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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

lunes, 30 de marzo de 2015

ARBOLES




Siguen cayéndo las ramas de árboles centenarios o jóvenes, matando gente que pasea por debajo, e incluso han comenzado a caer árboles enteros de repente, sin ninguna explicación a este fenómeno tan inquietante.

Nadie sabe la razón, sin motivo aparente se derrumban como si de un infarto se tratara, pero los arboles no tienen corazón, o si?.

Enormes pinos caen sin cesar aquí, allá, y el estruendo es continuo, sobrecoge, que está pasando se preguntan las gentes que presencian estos hechos tremendos de una Naturaleza que se destruye a si misma.

Es el preludio de lo que está por venir?. Será que nuestro mundo acabará así, primero caen los árboles, unos pocos aquí otros allá y cada día que pasa se extiende la pandemia que consume el entorno arbóreo.

En las ciudades y pueblos los alcaldes no saben que hacer, tratan de tranquilizar a sus vecinos diciendo que han revisado los caídos y están aparentemente sanos, lo que resulta todavía mucho mas inquietante.
Sanos? pregunta todo el mundo, como van a estar sanos si se caen fulminados al suelo y matan a todo el que pillan debajo.
Ovejas, vacas, personas, gallinas, todo es aplastado bajo su peso.
Ya nadie puede evitar mirar hacia arriba cuando está debajo de los árboles, caerán encima de mi?, nos preguntamos todos.

No suelo salir de casa con frecuencia y los dos árboles que tenía frente al mirador los talaron hace dos años, me causo pena ver como los serraban y dejaban el tocón en tierra.
Hoy casi me alegro de no verlos, temería que cayeran contra los cristales y produjeran un estropicio.
Mejor así, esperar, no salir, alguna explicación habrá me digo a mi mismo.

La esperamos en vano pues no la tienen y no pueden darla, y el fenómeno de los árboles que caen se va extendiendo fuera de las ciudades, se propaga al campo, a otros paises y el terror ante semejante tragedia global e inexplicable comienza a cundir por todas las regiones del planeta.
Esta masacre arborea nos estará avisando una catástrofe cercana en la que la tierra protesta por la intrusión humana antinatural?. 
El hacinamiento en las ciudades, la aniquilación de millones de plantas por el asfalto inhumano y antinatural de autopistas, carreteras y masivas poblaciones con calles que ya no respetan la tierra ni a los animales, e incluso se elimina el césped natural sustituyéndolo por una masa informe verde que imita lo inimitable de la naturaleza.
Alarma generalizada es lo que se está produciendo ante la falta de una explicación razonable.

No es natural, será una enfermedad que ataca a toda la floresta del planeta y está diezmando la masa forestal?, es la pregunta que se hace en los medios, tertulias, e incluso en las familias. 

Como pueden caer árboles centenarios dejando sus raíces al descubierto, la tierra levantada y el pavor de todo aquel que lo ve o lo escucha por los grandes estruendos del derrumbe inexplicable para las gentes del campo y la ciudad.

Que se anuncia con estos hechos?.

Tratan de tranquilizarnos diciendo que parará, que es transitorio, no se tiene constancia de un hecho semejante y ante la falta de criterio o pruebas científicas que avalen la teoría de una enfermedad arbórea la gente especula, los medios especulan, y el terror se extiende como una gran mancha de aceite que va anegando la tierra según van cayendo gigantes centenarios que nada les había afectado antes.
Hay quien anuncia el fin del mundo y proclama que nos preparemos para el desastre total, la extinción de vida en la Tierra.
Inventan frases inexistentes de las escrituras, y nos van saliendo profetas en cualquier sitio.

"Vendrán males que asolarán la tierra" y 
el Armagedón anunciado en la Biblia es lo que nos viene a todas las mentes.

Constantemente se escuchan teorías o amenazas de como va a evolucionar esta catástrofe natural. Nos piden que imaginemos a los arboles cayendo porque ya no encuentran el ambiente adecuado para su desarrollo. Caerán sin parar, primero en una zona del mundo, como ya sucede, luego en todos los otros lugares, no hay región o país que se libre y finalmente no quedará un solo árbol en el todo el globo terráqueo.
La vida de los seres que necesitan esos árboles se irá extinguiendo con ellos.

