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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

martes, 7 de abril de 2015

UN DIA CUALQUIERA (relato TERCERA PARTE)

En un viaje a Alemania hace dos años, conocí a un joven que estaba con nosotros acompañando a sus progenitores.

Tuve ocasión de charlar largo y seguido con el, cuando sus padres había ido a arreglar algunos asuntos al Consulado de España. 
Nuestro afecto fue instantáneo a pesar de la diferencia de edad. Me pareció una persona sensata y madura, teniendo en cuenta que aún no había cumplido los veinticinco años. 







El hecho de viajar con sus mayores en un tour para ancianos casi, significó para mi que estaba seguro en su proceder, sin complejo alguno por no estar entre muchachos de su edad.

Tenemos una amistad sincera y profunda aunque no nos hemos visto demasiadas veces.

Estoy pensando en el posible compañero de Gloria y su hijo en el viaje de supervivencia que proyectan hacer muy pronto.

Los planes de el no los conozco, es posible que ya se haya marchado con sus padres en busca de otros lugares con posibilidades de sobrevivir.

Tengo que ir a su casa como sea, las comunicaciones son escasas y resulta imposible casi usar la web, sin electricidad ni linea de teléfono la mayoría de las veces.

Es un viaje arriesgado y peligroso a través de la ciudad. 
Hay toque de queda con lo que tengo que salir muy temprano y volver a casa antes de que anochezca.

Intento una y otra vez utilizar el móvil, imposible, no hay cobertura o simplemente no suena cuando llamo. No tengo idea de lo que ha pasado con las conexiones o las compañías de telefonía.

Dudo de comentarles algo a las mujeres, pero ¿como justifico mi salida fuera de la casa?. Quizás lo mejor sea decirles la verdad aunque seguro que se van a oponer a mi marcha.

No me lo planteo más, es noche cerrada y hemos tomado algo de cena. Antes de ir a la cama se lo comento a las dos. Mi esposa calla y reflexiona, Gloria de inmediato me dice que no, no hace falta que salgas en busca de alguien que viaje conmigo, me las puedo arreglar por mi misma.
 
No tienes ninguna posibilidad, le replico. 
Si este amigo está dispuesto a viajar por su cuenta y riesgo, o lo hace con sus padres, es seguro que te llevarán con ellos.
Y tengo que averiguar si es así, si se han marchado ya, o si no desean abandonar su casa y van a permanecer en Madrid.

Mi esposa me mira con amor y exclama, haz lo que debas hacer pero piensa en nosotras y ten mucho cuidado. Te estaremos esperando.

Con esto me basta, ella aprueba mi decisión aunque se que le duele profundamente quedarse sola.
Para ella los demás, las personas a las que ama son siempre primero, luego en último lugar se encuentra ella. Siempre ha sentido así, y ha obrado de esta forma.

Ahora desea que su amiga y el pequeño viajen seguro, le dolerá mucho que se vayan pero piensa solo en lo que más les conviene.
Igual siente hacia mi, me quiere mas que a nada en el mundo pero entiende que yo haré lo que considere mi deber y ella no va a poner trabas o inconvenientes.

Interiormente le doy las gracias por ello, aunque sabia previamente cual iba a ser su respuesta, por mucho que le doliera.

En ese ambiente tenso y doloroso nos vamos a dormir esperando que un nuevo día nos lleve a una situación distinta, y que al despertar todo haya sido producto de un mal sueño, o una pesadilla.






No es una pesadilla ni un mal sueño, estoy en la calle caminando en una agonía, me dirijo a la casa de mi joven amigo sin esperanzas de encontrarlo.

El hedor es espantoso, según salgo a la  calle la putrefacción me rodea por doquier. 
Miles de toneladas de basuras se amontonan hacia cualquier parte que mires. 
Los arboles caídos se están deshaciendo pasto de la destrucción sistemática de toda la madera que constituía el tronco y las ramas.
Las hojas han desaparecido, se han convertido en polvo negruzco que lo invade todo.

