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Mi mas oculto deseo fue siempre ser escritor y aprender varios idiomas. He llegado a defenderme bien en Ingles y chapurrear algo de Frances. El cine y la fotografia me fascinan. La música, de todo tipo, ha sido siempre mi relax. La amistad la valora mas que a nada en la vida.

sábado, 28 de junio de 2014

AÑOS TREINTA







Para un muchacho de pueblo la oportunidad de entrar de botones en un gran hotel en la capital de la provincia era un sueño que se hizo realidad en poco tiempo.

El joven gracias a los contactos de su hermana mayor Dionisia logró que le admitieran en uno de los mejores hoteles de entonces, y feliz como puede estar un muchacho salido de su aldea disfrutó enormemente aquellos años de libertad y amor a la vida.

Eran famoso los veranos que pasaba el rey Alfonso XIII en Santander, el viaje suponía varias jornadas y frecuentemente los monarcas pernoctaban en el hotel de Burgos donde trabajaba el muchacho como botones. 
Que gran honor para el ayudar con el equipaje de los reyes, acercarse a ellos y mirar con cara de asombro al Rey y la Reina


Para el chaval la Reina Victoria Eugenia era como una diosa, admiraba profundamente se porte, sus joyas, y su belleza. El rey en cambio no le caía demasiado bien, le parecía orgulloso, altanero y bastante antipático.
Doña Victoria  por entonces era una persona infeliz, era sabido que el Rey Alfonso XIII la engañaba con unas y con otras, y eso a la esposa le entristecía profundamente.

Pasada la etapa de muchacho abandonó el puesto de botones y Emiliano fue asignado a la cocina como aprendiz o pinche para ayudar en todos los menesteres, trabajo que le hizo absolutamente feliz pues su ilusión era aprender el oficio de cocinero.

En ello estaba, aprendiendo a cocinar y tonteando con las camareras que atendían a los huéspedes del hotel cuando le surgió ir a la boda de un compañero que se casaba en una aldea del norte de Burgos.

Al asignarle como representante de los empleados del hotel el permiso estaba garantizado, iba a representar a todos los compañeros del inminente esposo.

Lejos estaba este joven de imaginar que este viaje marcaría su vida para siempre.

Casualidad o destino, nadie lo sabe, pero el hecho fue que en el baile que se celebró para festejar la boda de los novios conoció a una linda muchacha con la que tuvo ocasión de bailar y charlar en varias ocasiones. 
El flechazo fue mutuo y una vez de regreso al hotel en Burgos, el joven empezó a cartearse con la chica que había conocido en la boda de su amigo.  
Ochenta kilómetros separaban a la pareja, pero no fue obstáculo para que la relación se fuera consolidando y el joven aprovechaba cualquier permiso para tomar el autobús que unía Burgos capital con Gayangos, el pueblo donde vivía Paquita, su novia.

Cuando llegaba al lugar no era bien recibido por los mozos solteros de la localidad. Paquita estaba muy solicitada y no les hacía ninguna gracia que un mozo forastero fuera a visitar a una de las suyas. Milagro fue que alguna vez no fuera a parar al pilón del pueblo, pues ganas no les faltaban a los mozos casaderos que pretendían a la joven belleza.

Y a eso se exponía el joven, a ser manteado, molido a palos, o ser sumergido en las frías aguas del pilón del pueblo cuando se arriesgaba a visita a su novia Paquita.

Que salvó a Emiliano de ser tratado de esta manera?.

No nos sería difícil de imaginar si su supiéramos que la moza tenía un hermano Guardia de Asalto que velaba constantemente por ella y por la madre de ambos.
Sabiendo esto los muchachos del pueblo se cuidaban muy bien de agredir o gastar bromas pesadas al forastero que la visitaba con intenciones casaderas, pues con el hermano de ella pocas bromas.

El temor de todos los jóvenes de aquella época era siempre el mismo. Llegados a los veinte años les tocaba sortear, y en ese sorteo de los quintos se decidía el lugar de España donde les tocaría realizar su servicio militar obligatorio con la patria. 
El temor era África, las zonas de Marruecos y el desierto del Sahara que España poseía como colonias. Las escaramuzas en aquellas tierras costaban innumerables reclutas muertos que ya no regresarían jamás a sus lugares de origen. 
Y no había quien se librara si no era pagando grandes sumas de dinero al ministerio de la guerra, para que el servicio lo hiciera otro.


Había una gran mortandad entre los soldados destinados a la colonias Africanas, de forma que muchos jóvenes antes de ser destinados allí preferían ser prófugos de por vida y sigilosamente y sin contárselo a nadie que pudiera dar el soplo a la autoridad, marchaban hacia algún puerto del Cantábrico y emprendían la aventura de América sin esperanzas de poder retornar pues inmediatamente serian conducidos a prisión.

Padres que despedían a sus hijos, hijas, para siempre, sin ninguna esperanza de volver a verlos.

Así habían marchado algunos familiares de Emiliano y varias hermanas y un hermano de Paquita.
Paco se llamaba, prófugo e inmigrante por no ir destinado a la guerra en África, sin decir nada a nadie partió para la Argentina donde ya estaba establecida alguna de las hermanas mayores que podían recibirlo.



El joven Emiliano estaba enamorado y no estaba en su voluntad la opción de abandonar su país para hacer las Americas.

Sorteo su destino como recluta y con una suerte inmensa le tocó hacer su servicio militar en Madrid.

En enero de 1935 y con casi 21 años partió de Burgos rumbo a la capital de España a cumplir su servicio de armas y sería destinado al Cuartel de la Montaña, famoso enclave que pasaría a la historia por la gran carnicería que se originó en su toma a comienzos de la Guerra Civil Española.





  
el gatufo




   

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