Nosotros mismos necesitamos los árboles para purificar la atmósfera, para respirar, y se preguntan los expertos de turno: ¿cuanto duraría el oxigeno necesario para millones de seres que habitan este planeta?. 

Imposible de concebir una vida para los pájaros, ardillas, seres humanos y toda clase de animales que necesitan la masa forestal para sobrevivir, para respirar, para cubrirse de los implacables rayos del sol, para que llueva, para que las aguas se vayan regenerando.

Quién quedaría en el mundo? Difícil imaginarlo.
Sin lluvias, sin plantas, sin animales, cuanto tiempo tendría que pasar para que la desolación absoluta y total se adueñara de toda la tierra.

Poco en realidad, muy poco, y los que fueran sobreviviendo devorarían a los suyos propios al no tener que comer.
Los pantanos se irían secando, los ríos dejarían de fluir, y la sed ardiente se haría implacable.
Finalmente la muerte para casi todos los seres vivos que dependen de la floresta, la lluvia, el agua, y el oxígeno.

Posiblemente las cucarachas, u otros insectos podrían sobrevivir?
Quien lo sabe, aunque es probable que estos seres también necesiten de los árboles para devorar sus hojas, poner sus huevos, huir del frio o el calor extremo, y sobre todo respirar.

Que otra alternativa buscarían para sobrevivir y ser los únicos seres vivos de una tierra marchita y desolada?.

Ante la ausencia de pájaros insectívoros, los insectos se propagarían por millones al menos de momento, acabarían con todo haciendo imposible otra clase de existencia.

Y así se siguen las especulaciones de los mal llamados expertos que nos están poniendo ya los pelos de punta.
El miedo se extiende todo comienza a ser caótico, cada cual trata de atrincherarse en sus casas, velar por sus vidas, procurarse lo estrictamente necesario y poco más.

Las muertes por aplastamiento se cuentan ya por millares. 
Al principio socorrían a los heridos, recogían a los muertos bajo las ramas, ya no se da a basto y nadie se atreve a internarse en una zona boscosa.
Los cadáveres de animales y humanos  se pudren bajo las ramas y el olor es irresistible.

Igual que minas diseminadas por la tierra, que explotan cuando se las pisa, los árboles caen sin avisar aplastando todo aquello que les rodea.


Algunos huyen a terreno abierto, despejado, desértico incluso, pero los alimentos van escaseando,las carreteras están impracticables con miles, millones de arboles caídos que impiden es paso por ellas.

Solo circularcampo a través es posible, los suministros escasos para mantener las poblaciones pobremente abastecidas, y ya nadie piensa en otra cosa mas que sobrevivir ante lo desconocido y esperar, esperar que todo pase.

Han acabado las contiendas pues quien se preocupa de hacer una guerra cuando todo parece que se destruye.

 
Todo esto es una mera especulación ante algo que está sucediendo en mi ciudad.
Decenas de ramas han caído este verano, han muerto dos o tres personas, arboles que se derrumban de repente sin saber el motivo y el ayuntamiento que promete revisar los cientos de miles de árboles que crecen en Madrid.

Alguien puede creer que esta revisión puede hacerse?.
Yo lo dudo, y pienso que debemos cuidar mucho mas nuestro entorno u otras generaciones vivirán situaciones imposibles de concebir.

Duerman bien, sin pesadillas, y miren hacia arriba cuando paseen bajo los árboles.



Decido salir a la calle, han pasado dos meses desde mi última escapada y a penas quedan existencias en la casa, mi Gatufo se está quedando sin su comida y continuamente se lamenta.

El pobre gato no entiende nada de lo que pasa. Mi esposa me ruega que no salga, tiene mucho temor a lo que me pueda pasar, y prefiere consumirse sin comida antes que perderme.

Ella no puede moverse, está en silla de ruedas y necesita que alguien la empuje, le ayude a incorporarse si quiere sentarse en cualquier otro lugar y a duras penas puede ponerse en pié.

Hemos racionado la comida hasta límites insospechados pero se acaba.