La visión resulta obscena,  millones de pequeñas larvas, gusanos y otro microorganismos pululan por los troncos y ramas desgajadas que a su vez se van deshaciendo en informes montones grises y malolientes que siguen estorbando el paso.
El proceso final parece ser pura descomposición e inmundo polvo acumulado por miles de toneladas.

Todo resulta gris, opaco, no hay transparencia en el ambiente. 
La visión está limitada por unas decenas de metros sin que parezca que la luz del sol logre traspasar la barrera de polvo suspendido.

Montones de formas informes yacen acumuladas sobre el suelo. 
Me acerco a observar lo que son y un horrible olor me echa para atrás. 
No deseo retroceder, tengo que ver que no es lo que estoy imaginando, y vuelvo a acercarme a una de ellas.
 
Lo peor se confirma. Son cuerpos amontonados de personas fallecidas en mitad de la calle. El ejercito los ha ido recogiendo y amontonando, para que?. 

Lo estoy viendo pues diversas fogatas se perciben en la gris luz del tremendo amanecer.
Están quemando los cuerpos cuando los montones son ingentes. Por la extensión del fuego algunos edificios que circundan las fogatas están ennegrecidos e incluso algunos quemados. ¿Y las gentes que los habitaban, donde están?. 
Desalojados o muertos también, está claro, aunque doy por hecho que cientos de miles han ido abandonando la ciudad o han muerto abatidos cuando trataban de escapar al amparo de la noche.
Muchos de ellos engrosan los montones que voy divisando, a este paso no será necesario que la asfixia de cuenta de todos nosotros.

Lo harán los soldados que incesantemente circulan equipados con máscaras y armados de fusiles con bayonetas, arcos y grandes cuchillos que penden de sus cinturones.

Ahora me explico la ausencia de disparos que yo atribuía a que ya no había motines o revueltas. 

No, ya no hay disparos, nadie puede correr, administran una muerte silenciosa y efectiva.
Me fijo más y veo que el suelo está pastoso en una mezcla informe de polvo, basura y sangre.

La sangre se mezcla con todo y forma una masa que va resecándose formando caprichosas e informes formas acumuladas con la basura.

Resulta escalofriante imaginar en que se han convertido
las calles de la gran ciudad. 

Al caer la noche el infierno se desata en forma de ejecuciones sumarísimas de todo aquel que circula sin permiso especial de tránsito, o al menos es lo que supongo, aunque puede ser que esos permisos son ya inexistentes.

Si los hubiera, ¿quien los tiene y para que se emiten?, me pregunto.

Informes figuras van apareciendo de los edificios, que en silencio y arrastrando algunas pertenencias caminan en silencio, nadie sabe hacia donde o con que intenciones. 

Las puedo imaginar, huyen arriesgándose a que la noche les pille al descubierto y pasen a formar parte de los montones de muertos que se hacinan por doquier esperando ser incinerados.

No hay compasión alguna pienso, cae la noche y todo aquel sorprendido fuera de las casas es ejecutado sin piedad, cuando no tiene permiso de paso.

Lo estoy imaginando, pero será lo que ocurre cuando veo las decenas de cuerpos que se amontonan cada cien o doscientos metros.

La visión de todo mi entorno es horrible, aunque la peste indescriptible que agrede mis sentidos hace casi imposible imaginar algo que no sea seguir, dar un paso tras otro, no preguntar, no hablar, no pensar.

Un paso más, y otro, no mires, no pienses, continua tu camino hasta que llegues a tu destino y logres entrar en un refugio seguro, si es que ya existe en alguna parte.

Mi casa es segura todavía, pienso, pero ¿por cuanto tiempo?. 

El cansancio me invade, voy a caer de un momento a otro, y será el final de todo.

