tendrá algún momento de paz teniendo los crios ya en el colegio.

Sus hermanas han empezado a acudir a un colegio de monjas, solo para niñas, y así la madre de estos tres pequeños diablos se siente mas relajada para hacer sus cotidianas faenas estirando lo mas posible el dinero y poder llegar a fin de mes con lo suficiente al menos para comer.

El crio solo tiene cuatro años y desde el primer día se ha pegado al maestro como una lapa, está asustado entre chicos que le doblan la edad, brutos que se pelean y pegan patadas a una especie de balón formado por trapos bien apretados. Cuando salen al recreo en la calle se agarra a la mano de Don Jose Luis y no se suelta en todo momento. 
Es un crio tranquilo, sufrido, y callado que enseguida se da a querer por el profesor. Aprende muy deprisa y con menos de cinco años comienza a leer y a escribir.

A su alrededor hay otros niños que van mas avanzados, tienen un libro enciclopedia en el que aprenden un poco de todo, geografia, historia, religión, aritmetica y poco más. Demasiado trabajo para un solo profesor que atiende a decenas de chicos en distintas fases de aprendizaje.
Cuando está cansado el profesor simplemente copia unas sumas unas restas y alguna multiplicación en la pizarra, unas frases, y les dice que resuelvan las distintas cuentas y llenen una hoja de cuaderno repitiendo las frases de la pizarra con buena letra.

Las mañanas pasan sin sentir arreando algún palmetazo con la regla a los mas revoltosos.  
Es un buen maestro, comprensivo y paciente con los chicos a pesar de que algunos son brutos y reaccios a solucionar los trabajos que les pone. No aprenderán nunca lo suficiente y con muy pocos años cuando salgan de la escuela iran de pinches, aprendices o peones a alguna obra o taller de los alrededores. 

La economia de sus padres no da para más, y les necesitan para que aporten algún dinero lo antes posible, no hay leyes que regulen el trabajo de los muchachos y a veces por poco mas que el sustento los chicos trabajan en las ciudades de la España de postguerra con poco más de once o doce años. 

En los pueblos los chico y chicas empiezan a trabajar en el campo antes de los nueve o diez años. Demasiadas bocas para alimentar necesitan de muchos brazos para ganar un jornal de miseria.
Mejor eso que nada, no hay opciones, estudian los ricos o los privilegiados que tienen padres que trabajan de sol a sol e incluso por la noche con tal de llevar el sustento y procurle estudios a su prole.

Emiliano, el padre de este crio, tambien Emiliano,  y de sus dos hemanas mayores que el, Paquita y Esther, ha nacido en una pequeña aldea de Burgos. 
Solo estudió unos pocos años en la escuela del pueblo aunque fue lo suficiente para saber lo fundamental que es tener conocimientos o estudiar cuanto mas mejor para desarrollar una profesión bien remunerada. 
Por que solo van a estudiar los ricos? se pregunta, mis hijos tambien van a tener ocasión de estudiar y formarse para obtener un buen trabajo en el que ganen lo suficiente. 
Todo su afan en trabajar tantas horas es dar lo mejor a su familia y sobre todo proporcionar a sus hijos la ocasión de estudiar, cuanto más mejor, por ello tiene unos libros en casa heredados de su tio abuelo sacerdote. 

Los crios devorarán esos libros una y otra vez en cuanto puedan leerlos y será mas pronto que tarde. Hay unos cuarenta libros en total de diferentes temas. Alguna novela "Los Ultimos dias de Pompeya", "Oliver Twist" "Los Dos Huerfanitos " y alguna de Julio Verne. Tambien un "Año Cristiano" forrado en piel repujada que es la joya de la colección. Son doce libros, uno por cada mes, y vienen la vida de todos los santos que la Iglesia Católica celebra día tras día.
Tambien una pequeña enciclopedia-diccionario en tres tomos, donde los crios se afanan en consultar todas las palabras "prohibidas" que se les ocurren, y claro está sus definiciones. 
Aprenden lo que es "ayuntamiento carnal"  "cohabitar"  "meretriz" y todas las palabras o definiciones relacionadas con lo que no se habla ni se menciona.

El tema sexual es tabu en la España de los cuarenta y nadie habla de ello, solo los muchachos próximos a la pubertad o las crias hablan en secreto de estos asuntos. 
Cuando descubren una nueva palabra o definición se la transmiten de unos a otros causando las risas solapadas y disimulando si algún mayor se interesa en sus conversaciones. 


La nuestra era una casilla en una diminuta calle del barrio de Tetuan de las Victorias, tres pequeños hermanos se enfrentan a la trascendental decisión de comer una onza de chocolate con su trozo de pan, duro, o gastar los centimos en un tebeo. 

Para comprar el tebeo nuevo necesitan setenta y cinco centimos y no estan conformes con comprar uno solo y repartirse la posesión del mísmo. 
No, esa no es una opción, cada uno de ellos debe sopesar la alternativa de quedarse sin desayuno, barrita de pan y onza de chocolate por una peseta, o invertir el dinero que les ha dado su madre para el desayuno en un maravilloso tebeo del "Guerrero del Antifaz", la historieta dura para siempre cavilan, y la barrita de pan con chocolate la comemos en un instante.
Al final compran dos, y se reparten la barrita de pan y dos onzas de chocolate entre los tres.

Todo en secreto claro está, su madre no puede enterarse de que no desayunan y van al colegio felices con sus tebeos y la barriga casi vacia. La vida de estos crios en una España de miseria se alimenta de sueños, heroes,  y cines de barrio. 
La sesión infantil en un cine "pipero" costaba una peseta con cincuenta centimos y era una aspiración constante para ellos que su madre les pagara semanalmente una entrada. 