Ya no hay especulaciones catastróficas en los medios. 
Han sido controlados por los Gobiernos y el ejercito se ocupa de seguir las pautas necesarias para que no cunda el pánico.

Lo controlan todo, supermercados, comunicaciones, limpian algunas carreteras removiendo miles de árboles que impiden el paso de los camiones con suministros.
Hay gabinetes de crisis por doquier que se afanan en atajar la catástrofe medio ambiental que supone la pérdida de la masa forestal.

No nos dicen lo que puede pasar en las selvas del Amazonas y otras parecidas que son los pulmones de planeta.

El terror es general, el ejercito circula por las calles de Madrid y trata de controlar que no haya pillajes o tumultos.

Estoy en la calle y la vista es desoladora. No hay lugar donde algún árbol no esté caído habiendo aplastado coches, estructuras, tejados y produciendo infinidad de bajas entre peatones desprevenidos.
No hay cuerpos, los han ido retirando ante la ausencia de peligro físico de derrumbes,no queda árbol en pié,  y hay mas que peligro de epidemias. 
Nada se comenta del número de bajas entre la población pues no quieren que el pánico sea aún mayor de lo que ya es.
 
¿Donde voy?, pienso, lo mejor acercarme a alguno de los supermercados conocidos. 
El primero está abierto custodiado por la policía, una interminable fila de gente se agolpa para ir entrando. 
La hilera de personas da la vuelta a toda la manzana, y grandes carteles anuncian que deberán llevarse los D.N.I. de las unidades familiares o personas que convivan en un solo piso para administrar los alimentos que lógicamente están ya racionados.

El orden existe, al menos de momento, y eso me tranquiliza.
Llamo a mi esposa por teléfono y le cuento lo que he visto, le digo que permanezca tranquila, que voy a tardar mucho pues tendré que esperar la fila, y que todo va bien pues llevo los D.N.I. el suyo y el mío. 

Me dice que no me preocupe por ella, que está bien, y que esperará todo lo que haga falta.

Con paciencia me pongo en la fila, saco mi kindle y comienzo a leer procurando calmar mis ánimos.
No se si para comprar la comida de Gatufo tengo que llevar algún documento que acredite su identidad y que vive con nosotros.
Si no puedo tendremos que compartir con el la nuestra, no habrá problema alguno.

En la fila observo que hay toda clase de personas, mayores, jóvenes, hombres y mujeres a veces en parejas, casi todo el mundo guarda silencio o trata de escuchar noticias en la radio.

La policía y el ejercito han impuesto un gran respeto, se guarda el orden y no hay, que yo sepa ninguna clase de tumulto.
Cuando comenzó el pánico si lo hubo, luego los gobiernos Europeos fueron tomando medidas conjuntas y se recupero el orden en las calles.

Ahora la gente calla y susurra en voz baja las últimas noticias que nunca suelen ser ciertas.
Vienen filtradas por los gobiernos y en realidad no dicen nada de lo que está pasando.

¿Hasta donde llega la plaga de los "áboles y matorrales caidos" ?. No se comenta, han encontrado algún remedio o explicación?. Tampoco se comenta.
Solo se dan noticias regionales o nacionales, lo que ocurre en los países de Europa que sufren iguales consecuencias y toman similares medidas que nosotros.

Hay un gran gabinete de crisis en Bruselas, que dicta las normas de lo que es preciso hacer en los diferentes países de la Unión.
Nada más se dice o se comenta, el hermetismo es total.

Es muy posible que traten de que no se produzca una estampida general, huyendo de las zonas desoladas del continente Europeo y marchando por avión o cualquier otro medio de transporte hacia zonas que se hayan librado de la tragedia de los árboles.

Habrá alguno?, me pregunto, o esto es absolutamente global.

Yo no lo se, nadie de mi entorno lo sabe, pero imagino o deseo pensar que no, las consecuencias serían demasiado horribles en un corto plazo.

 No vemos a nadie que salga, lo harán por la otra puerta, de esa forma no sabemos lo que se llevan.

Es de suponer que a medida que van pasando
los primeros de la fila los suministros se van acabando. Nadie puede controlar las existencias si no saben cuantas personas van a acudir a comprarlas.