La idea me tienta, déjate llevar, túmbate en el suelo y espera tu final me digo. Todo será mas fácil así, acabarán tus angustias, pondrás fin a esta pesadilla interminable que no lleva a ningún sitio.
Me dejo caer, me dejo caer, la idea es atractiva y estoy a punto de apoyarme en una pared y deslizarme hasta el suelo cuando una forma minúscula que camina agarrada a la mano de otra forma mas grande invade mi vista.
Es un pequeño arrastrado casi por la mano de su madre o su padre, no hay forma de saberlo.

El recuerdo del pequeño que vive en casa llena mi mente y me impide caer allí mismo. Debes de seguir, me digo, no abandones, sería imperdonable que lo hicieras. Ellos tienen alguna posibilidad aún, tu no. Ya te dejarás morir cuando llegue el momento y estés en casa.


La idea de casa, de mi cama, de tumbarme y esperar el final me llega como bálsamo que alivia el cansancio. Mas aún la esperanza de proporcionar una oportunidad de salvación para Gloria y su pequeño me hace mover los pies, uno tras otro, otro paso más, y así poco a poco tras horas de caminar diviso la casa que busco.

Habrá alguien en ella o todo este esfuerzo no ha servido para nada.

 
Soy un estúpido, me repito una y otra vez, como has podido cometer un error de ésta índole.
¿No piensas?
Es indudable que estás sobrepasado por los acontecimientos, te impiden pensar, parece mentira que hace años fueras un buen jugador de ajedrez.

No es para menos. Llevo dos horas acechando la puerta de los apartamentos de mi amigo, esperando que alguien entre o salga para colarme dentro, y nadie ha aparecido en ella o ha intentado abrirla desde fuera.
El edificio parece estar muerto, no hay movimiento, no hay luz, ¿como iba haber luz, estúpido?, nadie entra o sale y yo idiota como pensaba contactar con Miguel. ¿Llamando a un timbre que no suena?. No hay linea de teléfono, no hay electricidad, no puedo llamar a su puerta pues dos cancelas de hierro impiden el acceso. Alguien tiene que abrirte o utilizar la llave para acceder al edificio. Llevo aquí dos horas, está casi anocheciendo, no se si mi amigo o su familia están en la casa o se han marchado, se hace casi de noche y muy pronto el toque de queda impedirá estar en la calle.
¿Que hago?.
Morirte, estúpido, me llamo nuevamente. 
Vas a perder la vida inútilmente, has cometido un error de bulto, ¿como sales de tu casa sin haber avisado de que vas?, que estén alerta para franquearte el paso. 
Pensabas que ibas a llegar, llamabas con el portero automático, te abrirían o no dependiendo si estaban en la casa o ya se habían marchado.
¿Y la electricidad?, majadero, ¿donde dejas la electricidad para que funcione el portero?.

Cálmate y piensa, me digo, no consigues nada insultándote. 
Piensa, piensa, en que puedes hacer para salvar tu vida.

Busca un refugio antes de que sea demasiado tarde. Te quedas en el, sin moverte ni rechistar, y esperas a que pase la noche.
Mañana ya verás lo que haces.

Un refugio, ¿donde?, piensa, piensa.

Se me hace la luz en un flash, busca una salida del metro. 
Hay una cerca, y aunque los trenes ya no funcionan desde hace tiempo, quizás puedas entrar en el túnel y guarecerte en el. 
 
Dicho y hecho, me incorporo, voy sorteando obstáculos y pisando toda clase de bichos e inmundicias. No atiendo a los sonidos que hacen mis botas en el suelo, mejor no ver lo que mis pies pisotean. 
Procuro no escurrirme pues si caigo ya no me levanto. Hay montones de cuerpos calcinados aquí y allá, el olor es una barrera física que me impide andar o respirar. Tengo un dolor horrible en la garganta y pulmones. Estoy tragando el humo, el polvo, las inmundicias que hay en el aire, y a penas asimilo el oxígeno suficiente para poder moverme.
Cada paso que doy requiere una firme voluntad de no tirarme al suelo y dejarme morir sobre el, tragando inmundicias o asfixiarme directamente con el lodo indescriptible que inunda las calles.