Soñando y viviendo las aventuras de sus personajes gráficos la vida transcurria sin demasiados sobresaltos en un entorno de felicidad aparente, irreal, que para ellos era el mejor de los mundos.

Espadas de madera, piedras, limas para jugar al "robaterrenos" en el húmedo suelo, al truque las chicas, y a la "comba" chicos y chicas mezclados.

A su alrededor la pobreza era manifiesta, pequeñas casas como cuchitriles, sin luz o ventilación donde vivian familias enteras a veces sin agua corriente o compartiendo un retrete entre vecinos.
Estos crios se preguntaban el por que su madre y muchos de sus vecinos parecian con frecuencia enfadados. Propicios a dar una bofetada, o varias, a sus niños cuando se ponían a tiro.
A la mas mínima, zas, bofeton y a callar. 

Al siguiente segundo olvidada la bofetada volvian a su mundo de ilusión, fantasia y juegos releyendo docenas de veces las mismas historietas, intercambiando sus ídolos con los amiguetes, o procurando pillar una "perra gorda" (diez centimos de peseta) para poder cambiar el tebeo menos apreciado en el kiosko de la esquina.

Algunas veces en lugar de cambiar su preciado tesoro por otro diferente los crios del barrio podían alquilar otro milagro gráfico a otro colega mayor que poseyera una surtida colección codiciada por todos.

La exibian desplegada sobre el suelo de tierra cuando estaba seco, desplegados y sujetos con pequeños gijarros para que a todos los chavales se les hiciera la boca agua viendo las soñadas historias de sus heroes al alcance de sus ojos.

No se soñaba en pasteles o pollos, solo "Carpanta" imaginaba en sus historias pollos asados inalcanzables para el y para todos los chicos de todos los barrios.
Y pasteles?, a que sabían los pasteles?.

Ni idea, las tartas, caramelos o pasteles eran objetos no identificados en una España hambrienta y cutre donde conseguir unas barras de pan era ya casi misión imposible por precio y escasez.

Acabada la segunda guerra mundial la situación de escasez se hizo realmente insoportable, España estaba aislada, bloqueada como castigo por su apoyo a los nazis perdedores. No había institución internacional en la que fuera admitida, y el Plan Marshall de 1947 no llegó a las tierras Españolas como consecuencia de su apoyo al Regimen perdedor.

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 El Plan Marshall (denominado oficialmente European Recovery Program o ERP) fue el plan más importante de Estados Unidos para la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que a la vez estaba destinado a contener un posible avance del comunismo

Tras seis años de guerra, buena parte de Europa estaba devastada y millones de personas habían muerto o habían quedado lisiadas. Los combates se habían producido prácticamente por todas partes, abarcando un área mucho más grande que la que había sido afectada durante la Primera Guerra Mundial. A causa de los bombardeos aéreos, la mayor parte de las ciudades estaban muy dañadas, y en especial las áreas industriales que habían sido los objetivos principales de dichos bombardeos. Berlín y Varsovia eran montañas de escombros, y Londres y Rotterdam habían quedado muy perjudicadas. La estructura económica del continente se había quedado en nada y millones de personas se encontraban en la indigencia. Aún cuando el episodio de hambre holandesa de 1944 se pudo resolver, la devastación general de la agricultura provocó una oleada de hambre en toda Europa, agravada por el duro invierno de 1946-1947 en el noreste de Europa. También estaban destruidas las infraestructuras como, por ejemplo, las vías férreas, los puentes y las carreteras, que habían sido objetivo principal de los bombardeos aéreos, y muchos barcos de carga habían sido hundidos. Los municipios más pequeños no habían sufrido tanto los destrozos de la guerra, pero la carencia de redes de transporte los había dejado prácticamente aislados tanto física como económicamente.

++++++

A la devastación de la postguerra civil en España se sumó la hambruna Europea que castigó las exportaciones en los años de guerra en Europa.
Una vez acabada la Segunda Guerra esas pequeñas exportaciones llegaron a su fín, carente de recursos propios el hambre, la soledad, el aislamiento internacional ante un Regimen Dictatorial Fascista en España fue absoluto y total. 
Nadie comerciaba ni deseaba hacerlo con un pais apestado que había apoyado el Regimen de la Alemania Nazi, y los pobres españoles supervivientes de una Guerra Civil propia, trataban de superar la situación de las formas mas inimaginables.

Se aprovechaba todo, no se tiraba nada, los cubos de la basura tardaban en llenarse días, y cuando el "carro  de la basura" tirado por una mula pasaba por las destartaladas calles sin pavimento alguno los chicos o las mujeres acudian prestas a la calle con el cubo en la mano para que fuera vaciado dentro del carro. 

La peste en verano era soportable porque pocos productos tenian alguna opción de pudrirse. Cualquier alimento orgánico suceptible de ser comido había desaparecido en los estomagos familiares y en realidad había muy pocas cosas susceptibles de ser arrojadas a la basura.  
Un pequeño carretón arrastrado por una o dos mulas era suficiente para cubrir las necesidades residuales de innumerables calles del barrio.
Los carros eran proporcionados por los llamados "traperos" que se encargaban de recorrer los barrios, con permiso de la autoridad, y amontonar los residuos en los llamados  "basureros" que proliferaban por  docenas en las afueras de los barrios capitalinos.

Para los chicos y chicas del barrio no había nada mas divertido que bajar la calle Amalia y meterse en el "basurero" de la pequeña zona. Allí se organizaban fogatas y se orinaba en ellas, se rebuscaba en la basura y siempre aparecía algun objeto curioso e inservible, pues previamente los traperos ya había hecho acopio de los trapos, papel, o chatarra que le pudiera reportar algunas pesetas.


continuará...................................................................


el gatufo




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