Llevo una lista de lo que nos hace falta, siempre la he llevado antes y ahora con mas motivo. 
La repaso mentalmente para no pensar en otra cosa. 
Procuro no hablar con nadie y escuchar lo que comentan los otros.

Miedo es lo que dejan entender todas las conversaciones. No hay explicación posible a lo que está sucediendo, y el espectáculo de ver todos los árboles que había en el paseo, caídos en el suelo no es una imagen tranquilizadora.
Han apartado los que había en la calzada pero casi no pasan coches. La gente comienza a ahorrar combustible por temor a lo que esté por venir.

 
 
Y esa el la gran pregunta que nos hacemos todos, ¿cuando parará esto?, que veremos en un mes o incluso la semana que viene?. Seguirá todo parecido, controlado, o ya estaremos sumidos en el caos?.

Prefiero no especular dentro de mi cabeza pero es inevitable. Cuando bajo la guadia los pensamientos apocalípticos vienen a mi mente y trazo planes para afrontar la catástrofe. 
No se me ocurre nada, no tengo coche, mi esposa está casi incapacitada, no puede andar, a penas incorporarse, donde voy o que hago si todo empeora?. Otra vez me digo, mejor no lo pienses, vive hoy, afronta hoy lo que tengas que hacer, mañana será otro día con otros problemas que tendrás que ir solucionando.

Eso es todo, no hay más, por muchos planes que quieras hacer siempre la realidad será otra diferente de la que ha pensado o previsto.

La puerta de entrada va estando más próxima, miro el reloj, cuanto tiempo ha pasado?. Dos horas, tampoco ha sido demasiado e incluso pensaba que estaría más.
Es una mala señal, pienso otra vez sin poder evitarlo, es una prueba clara de que se acaban los alimentos y la gente tarde menos porque ya casi no pueden llevarse de nada.

Calla, no pienses me digo, ya has empezado otra vez a suponer lo peor.

Pero es cierto, lo compruebo en cuanto entro, las estanterías están casi vacías, y en cuanto llego a donde recogen las notas de lo que deseamos llevarnos van tachando mas de la mitad de lo que yo había escrito.

Puedo llevar arroz, algo de leche, alubias, pasta, jabón, huevos, y poco más.
No hay verdura, ni fruta, no hay pescado, ni carne, ni queso, a penas aceite o azucar, consigo una botella y un kilo solamente, tampoco quedan patatas, total que no se como nos vamos a arreglar para una semana.

Es lo que me dicen, me sellan un papel en el que especifican lo que llevo, la fecha, y que mi próximo suministro puedo hacerlo en una semana. Lo registran en el ordenador y me dicen claramente "que no trate de ir a otro supermercado" pues está prohibido por una ley reciente. 
Si intento hacerlo pueden detenerme y no entregarme ya mas suministros.


 
Estoy anonadado, esto es mucho peor de lo que pensaba, no es de extrañar que salgamos por otra puerta fuertemente custodiada y nos indican que no comentemos nada con nadie de todo lo que nos han dicho.

La gente que espera fuera podría amotinarse, y se podría originar un gran tumulto, pero es lo que hay y gracias que lo racionan para que alcance a la mayor cantidad de personas.

Yo también comienzo a sentir el temor, miedo a lo que está por venir y un sudor frío comienza a brotar de mi frente.  
Que le voy a dar a Gatufo, arroz?, un poco de embutido, jamón de york que a el le gusta, pero es un producto que caduca,  y luego?.

Antes de salir me dirijo a uno de los encargados de distribuir lo que han ajustado y le pregunto si tienen comida de gato.
Siento un gran alivio cuando me dice que sí, que le enseñe la cartilla del minino, la mira, la sella, y se marcha. 
Llega con un saco de comida, no demasiado grande, y algunas latas.
Para una semana, me dice, antes no puede venir asi que racione al gato todo lo que pueda.

Gatufo está salvado, respiro y me tranquilizo, al menos el gato comerá y son buenas noticias.

En silencio salgo del supermercado y tratando de casi esconder los productos voy mirando a un lado y a otro temeroso de que me los puedan robar.