Estoy frente a la boca del metro.

Gracias Dios mío, pienso, está abierta aunque un montón de cuerpos  semi tronchados impiden casi el acceso. 
Debo pisotearlos y trepar sobre ellos para poder entrar.

Están podridos y llenos de gusanos que corren por mis manos y brazos cuando me agarro a algún cuerpo. Pero debo contener las nauseas y el asco que revuelve mis tripas. El miedo a permanecer fuera hace que trepe la montaña de cuerpos y baje reptando por ella.

Cuando estoy abajo sacudo mis ropas, manos y pies procurando que todos los bichos asquerosos caigan al suelo.
Está muy oscuro, la luz de fuera va menguando y los cuerpos que obstruyen la entrada impiden que entre el menor atisbo de claridad.

Ando unos diez metros agarrándome a las paredes como un ciego, tropezando con cuerpos y objetos que no veo, hasta que al final doblo a la derecha por otro pasillo. Tropiezo y caigo de bruces contra una masa blanda que parece moverse ante mi peso.

Ten cuidado joder, me dice una voz ronca que sale de la obscuridad, te has caído encima de mi.
Lo siento, lo siento, no veo nada.

Ya te acostumbrarás a la obscuridad y podrás distinguir las formas y los obstáculos.

¿Quien eres?. ¿Por que has venido a este infierno de muerte?. 

Tengo que pasar la noche fuera de mi casa, he venido a buscar a un amigo y no puedo entrar en el edificio. No se si está o no, pues lógicamente el portero automático no
funciona y nadie entra o sale por el portal.

Estás loco saliendo de tu casa, la calle es un lugar de muerte, robos, dolor y asesinatos. Te lo digo yo que llevo sobreviviendo varios días y he visto de todo. 
Mi casa se incendió cuando hicieron una gran hoguera con cientos de cuerpos putrefactos y tuve que salir a escape.
Vivía solo, estaba estudiando en Madrid cuando todo esto empezó, mi familia vive al sur de los Pirineos y no tengo medios para irme con ellos.
Estoy atrapado en esta ciudad maldita y no se me ocurre la forma de escapar. 
Por el día voy atravesando la ciudad hacia el norte, cuando se acerca la noche busco una boca de metro y me atrinchero en ella esperando otra vez la luz para seguir andando. 
Quiero escapar de aquí como sea.

Mi nombre el Luís, tengo veintitrés años, y tu como te llamas.
Soy Emiliano, ya paso de los sesenta y cinco, estoy retirado y me gustaba escribir en un blog.

¿En un blog?, que original, no conozco a nadie que lo hiciera.

Aquí tienes uno, llevo casi tres años haciéndolo.

¿Y de que trata tu blog si puede saberse?

De todo un poco, de mis pensamientos, experiencias, mi familia, mi gato "Gatufo", a veces de política o historia, y así voy de tema en tema, escribo lo primero que se me ocurre y desembucho fuera de mi cuerpo y de mi mente, las preocupaciones o sentimientos que pasan por mi cabeza.

Majo, pues si sobrevives a esta y las cosas vuelven a su normalidad vas a tener un montón de experiencias que relatar.
Ja, ja, va a ser bueno leerte una vez que pase todo este caos.
 
 
Luis, me encanta que pienses así, que digas "cuando pase todo esto", ¿de verdad crees que pasará?.

Si, lo creo, el ser humano se ha visto en peores circunstancias. ¿Has oido hablar de la peste bubónica?.

Si claro, quien no, liquidó casi a la mitad de la población en Europa y Asia.

Toma nota Emiliano, esto pasará y quedarán vivos los mas fuertes o los mas preparados. 
Dos tercios o más de la población desaparecerá, es una limpieza necesaria a toda la podredumbre en la que se habían convertido los hombres. 
La naturaleza, la tierra se defiende así, y está bien que lo haga. 
Antes o después tenía que pasar algo parecido.


continuará


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