¿Que puedo hacer si eso sucede?

El temor se masca entre quienes esperamos entrar en el supermercado, se habla en voz baja pues no queremos poner nerviosos a los soldados o policías que nos miran con cara aviesa y custodian la fila.

No vemos a nadie que salga, lo harán por la otra puerta, de esa forma no sabemos lo que se llevan.

Es de suponer que a medida que van pasando
los primeros de la fila los suministros se van acabando. Nadie puede controlar las existencias si no saben cuantas personas van a acudir a comprarlas.

Llevo una lista de lo que nos hace falta, siempre la he llevado antes y ahora con mas motivo. 
La repaso mentalmente para no pensar en otra cosa. 
Procuro no hablar con nadie y escuchar lo que comentan los otros.

Miedo es lo que dejan entender todas las conversaciones. No hay explicación posible a lo que está sucediendo, y el espectáculo de ver todos los árboles que había en el paseo, caídos en el suelo no es una imagen tranquilizadora.
Han apartado los que había en la calzada pero casi no pasan coches. La gente comienza a ahorrar combustible por temor a lo que esté por venir.

Y esa el la gran pregunta que nos hacemos todos, ¿cuando parará esto?, que veremos en un mes o incluso la semana que viene?. Seguirá todo parecido, controlado, o ya estaremos sumidos en el caos?.

Prefiero no especular dentro de mi cabeza pero es inevitable. Cuando bajo la guardia los pensamientos apocalípticos vienen a mi mente y trazo planes para afrontar la catástrofe. 
No se me ocurre nada, no tengo coche, mi esposa está casi incapacitada, no puede andar, a penas incorporarse, donde voy o que hago si todo empeora?. Otra vez me digo, mejor no lo pienses, vive hoy, afronta hoy lo que tengas que hacer, mañana será otro día con otros problemas que tendrás que ir solucionando.

Eso es todo, no hay más, por muchos planes que quieras hacer siempre la realidad será otra diferente de la que ha pensado o previsto.

La puerta de entrada va estando más próxima, miro el reloj, cuanto tiempo ha pasado?. Dos horas, tampoco ha sido demasiado e incluso pensaba que estaría más.
Es una mala señal, pienso otra vez sin poder evitarlo, es una prueba clara de que se acaban los alimentos y la gente tarde menos porque ya casi no pueden llevarse de nada.

Calla, no pienses me digo, ya has empezado otra vez a suponer lo peor.

Pero es cierto, lo compruebo en cuanto entro, las estanterías están casi vacías, y en cuanto llego a donde recogen las notas de lo que deseamos llevarnos van tachando mas de la mitad de lo que yo había escrito.

Puedo llevar arroz, algo de leche, alubias, pasta, jabón, huevos, y poco más.
No hay verdura, ni fruta, no hay pescado, ni carne, ni queso, a penas aceite o azucar, consigo una botella y un kilo solamente, tampoco quedan patatas, total que no se como nos vamos a arreglar para una semana.

Es lo que me dicen, me sellan un papel en el que especifican lo que llevo, la fecha, y que mi próximo suministro puedo hacerlo en una semana. Lo registran en el ordenador y me dicen claramente "que no trate de ir a otro supermercado" pues está prohibido por una ley reciente. 
Si intento hacerlo pueden detenerme y no entregarme ya mas suministros.

Estoy anonadado, esto es mucho peor de lo que pensaba, no es de extrañar que salgamos por otra puerta fuertemente custodiada y nos indican que no comentemos nada con nadie de todo lo que nos han dicho.

La gente que espera fuera podría amotinarse, y se podría originar un gran tumulto, pero es lo que hay y gracias que lo racionan para que alcance a la mayor cantidad de personas.

Yo también comienzo a sentir el temor, miedo a lo que está por venir y un sudor frío comienza a brotar de mi frente.  
Que le voy a dar a Gatufo, arroz?, un poco de embutido, jamón de york que a el le gusta, pero es un producto que caduca,  y luego?.

Antes de salir me dirijo a uno de los encargados de distribuir lo que han ajustado y le pregunto si tienen comida de gato.
Siento un gran alivio cuando me dice que sí, que le enseñe la cartilla del minino, la mira, la sella, y se marcha. 
Llega con un saco de comida, no demasiado grande, y algunas latas.
Para una semana, me dice, antes no puede venir asi que racione al gato todo lo que pueda.

Gatufo está salvado, respiro y me tranquilizo, al menos el gato comerá y son buenas noticias.

En silencio salgo del supermercado y tratando de casi esconder los productos voy mirando a un lado y a otro temeroso de que me los puedan robar.

¿Que puedo hacer si eso sucede?





Mi amigo  está esperando fuera, pegado a su portal, se adelanta en cuanto me ve poniendo una cara de suma extrañeza.
No se atreve a preguntar nada, aunque enseguida le presento a Gloria y al pequeño, le explico en pocas palabras lo que les ha sucedido.

Enseguida nos dice que entremos y abre camino hasta su casa, entramos, Gloria y el niño se les ve ostensiblemente cansados.

Dentro de su casa hace sentar a Gloria y al pequeño, les saca unos refrescos y algo para picar. Mejor si tienes un par de bocadillos, le comento, están hambrientos.
Cuando están servidos, Juan pone una música suave y me lleva a su dormitorio.
Sigilosamente me comenta lo que el sabe escuchando la radio por onda corta. 
Habla Ingles y Francés con soltura y entiende lo que se habla fuera del continente en emisoras de medio mundo.

La situación es muy mala en todos los lugares a los que he podido acceder por la radio. 
El desastre es general, y en los países del norte donde los bosques eran la tónica del paisaje no queda casi ninguno en pié.
Es tal el caos, sigue,  que por carretera o ferrocarril no se llega a ningún sitio. Se comunican por aire o por barco, pero se les acaba el combustible y no saben que hacer.

Si quieren despejar carreteras acaban con las reservas y nadie garantiza que puedan restablecer las vías vitales para suministrar el combustible desde las refinerías. Tampoco que se puedan traer los alimentos desde los almacenes, las cosechadoras no pueden recoger nada ni sembrar, todo está impracticable.


El continua contándome lo que ha escuchado, y sigue, se van a reunir los expertos a nivel mundial en lugar no revelado, su mayor temor es que la atmósfera se vaya deteriorando y llegue un momento en que no se pueda respirar.
Hablan de sacrificar casi todo el ganado vivo pues consume demasiado oxigeno, necesario para los seres humanos, y entonces nos quedaremos sin carne, lo que tampoco es una solución viable.
¿Que hacer entonces, esperar? y que al final se acabe todo?. No parece tampoco acertado, pero quien decide lo que es viable o no, sin saber si lo que ocurre y cual es el motivo.

Lo escucharás por ti mismo, me dice, en el aparato de onda corta que te he preparado.

¿Y con esos dos pobres que has traído, que vas a hacer?.
Me los llevo a casa, no puedo dejarles otra vez en la calle, es superior a mi conciencia hacer semejante cosa.
Ya lo he decidido.

Vale tío, lo que tu digas, pero te metes en un gran conflicto. Ya sabrás que racionan la comida, y dentro de poco racionaran otras muchas cosas de las que no tenemos idea.

Vale, Juan, dentro de poco ya veré lo que hago, ahora se vienen conmigo a casa.

Toma, el aparato de onda corta, cuídalo y que tengas mucha suerte.
Gracias Juan, eres un amigo, lo cuidaré y ya me voy. 
No deseo que acaben con tu despensa, están hambrientos.

Poco después abandonamos la casa, Gloria y su hijo se han lavado a conciencia, han cepillado sus ropas, y sus caras ya no están tan pálidas. El color ha vuelto a sus mejillas.

A buen paso no encaminamos hacia casa, tenemos hora y media de camino y no deseo preocupar más a mi esposa.

Tenemos que llevar al niño por turnos, el pobre ya no puede más y no hay forma de llegar si no es a pié.

El pequeño maletín donde llevo la radio va prácticamente soldado a mi mano. No dejaría que se lo llevaran si no es arrastrándome a mi con el, confío en que no sea así.
Deseo como nunca llegar y estar al lado de Maria, y mi gato, que seguro esperan ya con verdadera angustia.

Caminamos, caminamos, sin parar. Yo voy delante señalando el camino y procuro no andar demasiado deprisa para Gloria cuando lleva a su hijo encima.
Me sorprende la fuerza que ella tiene cuando se trata de llevar a su hijo.
A mi me pesa mucho, supongo que a ella le tiene que pesar mucho más, pero no se queja, se lo tengo que casi arrancar de los brazos para sustituirla con el peso del pobre crío.
De vez en cuando le ponemos en el suelo y el niño camina durante un rato sin abrir la boca. No dice nada, permanece mudo pase lo que pase.


 
Casi llegando a mi calle presenciamos un hecho horrible. 
Hay un grupo de gente que mira fijamente hacia el suelo, la policía les mantiene apartados de lo que parecen dos muñecos desvencijados sobre el pavimento. 

Me fijo mejor según nos acercamos y veo con espanto que son dos ancianos espachurrados contra el suelo. Según comentan se han arrojado desde uno de los balcones agarrados de la mano, y ahí están como marionetas rotas, rodeadas de rojo intenso por todos los sitios.

No miréis le digo a Gloria demasiado tarde, ella está desencajada y tapa la cara de su hijo.

Vamos Gloria, tenemos que seguir, ya nos falta muy poco para llegar.

Es horrible, ¿como pueden haberlo hecho?.

No podría decirte, hay que estar en la piel de quien se quita la vida para saber lo que siente y la desesperación que puede tener esa persona.
Estos ancianos debían estar muy asustados, sin recursos, sin esperanza igual que otros, y han optado por dejar de sufrir.
Un salto, no sabemos si dolor, y todo ha terminado en un instante, yo no puedo opinar ni valoro la decisión que han tomado.

Vamos, por favor, rápido todo lo que puedas estamos casi llegando a mi casa. 
Yo llevo a tu hijo, no creo que haya visto nada y es difícil que lo entienda si los ha visto ahí caídos, no creo que esté mas traumatizado el pobre de lo que ya lo está.

Entramos en mi portal, y enseguida abro la puerta de la casa, la voz de mi esposa me da la bienvenida como siempre hace cuando llego. Así yo se que está bien, que todo sigue como lo dejé, y antes de verla ya me voy tranquilizando.
Traigo compañía, le digo tras saludarla, ahora verás a una chica joven y a su hijo.

Creo que a mi esposa ya nada le sorprende respecto a mi, que me presente con una persona extraña y su hijo no es novedad, pero creo que cuando sepa que se queda con nosotros si que se va ha extrañar.

Entramos en la sala, y presento a Maria, el niño y a su madre.
Se saludan, se miran, y Gloria le pide disculpas por estar en la casa, le dice que he insistido en que me acompañaran.
Gatufo, como hace siempre ante extraños, ha desaparecido.
Se caen bien las dos, lo noto de inmediato, no van a tener problemas y cuando empiezo a contarle a mi esposa lo que ha pasado la joven y su hijo, la cara de ella va cambiando y una mirada de ternura y compasión se extiende de inmediato por sus facciones.
Por supuesto que os quedáis con nosotros, tenemos sitio y si no lo hubiera se hace, con sus palabras queda zanjada la cuestión y yo les digo que me disculpen. Tengo que dejaros pues voy a poner la radio que Juan me ha dejado.
Salgo y las dejo a solas, el niño sigue pegado a su madre y no dice nada, ni tan siquiera cuando Maria le sonríe y le dice que vaya a su lado.

Me cuesta sintonizar una emisora que se escuche bien, por fin lo consigo y hay una buena señal, me acuerdo de mi amigo y le doy las gracias mentalmente.
 
Retransmiten en Inglés, americano seguro, se identifican como La Voz de América, y si, son ellos. Por Internet les he escuchado muchas veces.
No es una clase didáctica, dan noticias, tremendas y desalentadoras noticias.
Un locutor comenta que "todo está empeorando" pues hay países que han agotado sus recursos y nadie puede ayudarles.
Menciona regiones del sur de Asia, con cientos de millones de habitantes que han consumido todas sus reservas y donde la población está muriendo de hambre y sed por decenas de miles.
Otras muchas zonas del planeta están igual, han agotado sus recursos y no hay esperanza de que puedan ser auxiliados.
Europa, Estados Unidos, y los otros países del primer mundo no desean agotar el combustible de sus aviones ni enviar comida que puedan necesitar sus ciudadanos.

Ha llovido muy poco tras la caída de miles de millones de árboles y se teme que el ciclo del agua se interrumpa, dicen los expertos. Si esto llegara a suceder podemos darnos por extinguidos en un corto periodo de tiempo.
 
El panorama que pinta esta gente no puede ser peor, me digo a mi mismo, no me extraña que cierren las comunicaciones pues aceleradamente todo iría empeorando y las gentes huirían despavoridas buscando nadie sabe el que.
Habría motines, linchamientos, asesinatos, gentes despiadadas tratando de acaparar lo que pudieran.
Ni la guardia civil, ni el ejercito, contendría la oleada de
gentes al borde de la desesperación.
 
Apago el aparato de onda corta después de casi una hora de escuchar este tipo de noticias

Estamos en casa, me siento muy cansado, me reclino en el sillón y mi mente comienza a vagar al borde del sueño.
Mis ojos no acaban de cerrarse, los pensamientos de lo que ha sido mi vida hasta ahora se agolpan en un instante.
Recuerdo que en mi juventud estábamos siempre al borde del desastre nuclear.
Rusos y Americanos estaban en posesión de misiles balísticos, infinidad de ellos, cargados con cabezas nucleares capaces de destruir la tierra decenas de veces.
La idea era y es terrorífica aunque no podemos imaginar un suicidio masivo de esa índole para la raza humana.



No se dice, no se comenta, no se informa, pero las armas están ahí.
Hoy no son solo dos países los que están en posesión de ellas. Son una decena, o mas que se sepa, los que tienen el arma definitiva, "El anillo de poder" podríamos llamarlo que destruiría este planeta varias veces.
Aún hoy se teme que el fin del mundo venga de la mano del hombre, una guerra devastadora y fin, es sobre lo que se ha escrito, se ha novelado e incluso se han hecho infinidad de películas sobre ello.

Me acostumbre, igual que toda mi generación, a vivir en un mundo amenazado por la energía nuclear en todas sus formas.
Nunca imaginé llegar a esto, simplemente que las arboledas empezaran a desaparecer sin que nadie sepa el motivo.
Y el fin del mundo que conocemos podrá venir de la misma tierra que habitamos, harta de ser agredida, del envenenamiento de sus aguas, de su atmósfera, por la acción irresponsable y depredadora del ser humano. 

Si la situación no fuera desesperada tendría su moraleja.
No habrá moraleja si todo se destruye y el ser humano desaparece de este sufrido planeta.

Me despierto, en que estoy pensando, me digo.
¿Tu niñez que tiene que ver con lo que está pasando en estos momentos?.
Nada, pienso, y vuelvo a relajarme sin darme cuenta que los recuerdos vuelven a inundar mi cabeza.



Tengo algo de frío acostado en el sillón, me levanto en busca de algo para echarme encima. Las dos mujeres están charlando, parece que se llevan bien pienso, y vuelvo a mis recuerdos.

Otra vez despierto, la realidad se impone, ¿he dormido o solo recordaba otros tiempos?.
¿Volveremos a las cartillas y el racionamiento ante la escasez que se avecina?.

Deja de elucubrar, me digo, ponte en marcha ya.


En la sala mi esposa y Gloria están cabizbajas y muy calladas.

Hola, pasa algo? pregunto.

Ha dejado de funcionar la televisión, no sintonizamos ninguna cadena, y estamos alarmadas.


No es una buena noticia, ¿que sentido tiene el que la tele deje de emitir?.

Puede ser algún fallo técnico o de mantenimiento, yo que se, no entiendo nada sobre telecomunicaciones.


De repente otra vez hay señal, aparece un conocido locutor y pide disculpas por el corte en la emisión, debido dice a problemas técnicos.


Sus palabras alivian la tensión y como bobos seguimos atentos a lo que va diciendo.












continuará .....

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